Sueño libertario

Sueño libertario

Un día como hoy, hace 162 años, comenzó a materializarse el sueño libertario de Los Trinitarios, inspirado en el pensamiento del más puro de cuantos seres humanos hayan nacido en este territorio: Juan Pablo Duarte. Hombres de fe, valientes y desprendidos, creyentes en Dios en la patria y en la libertad, iniciaron un histórico movimiento que dio al traste con la intervención haitiana de veintidós años que sufríamos, expulsó al invasor hacia su suelo y permitió el nacimiento de la República Dominicana.

Ese hecho separatista, sin embargo, fue traicionado por gente que nunca creyó en la República y que traicionó a su creadores. Esos traidores entregaron la libertad lograda a base de tanta sangre derramada en la lucha contra el haitiano invasor y España sentó reales de nuevo en el mando de la vendida nación.

El amor a la libertad, empero, ya había prendido de verdad, y en 1863 se inicia la lucha que expulsa al español y devuelve la condición de país soberano, cuando menos en teoría, a la República Dominicana.

-II-

Son muchos los sufrimientos que ha padecido el pueblo dominicano en su vida republicana. Su vida política ha sido sumamente accidentada, y gran parte de esa vida republicana ha estado bajo la égida de largas y oprobiosas tiranías, conculcadoras de los más elementales derechos humanos. Dos groseras y criminales intervenciones militares norteamericanas han debido soportar los dominicanos, pese a enfrentar una desigual resistencia a la gran potencia que antepone sus intereses a todos sin tomar en cuenta los de los demás.

Aunque dando tumbos en los últimos cuarenta años, el país ha disfrutado de las más elementales libertades públicas, pero ese hecho no le ha permitido combatir con efectividad las desigualdades sociales que son visibles por todas partes.

El país ha tenido que soportar sectores de poder político y económico con tan poca visión y tantos deseos de explotación, que hacen que los más necesitados crean que hacer dinero es un pecado capital y que provocan que otros grupos consideren que el dinero tiene que hacerse y a “o cualquier precio”, pues desde arriba se delinque sin sanciones ¿por qué satanizar a los de abajo que procuran fortuna aún a base de ilegalidad?

Sin creación de riquezas legítimas solo habrá repartos de pobreza. La riqueza que se forma a base de operaciones fraudulentas, de estafas al Estado, es una riqueza que a la postre empobrece y que debe ser castigada por una verdadera justicia. Es una riqueza maldita que pide una voluntad política que la haga desaparecer de la faz de la tierra.

-III-

Es evidente que el país, en el orden material, ha procesado en el último medio siglo. Pero lo que ha hecho en una forma en que se margina al ser humano de ese progreso y por eso hay problemas que se agudizan, en vez de mejorar, como son los de la salud y los de la educación.

Nuestros pro hombres del 44 y del 63 querían que los dominicanos fueran iguales ante la ley, que la justicia fuera verdaderamente ciega. En ese campo, vital para el establecimiento de una sociedad auténticamente libre, es mucho cuanto nos falta por realizar. Hay que desterrar, para siempre, ese viejo concepto salvaje de que la ley se ha hecho para aplicarla a los enemigos.

Importa, por encima de todas las cosas, que los dominicanos crean en la República Dominicana, que luchen por el bienestar de la República Dominicana, que se sientan, todo el tiempo, verdaderos hijos y herederos de los hombres que conformaron la tríada inmortal.

El entreguismo debe ser desterrado, para siempre, pues el entreguismo es, siempre, pura traición. Y recuérdese que el Duarte inmortal lo advirtió hace ya más de siglo y medio; mientra no se escarmiente a los malos dominicanos, los buenos dominicanos serán víctimas de sus maquinaciones.

Hoy, al conmemorarse un nuevo aniversario de la gesta de febrero de 1844, invocamos, reverentes, la memoria de nuestros padres fundadores y a ellos pedimos que iluminen a los hombres y mujeres que tienen la responsabilidad de conducirnos por el camino recto y honrado, sin contemporizar, bajo circunstancias alguna, con quienes consideran que la patria la heredaron para sus funestos fines personales y de grupos.

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