Su momento glorioso

Su momento glorioso

Más que los aplausos suecos al progenitor, más que los recuerdos de noches en las pasarelas de la frivolidad cosmopolita, más que la aventura juvenil de seguidor de Haile Selassie que provocó aquel artículo, “Mi hijo el Rasta”. Más que las confesiones rosas y las indiscreciones que comprometen a los miembros de las elites internacionales, el antiguo jefe de misión del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) atesorará su estada en el país. Guardará como hazaña memorable la temporada.

Le contará a la progenie, interna en la quietud helvética, la reacción de algunos criollos. Repetirá ditirambos inexplicables a su persona, redactados por aquellos que intentan imponer sus designios porque sí. Remedo de Malinche y Efialtes.

Sin dudas, la experiencia servirá para choteo familiar en las noches caribeñas de año viejo. Es que ha sido rocambolesco. Como si se tratara de un episodio en la ínsula Barataria. Detalles vernáculos, arrebatos que ni el tiempo enmienda. Transformaron una encomienda en insólito heroísmo. El beneficiario aún debe estar asombrado. Nunca pretendió la gloria pero aquí la consiguió. Tuvo que frenar la exposición en portadas rosas para asumir el peso de una misión, aupada de tal forma, que el escape fue el relevo.

Cruz pesada y recompensa exigua. De Héroe Discreto y sin ser Celta para soñar, fue guiñol de la civilización del espectáculo. Contra viento y marea, ha contribuido a la verdad de las mentiras, para convertirse en Pez, nadando en aguas que ensuciaron otros. No es Travesuras de Una Niña Mala, se trata de arriesgar, de comprometer un pueblo.

Cuando le confesó a su padre que se dedicaría a la función humanitaria, y nada mejor que hacerlo desde la ONU, jamás pensó, que la advertencia de Warhol se haría realidad. El reloj desvencijado de una isla con dos países marcó los minutos de fama. Mario Vargas Llosa, en “La Frontera” describe la dualidad mil veces recreada y estudiada: República Dominicana: un país pobre que mejora; Haití, un miserable país -el más atrasado del hemisferio occidental- que empeora sin tregua, sumiendo a su desdichada humanidad, cada día más, en un infierno de hambre, desempleo, violencia y desesperación.

Como, a diferencia de los individuos, no hay límites para el infortunio de todo un pueblo -los países siempre pueden estar peor-. Lo más grave de la desdicha haitiana es que no se vislumbra en el horizonte la menor señal alentadora. El funcionario que llega con una propuesta de alianza y convivencia, declara: Yo, que llevo más de 20 años en el ACNUR, he trabajado en más de diez países, pocas veces en mi vida he visto una generosidad como esa que he visto aquí. La República Dominicana fue el primer país en responder, después del terremoto (HOY 29.XI.2011). El jefe de misión de ACNUR, también explicó, en ese momento, el concepto de refugiado, conforme a la definición de tratados y convenciones.

“Los migrantes salen por situaciones económicas, los refugiados huyen de su país por un temor fundado en persecución política, étnica o religiosa.” Pero todo se derrumbó después de la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional y nunca se compuso, a pesar de los esfuerzos jurídicos reales, urgentes, para intentar establecer una política migratoria como haría cualquier estado del planeta.

Azuzador y azuzado. La templanza y el rigor se escaparon por la ventana, en lugar del miedo. Después de Robert Pastorino y de algunos inolvidables observadores electorales, ningún otro agente extranjero ha provocado tanto. Empero, nada importa. El misionero parte en andas de gloria y para la gloria. Como si no se percatara de algo que describe José Israel Cuello, con la maestría que lo caracteriza.

“El país, se ha convertido en un importador neto de pobres y necesitados, de analfabetas y enfermos, que disputan a los ya muchos pobres locales, su lugar en el estrecho camino que conduce a las superaciones individuales del estado de carencias en que nacieron.

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