POR WILL GONZALEZ
De ESPNdeportes.com
José Valverde le debe su éxito como rematador de los Arizona Diamondbacks este año a una niña.

La nena no puede ni hablar, pero con su sonrisa le da todo el animo que Valverde necesita para ser una fiera en la lomita.

La encantadora del corpulento lanzador es, Montserrat, su hija de tres meses.

Tan feroz se volvió Valverde en el montículo este año que al final del mes de mayo, él terminó, junto a Francisco Cordero, como líder en las Grandes Ligas en rescates (19).

Para Valverde, el monto de juegos salvados marca su total más alto en una campaña en las Mayores y todavía su equipo tiene cuatro meses de partidos más por jugar esta temporada.

El año pasado, el nativo de San Pedro de Macorís se apuntó 18 rescates pero ocurrieron en una jornada marcada por momentos bajos. «El año pasado tenia mi trabajo de cerrador. Lo perdí. Me mandaron a las ligas menores «, le explicó a espndeportes.com el rematador.

Sin embargo, la niña intervino a tiempo. Aunque a Montserrat aún le faltaban siete meses por nacer, ella tuvo mucho que ver con el regreso de su papá a las Mayores.

«En ese instante que regresé mi esposa estaba embarazada y comencé a pitchear bien».

El atleta de 27 años de edad, lucio tan bien en su reingreso en el 2006 (1.99 de efectividad con 24 ponches en 18 innings) que los Cascabeles lo volvieron a coronar como su taponero.

En los primeros dos meses de esta temporada, Valverde gozó de una efectividad de 3.52 y 24 ponches en 23 entradas de trabajo; y selló 19 de los 21 juegos que Arizona le entregó para salvar. En abril, él logró rescatar nueve juegos seguidos.

En mayo, Valverde se apuntó cuatro juegos salvados en cuatro oportunidades y la Oficina del Comisionado lo galardonó como el Pelotero de la Semana (14 al 20 de mayo).

«Toda esta felicidad y toda esta alegría que están pasando hoy en día se lo debo a mi hija porque ella es la que ha venido a cambiar todo en mi familia. El enfoque mió en el béisbol. La dedicación también. Mi hija me a puesto a hacer todo esto,» confeso Valverde. 

«Antes yo pitcheaba y después hacia cualquier cosa.

“Ahora, después de ‘pitchear’, yo me quiero ir a ver a mi hija,» declaró con orgullo el relevista. 

«Quiero hacer lo mejor para mi hija».

Tan fuerte es el vinculo entre padre e hija que los dos son casi inseparables.

«Mi hija y mi esposa viajan conmigo a todos lados», manifestó el hombre que lleva seis años de casado.

«Mi hija tiene tres meses y ha fallado en ir en un solo viaje: el de Colorado».

Los nuevos lazos de familia han ayudado a relajar al miembro de la fraternidad de gladiadores que más presión sufren cuando juegan la pelota. 

«Ser un cerrador es un trabajo difícil», comentó el manager de los Cascabeles, Bob Melvin. «Cuando las cosas no te van bien desempeñado ese papel, pierdes el juego. No hay otra posición en el terreno que tiene tanto significado en la última entrada.

“Si tu equipo está dominando un partido por ocho entradas y tu terminas perdiéndolo, eso puede ser algo difícil de tragar». 

Melvin ya sabe como sacarle lo máximo a Valverde. «Algunos necesitan que le den una patada en el trasero, otros necesitan que le den una palmada en la espalda. Constantemente recordándole a él que él es un lanzador dominante, que él es un gran lanzador , a veces eso lo ayuda a reponerse después de que él atraviesa por un mal juego,» confeso el piloto.

«Él es un tipo que internamente, carga un juicio crítico sobre si mismo muy fuerte». 

Valverde reconoce eso y por esa razón y muchas otras considera que su hija es una bendición. Ella le ha cambiado su punto de vista del mundo. 

«Es una perspectiva mas profunda de lo que es el béisbol; de lo que uno tiene que enfocarse y dedicarse hoy en día».

Valverde ahora también entiende mejor el refrán que dice: «una hija, una maravilla».

Y para los Diamondbacks también ha sido una maravilla el trabajo que ha presentado el cerrador que prometió rescatar 50 partidos antes de que comenzara la temporada del 2007.