Sorpréndanos, Presidente

Sorpréndanos, Presidente

PAULO HERRERA MALUF
El juego está en la línea. Empate en el noveno inning, bateando el equipo de la casa. Bases llenas con dos outs. El bateador está en conteo de tres bolas y dos strikes. Todo es ventaja para el bateador, pues él sabe que la pelota tiene que venir por el centro del plato. No hay secretos. Puede sentarse a esperar el lanzamiento.

¿Puede decirse que se acabó el juego? ¿O, como se dice en pelota, que el juego «habló»? No tan rápido. Las condiciones favorables no necesariamente determinan el resultado final del juego. Todavía el bateador tendrá que fajarse con el pitcheo y batear un hit, si bien es cierto que tiene   al menos en el papel   una ocasión inmejorable para ello. Y es que en pelota los triunfos no son automáticos.

En política tampoco. Por un giro del destino, la situación del gobierno del Presidente candidato Fernández frente al electorado dominicano es análoga al escenario beisbolero descrito. Las terribles secuelas de destrucción de la tormenta Noel constituyen, desde el punto de vista político, una oportunidad en bandeja de plata para que el gobierno pegue la pelota a los 411.

Lo único que tiene que hacer el oficialismo para ganar el juego de la reelección es hacer una gestión decente en la atención a las personas afectadas, y emprender una reconstrucción rápida y efectiva de las comunidades devastadas. Y así como el bateador del símil tiene un bate en las manos, el gobierno está bien equipado para enfrentar esa tarea.

En efecto, recursos para hacer lo que se tiene que hacer no faltan. No obstante, el ingrediente clave   – el equivalente a la habilidad del bateador para hacer contacto sólido con la pelota-   es la capacidad de gestión y ejecución más allá de las palabras. Y el gobierno, si quiere ganar el juego, debe demostrar en el terreno que tiene esa capacidad.

Lamentablemente, hay que decir que la tormenta llega luego de que las propias ejecutorias del gobierno han dejado claro en la práctica que, si éste fuera un bateador, tendría muy pobre average. De hecho, escándalos múltiples han minado la credibilidad del gobierno a un punto tal que la noción de una administración capaz de dar manejo satisfactorio a una crisis nacional parece tan remota como la posibilidad de que el palo ganador salga del bate del out- de -mama del equipo.

Tantas han sido las contradicciones entre decir y hacer que quedan pocas razones para creer. Los hechos han demostrado que el interés de este gobierno por comprometerse con el tan postergado establecimiento de políticas públicas efectivas no va más allá de las palabras. Sin embargo –   y ésta es, tal vez, la fuente más grande de desconfianza hacia el gobierno   – creatividad y diligencia no han faltado a la hora de buscar la manera de abusar del poder para servirse de él.

A estas alturas, una gestión adecuada de la reconstrucción post-Noel sería una gran sorpresa. Sorprendería mucho, en verdad, que los masivos recursos que se destinarán para ello se manejen con la transparencia que ha faltado y sin la rapacidad que ha sobrado en casi todas las iniciativas oficiales.

Tal sorpresa es una urgencia para todo el país, especialmente para los miles de ciudadanos y ciudadanas afectados directamente por el fenómeno. Por el bien de ellos –   contribuyentes todos –   crucemos los dedos y esperemos que el Presidente candidato nos sorprenda y se saque de la manga una línea que pique entre dos.

Si eso representa el palo que necesita el Presidente para ganar el juego de la reelección, que así sea. Pero que no se ponche a la hora buena. Que resuelva.

 p.herrera@coach.com.do

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