Stalin y zares en juicio empresario

Stalin y zares en juicio empresario

POR C.J. CHIVERS
MOSCU.-
El acusado empieza su día tomando asiento en una pequeña jaula de metal. Un fiscal en uniforme azul se siente frente a él en el tribunal y lo acusa de socavar criminalmente al estado ruso. Algunos días la imagen del acusado es transmitida en televisión a través de la vastedad de Rusia.

El mensaje es claro: Contemplen al culpable.

Este espectáculo sin cambios, reforzado por la repetición día tras día durante más de cuatro meses, se ha convertido en la impresión perdurable del caso de Rusia contra Mikhail B. Khodorkovsky, el hombre de negocios billonario que está envuelto en un juicio que parece sin fin.

El 25 de octubre marcó el aniversario del arresto de Khodorkovsky hace un año y el principio de la implacable aplicación del poder del estado contra él y la compañía petrolera Yukos, la cual él fundó.

Khodorkovsky enfrenta cargos de peculado, fraude y evasión fiscal; Yukos está trabajando bajo un caso fiscal administrativo que pudiera llevar a la insolvencia y la redistribución de sus activos en una venta supervisada por el estado.

Pese a todas las dudas que los casos han despertado sobre cómo está evolucionando la Rusia post-soviética -sobre amenazas a los derechos de propiedad, la independencia del sistema judicial, los derechos de una persona acusada y la centralización del poder- los casos tienen un tinte familiar en la historia rusa.

Analistas políticos dicen que el Presidente Vladimir V. Putin, de quien se cree está detrás del procesamiento de Khodorkovsky, se ha situado firmemente en la línea de sus predecesores imperiales y soviéticos, usando un sistema judicial dúctil para arrodillar a sus oponentes.

Un resultado ha sido esta prolongada actualización del juicio de exhibición moscovita, una demostración más del régimen ruso, a través de procedimientos que se asemejan a la ley, del poder del estado y la voluntad de su líder.

«En Rusia tenemos una especie de memoria genética», dijo Leonid Dobrokhotov, asesor del Partido Comunista de Rusia y crítico de Putin. «Incluso cuando no comprenden por qué, los personajes políticos siempre están repitiendo lo que se hizo antes».

Según esta línea de pensamiento, y dado el peso de la historia rusa, era casi imposible que Khodorkovsky evitara terminar en la jaula.

Cualquiera que haya sido el tipo de hombre de negocios que era -apostador afortunado, estafador implacable, allegado al estado que fue demasiado lejos, alguna combinación de los tres- para cuando amasó sus miles de millones y empezó a hablar abiertamente sobre pluralismo político, se había convertido en rival del régimen. Y ese estatus invocó un reflejo ruso residual: el juicio cuyo resultado es evidente mucho tiempo antes de que empiece.

Esos juicios han sido parte de la vida cívica rusa, habiendo sido instrumentos de los zares y los líderes soviéticos por igual. Putin ha usado partes del viejo guión, con objetivos similares.

El doctor Richard Wortman, profesor de historia de la Universidad de Columbia que se especializa en la Rusia imperial, dijo que el caso contra Khodorkovsky se ha asemejado al «uso zarista del sistema judicial para estigmatizar a los revolucionarios».

En uno de los más famosos de esos casos, en 1862, Nikolai Chernyshevsky, un reformador social, fue arrestado bajo sospecha de actividad revolucionaria después de una serie de incendios espectaculares en Moscú. Fue exiliado a Siberia, donde pasó casi 20 años. Nunca ha sido claro qué fue lo que hizo de malo.

Ese caso fue solo un indicio de lo que esperaba a los rusos en el siglo XX, cuando el proceso de manipular al sistema judicial con fines políticos alcanzó su malévola perfección bajo el régimen de Stalin.

Después de la tortura y la coerción por parte de la policía secreta de Stalin, incluso los más leales de los bolcheviques confesaron públicamente participar en conspiraciones terroristas que no existieron. Luego fueron fusilados.

Los juicios de exhibición de las víctimas más famosas -que fueron acusadas de planear el asesinato de Sergei Kirov, un miembro del Politburó y líder dela estructura partidista en Leningrado que fue asesinado en 1934- lanzaron lo que llegó a conocerse como el Gran Terror. El espectáculo del sistema judicial del partido moviéndose con certidumbre hacia cada resultado fabricado dio al socialismo estilo soviético su sello siniestro. El asesinato de Kirov fue atribuido posteriormente a las órdenes de Stalin, lo que dio a los juicios una proyección aún más oscura.

Ningún crítico serio de hoy compara directamente a Putin con Stalin, cuyos abusos del poder y uso del temor fueron de un orden totalmente diferente. Pero algunos aún ven rasgos de la técnica soviética en la caída de Khodorkovsky.

«Putin está combatiendo a sus adversarios políticos no con métodos políticos, sino usando sus agencias judiciales», dijo Dobrokhotov.

Putin ha sido mucho más selectivo que sus predecesores, por supuesto, y aunque sus motivos para castigar a Khodorkovsky podrían ser una mezcla de conveniencia pol­itica y anhelo personal, también ha usado hábilmente al hombre en la jaula como un símbolo político, un sustituto de la disparidad entre los pobres de Rusia y sus fabulosamente ricos.

Este es un tema poderoso aquí, y Putin lo ha usado para posicionarse como un líder que busca reparar algunas de las equivocaciones cometidas a costa del público durante el confuso periodo de privatización post-soviética de Rusia, cuando Khodorkovsky se enriqueció.

La estrategia parece haber funcionado a corto plazo. En un sondeo entre 1,500 rusos a fines de junio, los encuestradores encontraron que la gente simpatizaba con la posición del estado en vez de con la de Yukos en una proporción de más de cuatro a uno.

Sin embargo, si la historia revela algo, es que usar al sistema judicial ruso para la exhibición política es un camino en ocasiones peligroso. Los juicios políticos finalmente fueron contraproducentes para los zares, señaló el doctor Wortman, en parte porque los acusados a menudo superaron la actuación del acusador.

Desde su celda Chernyshevsky escribió un tratado político en forma de novela, «¿Qué Debe Hacerse?» que se convirtió en un manifiesto entre los futuros revolucionarios (Lenin entre ellos), y ayudó a convertir a muchos a la causa. E incluso después de años en el exilio, cuando el gobierno le extendió la posibilidad del perdón, Chernyshevsky se negó a comportarse agradablemente.

«Me parece que fui exiliado sólo porque mi cabeza está construida de manera diferente a la cabeza del jefe de la policía», se dice que declaró, según «Los Bolcheviques» del difunto historiador de Harvard Adam B. Ulam. «¿Cómo puedo pedir un perdón por eso?»

El doctor Michael McFaul, profesor de historia de la Universidad de Stanford, dijo que al actuar con demasiada lentitud tras el arresto de Khodorkovsky, Putin ha usado mal su arma más poderosa, creando incertidumbre en los mercados financieros y mostrando signos de indecisión que los inversionistas encontraron preocupantes. «Ha sido el peor manejo de estos casos que se pueda uno imaginar», dijo McFaul.

Críticos de los casos dicen que si los juicios socavan la confianza de los inversionistas en Rusia a largo plazo, ahuyentando al combustible más rico del capitalismo -dinero mezclado con ideas- entonces Khodorkovsky, como Chernychevsky y los inocentes acusados de asesinar a Sergei Kirov, podría adquirir un significado inesperado: un hombre cuya humillación por parte del estado garantizó que el estado finalmente se debilitara.

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