Si no fuera por la abundante plaga de los políticos, que se abaten sobre el país, todos empeñados en devorar los recursos públicos para sus riquezas, la situación del país fuera de una notable solidez y aseguradora del bienestar de la población. Esta se debate en la pobreza debido a lo menguado de los recursos que les llegan de lo que dejan los políticos en sus latrocinios imparables e impunes.

Sin embargo, pese a esa plaga política que desde hace 47 años ha devorado miles de millones de pesos en su beneficio, el país demuestra una sorprendente solidez económica que ha sido alabada por los diversos organismos internacionales vigilantes de las economías de los países pobres y que de cuando en vez abren sus bolsas para darle algo que luego recuperan con grandes beneficios.

Por eso la respuesta del Fondo Monetario Internacional, a la solicitud que el gobierno dominicano le hiciera para un monitoreo, revela una actitud sorprendente de parte de ese organismo que siempre busca los defectos de las economías emergentes para apretarles sus condicionalidades y hacerle la vida imposible a la gente de esos países con el aumento de la pobreza y las convulsiones sociales.

En la respuesta del FMI se estableció que ellos no podían dejar de insistir en sus puntos tradicionales de más impuestos y dejar flotar la tasa de cambio, que se diluía con las alabanzas después del brillante trabajo de disciplina que las autoridades monetarias del Banco Central supieron imponer y mantener por encima de los políticos, para que el FMI bendijera al país con tan interesantes consideraciones de reconocimiento de una labor apasionada, ardua y responsable.

Es sorprendente la solidez económica, pese a los augurios más adversos a que desde el 2004 se cernieron sobre el país, que presagiaban inminentes fracasos de lo que se hacía, y que ahora, cinco años después, el FMI reconoce lo meritorio de ese trabajo que ha impedido que la escasa visión de los políticos, oficialistas y oposicionistas, no impacten negativamente en el ánimo de la nación.

Pese a tantas presiones externas se ha podido mantener un clima de estabilidad, que si no fuera por esa amenaza de inseguridad ciudadana y de creciente violencia, parecería que el país fuera un remanso de paz. Desdichadamente eso no se cumple por el afán de lucro y robo de muchos dominicanos que también se ven influenciados por el tráfico de drogas que ha esparcido su influencia por todos los rincones nacionales afectando a muchos sectores sociales deslumbrado por el enriquecimiento rápido sin pensar en las consecuencias que lleva apareado tal negocio.

El Banco Central, en los pasados 53 meses, ha implantado la política económica más acertada, apretando y aflojando de acuerdo a las circunstancias nacionales e internacionales. Lo penoso es que el gobierno no queriendo involucrarse en el alcance de las acciones, ha descuidado los gastos de capital con recursos del presupuesto, para recurrir a un desbordado endeudamiento externo para atender las obras de infraestructura que necesita el país, cayendo en un populismo insensato, que no genera riquezas y desestabiliza la santificación del FMI al país.