Subsidio + estatización = retroceso

Subsidio + estatización = retroceso

JOSÉ LOIS MALKUN
Hemos caído en picada en casi todos los ámbitos. Las evaluaciones internacionales nos ubican entre los países de peor desempeño cuando se trata de la educación, el tráfico de mujeres y niños, la prostitución infantil, la desnutrición, la inseguridad ciudadana, la desigualdad en el ingreso, la mortandad infantil y materna, el desarrollo democrático, la transparencia institucional, los servicios portuarios, la corrupción, la xenofobia y el tráfico de drogas.

A esto le sumamos una nueva estrategia gubernamental de estatización y subsidios indiscriminados que nos conducirá a un retroceso de 15 ó 20 años. No es por otra cosa que la reelección, sin importar el partido en el poder, es la peor desgracia de los dominicanos. Y eso no se acaba de entender. No tengo dudas de que el modelo de privatización implementado en muchos países del continente, incluyendo el nuestro, tuvo sus fracasos y frustraciones, pero no es menos cierto que parte de la culpa la tuvieron los propios Gobiernos, por la forma corrupta con que se realizaron esas privatizaciones.

Lo que no se equivoca es que cuando una empresa privatizada, se estatiza de nuevo por cualquier razón, las cosas empeoran. Nadie duda y menos yo que viví esa experiencia, la funesta administración de Edenorte y Edesur por parte de Unión Fenosa, propietaria del 50% de las acciones. Esta empresa española engañó al Estado Dominicano y no cumplió sus compromisos contractuales.

 Pero antes de estatizarla lo ideal hubiera sido que otra empresa del sector privado adquiriera las acciones de Unión Fenosa, aun dándole incentivos especiales a esos nuevos inversionistas, ya que hubiera salido menos costoso para el Gobierno y más beneficioso para los usuarios.

Ahora la cosa es peor, porque después de un concurso internacional realizado por la Shell y de haberse proclamado una empresa ganadora, el Gobierno decide comprarla. ¿Pero a qué precio? Porque el ofrecido por la empresa ganadora es mucho mayor de lo que vale realmente ese 50% de la Refinería Dominicana de Petróleo.

No pasará mucho tiempo sin que se anuncie también la compra de Edeste y de grandes plantas eléctricas. El Gobierno está en eso desde hace tiempo y será otro error costoso.

A esto se suma una avalancha de subsidios indiscriminados que ponen el peligro la estabilidad. Estos se extienden al financiamiento, a las zonas francas, a hospitales privados, al gas, a la electricidad, al gasoil, a los miles de choferes pro gobierno, al transporte de pasajeros y de carga, a la agricultura y la ganadería, a cientos de ONG y a decenas de medios de comunicación y difusores de la gran obra gubernamental, donde se gastan miles de millones anualmente.

A esto se adiciona más de medio millón de personas cobrando en nóminas, nominillas y proyectos. Otros 300 mil en la tarjeta de solidaridad, de cuyas auditorías no se sabe nada. Lo que viene con el Metro. Y las múltiples barbaridades que se cometen con todo el dinero que esta administración ha manejado ¿seguiremos aumentando los impuestos a los que producen para financiar este deprimente espectáculo público?

Los subsidios nunca han contribuido con el bienestar de la gente. Terminan convertidos en instrumentos políticos de los gobiernos de turno. Generalmente, benefician más a los ricos que a los pobres. A la larga se convierten en una carga permanente que erosiona las finanzas públicas. Y para colmo, es la fuente donde se nutre mayormente la corrupción pública. Para muestra algunos botones: El multimillonario subsidio al arroz, beneficia muchísimo más a los poderosos molineros que lo procesan que a los campesinos que lo producen. El subsidio al transporte público ha creado muchos nuevos multimillonarios. Y gas licuado de petróleo llega a mi casa subsidiado.

Recomendamos al Gobierno que lean el artículo del Padre Alemán sobre Incentivos, subsidios y externalidades, publicado en el Hoy del 1ro. de noviembre, el cual no tiene desperdicios. Y para concluir citamos un párrafo del mismo «la amplitud del campo de las externalidades es sustancialmente mayor que la de los subsidios» sin obviar que no se puede prescindir de algunos. Esas externalidades pueden favorecer al mismo tiempo al sector productivo como a los estratos sociales menos favorecidos, sin riesgos de perversidad y beneficio propio.

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