Sueldo número 14

Sueldo número 14

En las décadas de los años 40 y 50 del pasado siglo 20, tres grandes librerías suplían la demanda de libros de textos y de otros materiales didácticos de la ciudad de Santo Domingo y del interior del país: la Librería De La Rosa -por supuesto-, la Librería Amengual, y la Librería Dominicana. Desde días antes de la fecha de apertura del año escolar, 15 de septiembre, esos establecimientos permanecían abiertos al público desde las 7 de la mañana hasta la nueve de la noche. A pesar de que los libros de texto eran relativamente más caros que ahora, los padres de familias podrían adquirirlos sin grandes sacrificios. Era que en tiempos de la dictadura trujillista iba a la escuela quien podía; nadie se quejaba, ni mucho menos alegaba tener derecho a educarse.

En tiempos de Trujillo, la cobertura de los niveles primario y secundario era de menos de un 30% y de un 10%, respectivamente. El analfabetismo entre personas adultas superaba el 80%. Poquísimo jóvenes, menos del 1%, de edades comprendidas entre los 18 y 30 años, podían cursar estudios superiores en la única universidad que existía entonces, la Universidad de Santo Domingo. Claro está, que esas cifras no eran de dominio público. Si nos abstenemos a los datos que aparecían en los periódicos de la era, la República Dominicana era la cuna de la civilización de América; era todo un paraíso gracias a las sabias directrices del Generalísimo doctor Rafael Leónidas Trujillo Molina, Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva.

Afortunadamente, los tiempos han cambiado. A pesar de los pesares, la República Dominicana de hoy es país mucho más próspero que ayer. En la actualidad, la cobertura escolar del nivel primario sobre- pasa el 80%; en tanto que en los niveles medio y superior va más allá de un 35 y 24 por ciento, respectivamente. Hoy, miles de jóvenes disfrutan de oportunidades de progreso que ayer pocos podían alcanzar.

La entrada de los grandes supermercados y almacenes en el negocio de libros de texto y de materiales didácticos ha contribuido con su abaratamiento. También, el hecho de que el Ministerio de Educación cada  año distribuya millones de libros de texto entre niños y adolescentes que cursan estudios en escuelas, politécnicos y liceos públicos. A pesar de ello, el envío de un niño a la escuela o a un colegio privado todavía supone para los padres un gasto ascendente a varios miles de pesos, lo que resulta oneroso para muchas familias pobres y de clase media, por lo que miles de estudiantes no pudieron asistir a clases el 17 de agosto recién pasado, fecha en que se iniciaron las clases en las escuelas públicas y en los colegios privados.

Hace unos años, lanzamos la idea de un sueldo número 14 que habrían de recibir en el mes de agosto de cada año los empleados públicos y de instituciones autónomas del Estado para cubrir los gastos de envío de sus hijos a la escuela o colegio desde el inicio del año lectivo. Algunos legisladores la hicieron suya y, sin mal no recordamos, el Congreso aprobó una ley al efecto que no llegó a ser promulgada por el Poder Ejecutivo. Aprovechamos que estamos en tiempos de campaña política para reiterarla.

El autor de esta crónica no es especialista en materia de finanzas públicas, por lo que no sabe a ciencia cierta si, en estos momentos, el gobierno dominicano dispone de recursos suficientes para hacer realidad la idea del sueldo 14. Si no es posible, aspiramos a que esa idea permanezca en agenda en espera de tiempos mejores.

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