POR MU-KIEN ADRIANA SANG
¿Dónde está mi país?
¿Junto al río o al borde de la noche?
¿En un pasado del que no hay que hablar?
¿Dónde?
¿En la desolación de la memoria?
¿En el otoño de la gracia o en el oasis de los quietos?
¿En los ahora libres calabozos o en las celdas fantasmas de los asiduos?
¿Dónde está mi país?
¿En las manos abiertas y aprendices o en los muñones del remordimiento? …
¿En qué repliegue del dolor?
¿Lo llevo acaso en mí?
¿Me espera en sueños?
¿En qué sueños?
¿Dónde está mi país?
¿Debajo de qué nube?
¿Sobre cuántos despojos?
¿Metido en qué fragores?
¿Lindante con qué alivios?
¿Rostro en qué piedra o ciénaga?
¿Crepitando de enigmas?…
¿Dónde está mi país?
¿En la agobiante tensión
de la esperanza?…
¿En las huellas del pánico?…
¿En el montón de penurias?…
¿Dónde está mi país?
Mario Benedetti, Preguntas al azar
Podría decir que los entre modernidad y post modernidad discursos se interpelan y entrecruzan. Decir que en Europa y Estados Unidos fueron los lugares donde nacieron esos conceptos y generaron muchas discusiones. Y que en nuestros países de América Latina los empresarios y los políticos hablan sobre todo de la necesidad de modernización. ¿Hay alguna diferencia? En el fondo se pretende plantear que la modernidad es sinónimo de progreso. Podría decir también que asumo el concepto utilizado por algunos autores de la post modernidad crítica, como contraposición de la post modernidad neoconservadora que celebró con entusiasmo la muerte de las utopías revolucionarias de los 80.
Dicen que el post modernismo surgió en los años sesenta cuando el modernismo parecía agotado. Me quieren vender que el camino a seguir debe ser el progreso ilimitado, como si fuera algo novedoso. Olvidan que desde principios del siglo XX algunos autores habían hablado de este concepto. Quieren defender que el progreso es sinónimo de tecnología, dejando de lado al desarrollo humano. Podríamos hacer un debate intelectual sobre la modernidad y la post modernidad. Citar nombres, autores, conceptos, demostrar erudición. Realizar un ejercicio intelectual que ayudaría mucho a nuestros egos a esclarecer algunas de sus ideas, pero no nos llevaría a nada.
Dijo el Presidente en su discurso del pasado 27 de febrero que en el país hay una disyuntiva. O tomamos el camino de la modernidad, o nos quedamos atrasados pensando en la premodernidad. Dice el presidente que debemos tomar el tren del progreso (¿habrá querido decir el metro del progreso?) para detenernos en la estación del bienestar. Dice el Presidente, o por lo menos así lo entendí yo, que pensar en la solución de los problemas básicos de la vida nacional, es tener una mentalidad premoderna y estrecha.
Yo quiero el progreso y la modernidad ¿quién podría en su sano juicio estar opuesto? Me gustaría que en todas las escuelas del país contaran con computadoras y estuvieran conectadas al Internet. Pero antes, quisiera algo simple, que se resuelve sólo con un poco de dinero y mucha decisión política: que se construyan las 3,000 aulas que necesita la educación básica, así de simple. Me gustaría que antes de pensar en las computadoras, que cada niño y niña que acude a la escuela contara con su pupitre, solo eso, así de simple también. No quisiera ver de los dramas cotidianos de niños sentados en latas vacías, o escuelas que por problemas de espacio, tienen algunos cursos cobijados bajo los árboles, no estoy pidiendo mucho, es algo simple. Me gustaría que las escuelas contaran con aulas virtuales, que pudiesen interconectarse de un extremo a otro y comunicarse entre sí, pero antes, quisiera algo más simple: que las pizarras no estuvieran en tan malas condiciones y los profesores tuvieran todo el año borrador y tizas para escribir en ellas, simplemente así de simple. Quiero una escuela moderna y cibernética, pero antes me gustaría que las instalaciones sanitarias funcionaran y no fueran el asco que son hoy en día. Quisiera una educación bilingüe, porque es el inglés el idioma universal en esta época de globalización. Pero antes me gustaría que los maestros supieran bien el español para que a su vez pudiesen enseñarlos correctamente a los alumnos. Quisiera tener una educación con los mejores recursos didácticos. Pero antes me gustaría que desaparecieran las escuelas multigrados (una forma de decir una maestra para varios cursos), en una época en la que se habla de la educación individualizada.
En una era de globalización, de la cibernética, de la tecnología, de la comunicación al instante, de la conquista del espacio, nuestro país vive dramas cotidianos como en los peores tiempos del siglo XIX. Barrios enteros sin calles. Campos lejanos sin luz eléctrica ni acueductos. Comunidades sin caminos adecuados. Hospitales públicos en condiciones deplorables, carentes de los instrumentos más elementales. Las condiciones en que trabajan los galenos son inconcebibles en una sociedad que se precia de moderna.
Prefiero ser calificada de premoderna, no me importa. Prefiero soñar con cosas simples, reales, necesarias e imprescindibles. No se puede se puede cruzar el puente antes de llegar al río. Soy, definitivamente, premoderna. ¿y qué?