Sorpresivas muertes

Sorpresivas muertes

El mes de diciembre de 2019 debutó para la revista médica norteamericana con un novedoso e interesantísimo tema de interés universal. Se trata nada más y nada menos que de la participación pública general para auxiliar en lo inmediato a cualquiera persona adulta que sufra un paro cardiaco fuera de una institución hospitalaria. El solo título del trabajo científico me trajo a la memoria el triste pasaje de otro diciembre, acaecido en la terraza de un club capitalino.
Presidíamos para esa época la directiva de la Sociedad Dominicana de Patólogos y era la tradición festejar la época navideña con una cena. La noche se sentía fresca y pascual, había alegría, los rostros lucían radiantes y muy animados.
Muy cercano a nosotros estaba sentado el secretario general de la organización, quien luego de unas copas de vino se aprestaba a llevarse a su boca el tenedor con la primera porción de alimento. Desde el otro lado de la mesa uno de los comensales notó que el galeno se doblaba hacia delante perdiendo el tono muscular y desplomándose hacia su pecho. En vano tratamos de revivirlo puesto que había sucumbido a un inesperado paro cardiorrespiratorio. Se canceló el evento y nos dispusimos a diligenciar las acciones funerales.
Otro tanto me sucedió con un colega, amigo con categoría de hermano. Sentí el teléfono sonar, levanté el auricular y era él quien me solicitaba una reunión con carácter de urgencia. Accedí al encuentro y mientras hacía los preparativos de lugar volvió a timbrar el aparato. Esta vez era su esposa alarmada para anunciarme que su compañero había colapsado. Desconocía este servidor que se me había encargado la triste y dolorosa tarea de removerle un moderno marcapaso que llevaba instalado y que su noble espíritu le pidió donarlo a una institución de salud para implantárselo a alguien en necesidad del mismo.
Más recientemente noté un mensaje escrito en el celular e inmediatamente me animé a contestarle al amigo que hacía algún tiempo no sabía de él. Quedé petrificado al comprobar que la respuesta era la de su viuda notificándome el deceso de su marido.
Volviendo al artículo de los autores el doctor William J. Brady, Amal Masttu y Corey M. Slovis de los departamentos de emergencia de las escuelas de medicina de las Universidades de Maryland, Vanderbilt y de Virginia, estos expertos resaltan la gran importancia que tiene el pronto reconocimiento de una paro cardiaco extra hospitalario y el inicio de las maniobras de resucitación por quien sea que se encuentre cercano a la victima. De ahí la urgente tarea de educar a la población general sobre el procedimiento de reanimación cardiorrespiratoria.
Plantean y desarrollan el concepto de la atención previa a la llegada del equipo de urgencia tipo 911. Estos primeros 3 a 4 minutos son cruciales para las probabilidades de éxito en la cadena de salvamento. Se lamentan de que en menos de la mitad de estos aparece un samaritano capaz de dar los primeros auxilios.
Con las facilidades de la comunicación, una llamada basta para activar la cadena del sistema de emergencia. El arribo coordinado de policía, bomberos y ambulancia, así como de la incorporación de drones para una rápida entrega de equipo y medicamentos de resucitación, contribuyen a salvar al enfermo.
Del éxito inicial dependerá el resto de la cadena y su desenlace. Una campaña educativa masiva y la tecnología son claves de vida.

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