Sorprende a algunos viajeros ausencia de macuteo

Sorprende a algunos viajeros ausencia de macuteo

POR LEONORA RAMÍREZ S.
Cada vez que llega a Santo Domingo sus ojos miran impresionados los edificios, túneles y elevados que casi borran de su imagen la pequeña ciudad que dejó hace 43 años, porque Moisés Amaro se fue a Puerto Rico en 1963 cuando el país se debatía en una crisis política y social que  no le deparaba un futuro promisorio.

Nunca ha perdido el contacto con la República Dominicana, sobre todo con sus familiares de San Francisco de Macorís y Santiago, y cada vez que llega se maravilla con los avances que él entiende disfruta su país natal.

En esta ocasión, en la que igual que cientos de dominicanos retornó para pasar con sus familiares las festividades navideñas, lo que más le sorprendió es que en el Aeropuerto Internacional de Las Américas nadie intentó “macutearlo”, como en el pasado.

“Aquí todo está muy bien, hay mucha organización, no hay macuteos, y la gente sigue siendo agradable, eso es lo que yo más extraño de mi país, la nobleza y el calor de la gente”.

Ana Castro, su esposa puertorriqueña, dijo que lo único que hizo falta fue el recibimiento con un “perico ripiao”, y con un dejo de nostalgia expresó que Santo Domingo ha cambiado mucho y que ella prefería la ciudad de hace 20 años, porque ahora se parece demasiado a Puerto Rico.

Mientras los abrazos se repartían por todos los rincones de la estación aérea, y las lágrimas empapaban los rostros por  las largas ausencias, uno que otro extranjero miraba con extrañeza las riendas sueltas de tanta algarabía.

La misma que tenía Carolina Vázquez, residente en Nueva York, y quien permanecerá en el país alrededor de dos semanas para bailar, gozar y beber.

28 AÑOS LEJOS DE LA PATRIA

José Zapata no es de los que se exilia indefinidamente, aunque se fue del país en 1978 para Venezuela y 8 años después partió hacia Nueva York, donde se gana la vida en el área de la construcción porque ese es su oficio desde hace 45 años.

Hace siete meses que estuvo en el país porque aquí viven su esposa y sus hijos, con quienes compartirá en estas navidades. Este dominicano que no ha perdido la picardía caribeña asegura que este es el mejor país del mundo, cuando de “gozadera” se trata, y en parte eso es lo que lo mantiene unido a la tierra que lo vio nacer hace 56 años.

NADA DE CRISIS, SOLO FIESTA

Ninguno de los dominicanos entrevistados quiso opinar sobre las intenciones reeleccionistas del presidente Leonel Fernández, la reforma fiscal o la popularidad del presidente norteamericano George W. Bush, a propósito de la guerra en Irak y la masacre de civiles.

A Natali Ferrera, cuyos familiares viven en el municipio Santo Domingo Norte, esos temas poco le importan porque ella solamente vino a “beber y a gozar”.

En la misma tónica está Roberto González, quien vive en Puerto Rico y su centro de operaciones sentimentales se encuentra en Cristo Rey, en el Distrito Nacional.

“Ahora mismo a mí no me importa lo que haga Leonel, después de las navidades a lo mejor opino, ahora lo que quiero es compartir con mis familiares y amigos porque la Navidad en Santo Domingo es la mejor del mundo”.

Del mismo sector es José Augusto Rivas, quien desde hace un año vive en las islas Gran Caimán, ubicadas en el Caribe, donde también los dominicanos buscan mejores condiciones laborales.

“Yo  me voy a reunir con mis padres, con los amigos, y me iré dentro de dos semanas, espero pasarla bien y retornar el mes que viene, porque en su país es que uno se siente gente”.

OTROS PREFIEREN DESCANSAR

Pero no todos los dominicanos ausentes tienen en sus planes darles rienda suelta a los sentidos. Pedro Geraldino, quien es oriundo de Azua y reside en Puerto Rico, es uno de esos porque el trabajo que realiza en el túnel de Maunabo es bastante forzado, “y por eso solamente vengo a descansar, nada de excesos”.

Lubi Pimentel, quien vive en San Juan, Puerto Rico, desde  hace 12 años, pero tiene sus grandes afectos familiares en Monte Plata, no tiene programado “fiestar mucho, porque en estos días hay que recogerse para evitarse problemas”.

Arrastrado en uno de los grupos de dominicanos  llegó el puertorriqueño José Angel Lugo, quien es la primera vez que visita la República Dominicana y espera encontrar en Higüey el encanto que les prometieron sus amigos.

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