Soto Jiménez y su Concho Primo

Soto Jiménez y su Concho Primo

FERNANDO INFANTE
La obra que recién ha puesto en circulación José Miguel Soto Jiménez, “Memorias de Concho Primo”, es un libro de inédito estilo en la narración histórica dominicana. A pesar de su voluminosidad impulsa a una lectura entusiasmada, como de inmediato lo advierte el lector. La belleza lírica es desbordante lo mismo que su riqueza en metáforas, sobre todo, en el comienzo.

Su hermosa prosa; a ratos poética, cautiva en todo el curso de este libro histórico y recreativo. Solo recuerdo haber encontrado esa galanura lírica en un libro que trata un hecho histórico, en “Aguirre, Príncipe de la libertad” en el cual Miguel Otero Silva describe aquella aventura trágica y deslumbrante que protagonizó Lope de Aguirre.

“Memorias de Concho Primo” nos envuelve en el atractivo de una narrativa cautivante de la historia fabulada, género literario donde el “historiador se toma las mejores libertades del novelista”. Como un gran fresco, el libro que comentamos enlaza los eslabones de la cadena de la historia de este pueblo. Sus grandes momentos; su vida de azar, sus personajes cimeros; unos trágicos y a veces risibles; otros engrandecidos por el ditirambo de escribanos y apologistas. Algunos, disminuidos por la mezquindad o el encono de panfletistas o historiadores atrapados en las redes de sus pasiones o intereses.

Soto Jiménez incursiona en ese género de narrar la historia en forma anecdótica que Francisco Herrera Luque desarrolló y llamó “historia fabulada”, estilo que pocos autores han podido lograr tan exitosamente como lo hizo éste en sus obras sobre la historia de Venezuela y que ahora, entre nosotros, nos ofrece de forma tan brillante y acabada ese intelectual y poeta que es Soto Jiménez.

El libro que comentamos es una amplia ventana abierta hacia nuestro pasado desde los tiempos míticos “En el principio era solo la selva, lujuria de sol en la anatomía salvaje de la cordillera virgen”.

Como un enorme mural, el autor, con su cautivante forma de narrador nos hace percibir la lujuria de la selva junto a la lujuria de nuestros primitivos; “gente que procrean bajo el árbol, amándose de pie sobre las hojas y las hembras parían en los juncales y tenían sus hijos la humedad de las flores silvestres y el arroyo cercano”.

Más adelante en la hermosa obra, mientras describe uno a uno los nudos la cadena de nuestra historia con la devoción que una beata repasa las cuentas del santo Rosario, Soto Jiménez contará de la gran lujuria nociva del poder y las ambiciones enfermizas de aquellos hombres que forjaron la patria a “puro cojones”, repetida en todo el discurrir de la vida nacional en ese ejercicio obsceno del quehacer político.

En esta obra, irreverente para nuestra tradición de hipocresía casi sagrada al consignar los hechos históricos y tratar de los personajes sin el ropaje de la imaginación encendida por la pasión de quienes, siempre, tanto ayer como hoy, han sido heraldos de la adulación y el ditirambo oportunista, en lo que han consumido sus aptitudes de escribidores. Este libro es revelador, por sobre todo, de la condición humana, es decir, de los hombres de carne y hueso que componen nuestra galería histórica; de sus miserias y grandezas, sus miedos y su temple; sus traiciones, mezquindades y debilidades del alma.

En este largo y alucinante desfile por la historia nacional en estilo fabulado, artístico, novelado o como el lector quiera entenderlo, lo cual, en fin de cuentas es irrelevante, porque, la importancia está en la áspera y rigurosa andadura por las cuatro repúblicas o ciclos de vida institucional que han tenido este pueblo -desde 1844 hasta nuestros días, aprovechadas en cada oportunidad por los más hábiles en zorrerías, conocedores de las seculares fallas cívicas de todo el conglomerado. Esto lo da a entender Soto Jiménez en su absorbente texto, donde también trata, reflexivamente, la muerte de nuestros tres líderes nacionales más recientes y los intereses comunes que los unían. (…). En realidad aquellos tres supuestamente contrarios entre sí, solo lo fueron en el asinete pueril de la apariencia”.

La obra que comentamos es un excepcional trabajo de historia-fabulada. Al concluir su lectura se percibe el desencanto o tal vez la frustración del historiador Soto Jiménez ante un pueblo que no ha cuajado en una verdadera nación y que a pesar de las experiencias vividas ha persistido en el largo recorrido histórico que ha tenido, en repetir sus errores que le han impedido madurar para elevarse de un pasado que, todavía, tan marcadamente se empeña en mantener en su conducta política las actitudes y comportamientos del “conchoprimismo”.

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