Sorprendente solución

Sorprendente solución

Los periódicos publicaban el comentario del Presidente de Costa Rica, Oscar Arias, sobre las lejanas posibilidades de resolver el conflicto hondureño, cuando se anunció la solución. Los representantes del depuesto Presidente de la República de Honduras, Manuel Zelaya, y del Presidente de facto, Roberto Micheletti, lograron entenderse. Aunque sujeto el pacto a la votación del congreso hondureño, se espera que no haya nuevos obstáculos por vencer.

Zelaya cedió en sus propósitos de reformar la Constitución vigente y de procurar una reelección, objetivo éste supeditado a la modificación aquella. Los sectores de poder que desplazaron a Zelaya, aceptan su reposición. Factor determinante ha de ser que Zelaya gobernará por muy breve período, pues al finalizar noviembre los hondureños tienen elecciones generales. Luego sobreviene un interregno que conduce a la entrega formal por Zelaya, a quien haya sido electo en esos comicios.

El depuesto mandatario, por consiguiente, no es hombre al que deba temerse. Y con él de nuevo en la Presidencia, se legitiman las elecciones convocadas contra viento y marea y su desplazamiento legal. Desde todo punto de vista, Zelaya se torna un elemento inocuo. Gana sin embargo, una batalla que libró con mucho apoyo externo, incluyendo gobiernos y organismos multilaterales. El triunfo real, preciso es plantearlo sin ambages, corresponde a los sectores que lo adversaron en la etapa final de su mandato.

El acuerdo refuerza el sistema democrático, fracturado con la deposición. Gobiernos y organismos multilaterales saben que la institucionalidad democrática es posible más allá de las malquerencias políticas que la lesionan y quiebran. La experiencia hondureña abona al sistema interamericano, herramientas todavía no del todo definidas, pero percibibles. La votación congresional previa a la restitución, impuesta por los sectores que desplazaron a Zelaya, es incongruente con un acuerdo como éste. Refleja, empero, la esencia del poder real.

Desde un punto de vista distinto podría entenderse como un acto legal dirigido a revocar el acto de la destitución. Recuérdese que, aunque Zelaya fue apresado y expulsado de Honduras, el congreso legitimó la situación de hecho generada por el apresamiento. Esa votación se producirá en los días por venir, pues los sectores de poder hondureños buscarán acercarse cuanto puedan a la fecha de los comicios. Ceden, pues, aunque cercan o constriñen a Zelaya.

El depuesto mandatario acepta esas condiciones. Él fue hijo de ellas. Regresa tras instantes de fulgores y entusiasmos vividos por los delirios de Hugo Chávez, Y retorna sorprendiéndonos a todos -¿a Oscar Arias también?-, cuando creíamos que su vuelta era una utopía.

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