Su primer día en la escuela

Su primer día en la escuela

El primer día de clases de un hijo suele provocarles cierta angustia a muchos padres, pues desconocen la reacción del niño cuando tenga que quedarse en un lugar nuevo, sin ellos.

Y no es para menos. Hay niños a quienes les cuesta adaptarse a esta nueva experiencia y lo reflejan de una manera que puede llegar a preocupar a sus padres.

La educadora y psicóloga Virginia Pardilla, directora del centro educativo Montessori Learning Center, señala que lo primero que se debe tener presente es que a los niños hay que estimularlos temprano. De ahí que recomienda llevarlos al colegio a partir del primer año de edad. “En los últimos estudios de psicología, se ha descubierto que mientras más temprano se estimula el niño, adquiere mucho más destrezas”, asegura, debido a que tienen más elasticidad cerebral.

Además de desarrollar el potencial de los pequeños al máximo, cuando están en un centro de estimulación con profesionales entrenados, estos pueden dar una voz de alerta a los padres, en caso de que exista alguna condición especial en el niño, para que se empiece a trabajar a tiempo.

“Puede haber problemas del habla, de psicomotricidad, cognitivos, que se pueden solucionar temprano”.

Preparación previa. Tanto Virginia Pardilla como Renée Menara, ambas especialistas de la conducta, lo ideal es iniciar un proceso que no debería comenzar el primer día de clases. Debe haber una preparación previa y paulatina, que inicie unos días antes.

“Hay que llevarlo antes para que conozca el lugar y a los profesores. Y si el centro educativo lo ofrece, se debería poner en el campamento de verano del mismo para que el niño socialice con el plantel y el personal”, indica Padilla.

Las semanas previas, es importante decirles que ya está creciendo, que pronto irá a un lugar muy divertido, donde habrá personas amorosas que lo van a cuidar, pero que también le van a enseñar muchas cosas buenas, que conocerá nuevos amigos… para que el niño tenga expectativas positivas.

Cuando llegue el día. “La noche antes hay que acostarlos temprano, porque está comprobado que cuando los no duermen bien, el humor les cambia y se alteran. Ese día debe fluir en orden, sin ajetreos ni contratiempos; hay que minimizar la cantidad de estrés”.

Cuando lleguen al centro, lo primero que hay que hacer es presentarles a su profesora y despedirlos con un un abrazo y un beso. Hay que dejarles saber que te vas, pero que vuelves en un rato a buscarlo y estas personas lo van a cuidar bien hasta que tú llegues.

¿Y si llora? Lo abrazas, lo besas y le repites que volverás a buscarlo más tarde. “Pero déjalo. Porque hay padres que se ponen ansiosos y no quieren irse. Y esa no es la mejor opción, porque el niño puede percibir esa ansiedad y se preocupará. El papá o la mamá debe darle la seguridad de que él sabe que lo está dejando en muy buenas manos.

Por lo general los profesores que están capacitados para trabajar con niños de esa edad tienen técnicas para irlos calmando. Y en caso de que el niño llore por mucho tiempo, los maestros llaman a los familiares para que vayan a buscarlo más temprano.

Cuando lo vayan a recoger, debes ser puntual. Si ellos ven que los demás se están marchando y papi o mami no llega, sentirán ansiedad.

Después del colegio, es bueno preguntarle cómo le fue, qué aprendió… conversar sobre ese día y motivarlo a seguir yendo.

El proceso. “Si pasa un mes y el niño no se ha adaptado, es conveniente acercarse al equipo de psicólogos del colegio para buscar estrategias más profundas y personalizadas con que ayudar a ese niño, y hacer un trabajo en equipo”. Pardilla cuenta que en el proceso de adaptación hay niños que nunca lloran; otros lloran el primer día y se calman a la semana; en cambio otros duran dos o tres semanas para adaptarse. Pero ya al mes deberían haberlo superado.

“Hay niños que no lloran la primera semana, pero lo hacen luego. Entonces el padre piensa que le pasó algo, pero no necesariamente es así. Puede ser que el niño se empezó a dar cuenta de que eso no es un juego, sino algo para siempre. No es frecuente, pero puede ocurrir. Dependerá mucho del apego del niño a la familia y de la dinámica que tenía.

Por eso es importante que al niño se le cree un hábito antes de entrar al colegio. Levantarlo temprano, merendar a la hora que se merienda en el centro, para que no haya cambios bruscos.

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