Soros pone a trabajar sus millones
en favor de Kerry

Soros pone a trabajar sus millones <BR>en favor de Kerry

POR JOANNA CHUNG
Desde que salió ganando contra el Banco de Inglaterra, hasta su difusión de la democracia en el extranjero, George Soros ha chocado con efectos dramáticos con el mundo que habita.

Pero ahora, el financiero nacido en Hungría, convertido en ciudadano de EEUU, que ha construído una fortuna de US$7,2 millardos asumiendo enormes riesgos de mercado, está comprometiendo su efectivo en el juego más emocionalmente cargado de su vida: el movimiento para sacar a George W. Bush de la Casa Blanca.

En una muy sufrida y cerrada carrera, su músculo financiero -y su habilidad para explotar los baches en la recién instaurada legislación sobre las donaciones políticas- pudiera resultar clave.

Pero su intervención ha encendido preocupaciones sobre el impacto de su fuerte dinero en el proceso político de Estados Unidos, y ha dejado a Soros, un veterano partidario de la reforma financiera de las campañas, abierto a acusaciones de hipocresía.

Hay algo que no resiste cuestionamiento alguno: a sus 74 años, el señor Soros siguen siendo un hombre que coloca su voz donde está su dinero.

No satisfecho con los millones de dólares que ya ha gastado en respaldar organizaciones responsables por la agresiva movilización de los electores y las campañas publicitarias que han marcado este año electoral, él mismo ha estado pisando el pavimento, llevando su mensaje a los estados de más beligerancia mientras se acerca el 2 de noviembre.

A las 7:30 de una mañana lluviosa en Boston, lo encontramos camino a Minneápolis, para hacer sonar el redoblante a favor del senador John Kerry, como parte de una gira de 12 paradas por los estados indecisos.

Entonces, ¿ por qué alguien de su edad y eminencia continúa sometiéndose a los rigores de la carretera ?

«Yo creo realmente que el futuro de EEUU y el futuro del mundo están en juego», dice.»Si yo puedo contribuir realmente a cambiar la dirección de la política exterior de EEUU, eso sería más grande que cualquier otra cosa que yo haya hecho», agregó.

Todo empezó en un lugar muy distante del helado Massachusetts, en una reunión en su mansión de Long Island, el verano pasado, donde los organizadores de America Coming Together -la organización para salir a buscar los votos- presentó el plan de la campaña para tocar las puertas de los electores en cinco de los que eran entonces 17 estados muy disputados.

El señor Soros subió la barra: «Para hacer que valga la pena, tenemos que ejecutarlo en los 17 estados», recuerda haber pensado en ese momento. Le pidió a sus consultores que encontraran vía para incrementar el impacto de sus contribuciones. El vehículo que identificaron fueron los llamados grupos 527 -las organizaciones políticas que se nombran así por una sección del código tributario- que no viola, al menos en la letra, la ley de financiamiento de campañas de McCain-Feingold de 2002, que limita las contribuciones monetarias.

 «¿Cambió la dinámica de las elecciones, al darle a los 527 una vida propia?», dice William Angel, profesor asociado de Ciencias Políticas de la Universidad Estatal de Ohio, en Columbus.»Sus esfuerzos por salir a buscar el voto inspiraron a otros a hacer lo mismo», agregó.

Hasta ahora, el señor Soros ha aportado US$23.5 millones a más de media docena de grupos, incluyendo ACT. Al ser tan expresivo y estimular a otros a que contribuyan, también ha ayudado a emparejar el campo de juego para los demócratas, quienes tradicionalmente se quedaron detrás de los republicanos en las recaudaciones.

Él admite que se siente «bastante cómodo» desempeñando ese papel partidista. Pero lo considera un llamado. «Lo he descrito como mesiánico, aunque no en el sentido religioso», dice.

Sin embargo, la reticencia de un país polarizado a escuchar el argumento razonado, decepciona, obviamente, al señor Soros, quien ha fundamentado su actividad financiera y filantrópica en la idea de que el pensamiento crítico es la base de una democracia, o una sociedad abierta. No obstante, los reformadores del financiamiento de campaña, que una vez vieron al señor Soros como un aliado, ahora están sorprendidos. «Ha ido de formar parte de la solución a ser parte del problema», dice Fred Wertheimer, de Democracy 21, un grupo pro-reforma.

El ala derecha ha buscado pintar al señor Soros como «un radical de izquierda», el «Daddy Warbucks de los demócratas», y hasta como el mismo «Satán», por su papel destacado en el esfuerzo demócrata. El señor Soros dice que inicialmente el intentaba mantener un «perfil bajo», para «evitar precisamente que se convirtiera en asunto sobre mi persona».

Y añade molesto: «Si se convierte en un asunto entre George Soros y George Bush, pondría entonces mi dinero por George Bush».

Pero entonces se decidió a utilizar su notoriedad como una ventaja. Aún así, el hombre que hizo US$1 millardo el Miércoles Negro al apostar contra una libra esterlina sobrevaluada, es también la persona que sigue viéndose mucho más cómodo en discutir sobre filosofía que dando discursos políticos.

El señor Soros es cautelosamente optimista con la idea de que Kerry ganará y descarta a los encuestadores que le dan una ligera ventaja al señor Bush. «Yo creo, realmente que debería apostar en el mercado», dice, con una sonrisa maliciosa. Pero eso no es más que un chiste. ¿O no?

TRADUCCION: IVAN PEREZ CARRION

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