¡Sueño cumplido!, Ecuador clasifica a octavos de final en el Mundial

¡Sueño cumplido!, Ecuador clasifica a octavos de final en el Mundial

POR OSCAR GONZÁLEZ
Hamburgo (EFE).-
La selección ecuatoriana cumplió su sueño con más facilidad de la prevista, goleó a Costa Rica (3-0) y entró por adelantado en los octavos de final de Alemania 2006, gracias a las facilidades dadas por un triste rival, al que no le queda más que buscar un triunfo en el «amistoso» contra Polonia, para adecentar su imagen.

Ecuador aprendió el camino ante Polonia y repitió el esquema para alcanzar el éxito; goles de Carlos Tenorio, Agustín Delgado e Iván Kaviedes, y control del encuentro. Costa Rica, sin embargo, no supo cómo rentabilizar los aspectos positivos que había mostrado en la inauguración y, esta vez, siquiera contó con Paulo Wanchope, desconectado todo el partido.

Con una defensa de cristal, el equipo de Alexandre Guimaraes sepultó sus esperanzas, una vez más, en el primer tercio del encuentro. Con la máxima efectividad, el del colombiano Luis Fernando Suárez supo antes de tiempo que la clasificación estaba en sus manos, porque el contrario apenas le exigió.  Ambos se atuvieron a lo mostrado en el torneo.

Costa Rica encajó un gol en la primera llegada y los ecuatorianos se encontraron con el partido de cara nada más empezar.

Por eso, de nada sirvió que la selección centroamericana saliese dispuesta a imponer el ritmo del encuentro, porque en la primera ocasión en que el balón entró en su área, Carlos Tenorio lo cabeceó a la red, tras un buen pase de Luis Antonio Valencia (m.9).

Con todo a favor, los ecuatorianos escondieron la pelota, durmieron el partido y tocaron para desesperar al rival, pero siempre con un fin último, el que les permitió disparar hasta en cuatro ocasiones antes del primer cuarto de hora, gracias a la bondad mostrada por los «ticos» en la banda izquierda, por donde Valencia creó todo el peligro.

A Costa Rica no le sirvió, siquiera, el cambio de rumbo de su técnico, que a la media hora quitó un centrocampista (Danny Fonseca) para introducir un tercer punta (Alvaro Saborío).

Ni así. Costa Rica tardó más de 40 minutos en rematar con peligro, con un testarazo de Douglas Sequeira, que solo en el segundo palo, envió el balón fuera.

Ecuador, al contrario, aún tuvo otra oportunidad antes el descanso, pero ni Tenorio ni Agustín Delgado llegaron al centro de Ulises de la Cruz.

No importó, porque no tuvo que esperar mucho para comenzar a celebrar su pase a octavos. Apenas once minutos del segundo tiempo y la fiesta en las gradas era totalmente ecuatoriana, porque el «Tin» Delgado había culminado una buena jugada dentro del área con un potente disparo en el palo que defendía, con escaso éxito, José Porras.

La gente bailó, cantó y saltó en el Ecuador

Quito (EFE).- «Sí se puede», fue la frase que a todo pulmón gritaron en Ecuador lo aficionados al fútbol formando así un gigantesco coro que se repitió en casas, oficinas, restaurantes, calles, avenidas, pueblos y ciudades, donde estalló la alegría por el triunfo de Ecuador sobre Costa Rica (3-0).

El jueves se convirtió literalmente en un «viernes chiquito» por la fiesta, aunque sea momentánea, que provocó el triunfo de Ecuador, el segundo en su participación en el torneo Alemania 2006, en el que también ganó a Polonia por 2-0.

«Sí se puede, sí se pudo y siempre se podrá», gritaban, cantaban y bailaban los ecuatorianos, ataviados con la camiseta amarillo, azul y rojo de la selección, conocida como «La tri», por los tres colores de la bandera del país.

En las calles de la capital, pocos transeúntes, algunos vestidos con la camiseta de la «tri» se enteraban de las emociones del partido al escuchar los gritos que salían de atrás de las paredes de edificios de bancos y otras empresas donde, pese a ser horario de trabajo, se seguía el cotejo en Alemania.

Los que no alcanzaron a llegar a su trabajo o empleados de la construcción, entre otros, no dudaron en arremolinarse en los ventanales de restaurantes para ver a la selección.

La emoción del primer gol unió en abrazos a amigos, desconocidos, a altos y bajos, a gordos y flacos, a empleados y desempleados que desde la acera veían el cotejo a través del ventanal de un restaurante en el norte de Quito.

Un chófer se las apañó para continuar con su trabajo y no perderse el partido mientras esperaba a su jefe en la calle y con una televisión portátil compartía el fútbol con otro colega desconocido y un vendedor de caramelos.

Un guardia de seguridad abría y cerraba las puertas de un edificio en la zona comercial de Quito, con un ojo puesto en las medidas de seguridad y el otro en una pequeña televisión que escondía en su escritorio.

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