Sueño de Hollywood desembarca en una isla española golpeada por crisis

Sueño de Hollywood desembarca en una isla española golpeada por crisis

PLAYA DE SANTIAGO, España. AFP. Pese a ir descalzos y vestidos con andrajos, las estrellas que desembarcaron en la pequeña isla canaria de La Gomera para rodar la próxima película del estadounidense Ron Howard traen un balón de oxígeno a una España golpeada por el desempleo.

Con rostro relajado y sonriente pese a encarnar a supervivientes famélicos, los actores Chris Hemsworth, estrella de filmes de éxito como «Thor», y Tom Holland, uno de los adolescentes de «Lo imposible», se dejan fotografiar con los fans.

Sobre las piedras negras volcánicas de la Playa de Santiago, pequeño puerto perteneciente a la localidad de Alajeró, de 2.000 habitantes, se alzan varias chozas de paja frente a los restos de un viejo campanario construidas para el rodaje de «In the Heart of the Sea» (En el corazón del mar), producida por Warner Bros y Roadshow Pictures.

Basada en los hechos reales que inspiraron la novela «Moby Dick» (1851), del estadounidense Herman Melville, la próxima película de Howard narra las aventuras, marcadas por el hambre, la sed, los asesinatos e incluso el canibalismo, de la tripulación del ballenero «Essex», que naufragó en 1820 tras el ataque de un cachalote.

Enorme velero incluido, esta gran producción de Hollywood desembarcó hace más de tres meses en el pequeño puerto, cuyos bares y restaurantes están desde entonces abarrotados.

Un maná bienvenido en las Islas Canarias, una de las regiones de España más golpeadas por la crisis, con un desempleo de 35,1%.

«¡Esto es una maravilla, ojalá rodaran películas todo el año!», exclama Sandra Lorenzo, de 36 años, propietaria del restaurante Los Chicos. «Nos tienen contratados muchos menús diarios desde hace un mes y pico», agrega.

Todo el puerto se tranformó en un decorado: decenas de contenedores guardan los accesorios y el material de rodaje, mientras otros sirven de camerinos y oficinas, y una decena de embarcaciones llevan y traen a los miembros del equipo de la playa a alta mar.

Los empleados y las estrellas de la película, que llegaron hace unos días, se alojan en los hoteles y apartamentos de la localidad.

Quemadas por el sol, las falsas palmeras sobre las chozas de paja sacaron a José María Chinea, el carpintero de 51 años que las construyó, de una difícil situación.

«Llevaba tres años en paro y a mi edad ya es para siempre, pero míreme, ¡ahora trabajo para Hollywood y mi hijo también!», se alegra.

En la vecina isla de Fuerteventura, el cineasta británico Ridley Scott («Blade Runner», «Gladiador») rueda desde el lunes con un equipo de 400 personas su nueva película «Exodus», inspirada en la historia bíblica de Moisés, tras varias semanas pasadas en Andalucía, la región con el más alto desempleo, 36,4%.

Atraídas por un sueldo de 80 euros al día, unos 108 dólares, miles de personas habían habían hecho horas de cola en agosto para lograr un puesto de extra en el filme, que comenzó a rodarse en los paisajes casi lunares de Almería.

La llegada de estas grandes producciones a España trae un balón de oxígeno a un sector cinematográfico que sufre los efectos combinados del alza del IVA a los productos culturales, el recorte de las ayudas y la caída del consumo.

Consciente de su importancia, una comisión parlamentaria aprobó el martes una iniciativa propuesta por los diputados del partido conservador en el poder que llama al gobierno de Mariano Rajoy a «apoyar a las entidades que actúan como instrumentos al servicio de la producción cinematográfica y a fomentar los rodajes internacionales en España por su impacto como elemento dinamizador de la economía española».

«El recorte a la industria y el abusivo IVA está ahogándonos», denunció Fernando Sánchez, director del catering «Cuchara de Palo» de Playa de Santiago. «Es muy bueno que las grandes productoras norteamericanas pusieran sus ojos en Canarias», agregó.

Pero su tiempo aquí está contado y Chinea es consciente de ello. «La pena es que se vayan pronto, porque en mi casa no entra más dinero ahora», lamentó el carpintero.

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