Sudáfrica ya piensa en el legado de Mandela

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JOHANESBURGO, Sudáfrica. AP. El escritorio luce impecable y los libros se ven cuidadosamente alineados en la biblioteca de la oficina de Nelson Mandela en una fundación de Johanesburgo que lleva su nombre, pero el expresidente sudafricano y héroe de la lucha contra el régimen de segregación racial no trabaja allí desde hace años.   

El cuarto minuciosamente preservado es uno de los muchos homenajes al legado de un exprisionero que llegó a ser tan venerado por sus esfuerzos para reconciliar una nación dividida por raza que muchos sudafricanos ni se atreven a hablar abiertamente sobre la posibilidad de su muerte. Esa reticencia está empezando a resquebrajarse en momentos en que el paciente de 94 años recibe tratamiento por una infección pulmonar persistente el martes, en su cuarto día en un hospital de Pretoria.   

El presidente Jacob Zuma dijo a la emisora estatal SABC que el estado de Mandela era “muy grave”, pero agregó que se había estabilizado.   

El pueblo eleva plegarias por Mandela mientras se deteriora la salud del héroe nacional agravada por una serie de internaciones hospitalarias en los últimos meses. La descripción de Mandela como “devastado por el tiempo” en la declaración de una fundación dirigida por el arzobispo retirado Desmond Tutu y su esposa, refleja el estado frágil del reverenciado paciente.  

Los temores por su salud se han intensificado en las últimas semanas, desde que un video difundido en abril por la televisión estatal lo mostró silencioso e insensible, aun cuando el presidente Zuma trataba de tomarle la mano.    

“Ha sido un luchador muy fructífero, pero es humano”, comentó Thabiso Masemola, un estudiante de 21 años. “Ha llegado a un momento de su vida en que necesita descansar. Déjenlo ir, déjenlo ser. Ha concluido su propósito en la vida”.   

Esa opinión se está generalizando a medida que los sudafricanos observan la declinación en la salud de Mandela, que pasó 27 años preso durante el régimen de minoría blanca y que pasó a ser el primer presidente negro consagrado por las primeras elecciones universales en 1994. En el otro extremo del espectro persiste la obstinada esperanza de que esta figura de dimensiones heroicas de algún modo desafíe a la muerte.   

La aversión a acallar toda alusión al final de su vida deriva en parte del respeto tradicional a la vida, pero también de la adulación que se le tributa en un país que ha estampado la imagen de Mandela en los billetes de su moneda y que le ha dedicado bustos y estatuas por toda la nación. La intensidad de la emoción entre algunos sudafricanos anticipa el estallido que acompañará a Mandela al final de su vida.    Mzinkosi Tantsi, chofer de un vecino de Mandela en el vecindario de Houghton, en Johanesburgo, dijo que considera una “bendición” haber estrechado la mano del expresidente.   

“Lo veo como mi padre”, comentó el niño Kutlwano Hlabana, cuyo grupo escolar visitaba el Museo del Apartheid, que documenta el sistema represivo de segregación racial y la lucha contra el régimen. El museo invita a los visitantes a experimentar la arbitrariedad del sistema haciéndoles elegir entre dos entradas con las leyendas “Blancos” y “No blancos”.   

Para la residente de Johanesburgo Mokgadi Mabuti, el sacrificio de Mandela y su aporte a la reconciliación representan un bálsamo sicológico. Le asusta la idea de su desaparición aunque Sudáfrica, pese a sus desigualdades y otros problemas sociales, está relativamente estable.   

“Me preocupa lo que pueda pasar cuando muera”, afirmó. “La mayoría de las cosas que han sucedido en Sudáfrica se deben a él, y por eso no me resigno a perderlo”.   

Mabuti prefiere eludir el tema y apela a una cita bíblica sobre el poder de las palabras. “La lengua es muy poderosa. Lo que uno dice con la lengua puede proyectarse al futuro”, dijo. “Por eso no es bueno que hablemos de él como si ya no existiera”.   

Algunos sin embargo piensan en posibles beneficios, sobre todo en Qunu, el pueblo rural en la provincia de Cabo Oriental donde Mandela transcurrió su niñez. El periódico Sowetan reportó que algunas personas se preparan a ofrecer cuartos en alquiler en sus hogares suponiendo que llegarán muchos visitantes si muere.   

——————    El periodista de Associated Press Wandoo Makurdi contribuyó a este informe desde Johaesburgo.

 

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