Sueños de subversión

Sueños de subversión

“Subvertir” es trastornar, perturbar o destruir, algo que encontramos previamente edificado, admitido y aceptado. El vocablo se usa lo mismo en el orden moral que en el ámbito político; también es utilizado en el mundo económico y en asuntos militares, aunque de manera más restringida. Con mucha frecuencia los gobernantes apresan a los disidentes y los acusan de “intentar subvertir el orden público”. La frase sacramental reza: fue incoado un proceso judicial contra el extremista fulano de tal, “por subvertir el orden legítimamente constituido”. Esto ocurre en todos los países, bajo gobiernos de izquierda y de derecha, sean legítimos o no.

Pero es dable que la palabra “subversión” adquiera un tinte significativo relacionado con “regeneración”, conversión o reedificación. La gente común, el pueblo llano, está harto de que la vida política dominicana sea una serie continua de frustraciones y calamidades. Tenemos que soportar personajes políticos que nos producen risa, repugnancia o temor; su conducta suele tildarse de “impropia”. A pesar de que no apreciamos sus ejecutorias, ni los rasgos básicos del carácter de esos personajes, no hacemos nada para limitar sus acciones e influencias en nuestra vida colectiva. Pero así como han surgido “clubes de servicio”, instituciones sin fines de lucro, yo espero que se organicen “grupos subversivos” en el futuro cercano.

Los partidos políticos “protegen” a varios de sus miembros dedicados al “energumenísmo”. Los usan como toros bravos o máquinas para embestir. Una vez “removido el obstáculo” que se desea salvar, el energúmeno es retirado de circulación por algún tiempo. Esto ha ocurrido en tiempos de Buenaventura Báez, de Trujillo, de Balaguer; y desde luego, continúa ocurriendo en nuestro tiempo. Siempre los ejércitos han tenido “tropas de choque”; ahora tenemos periodistas de choque y políticos de choque.

En Santo Domingo los cambios sociales y políticos parecen tener una periodicidad de treinta años. 1808: la reconquista; 1838: fundación de La Trinitaria; 1868: los seis años de Báez; 1899: muerte de Lilís; 1930: ascenso de Trujillo; 1959-1961: desaparición de Trujillo. Desde 1960 hasta acá han transcurrido 54 años; esto es, un periodo de 30 años de democratización y crecimiento económico; más dos décadas desiguales y contradictorias. ¿Veremos surgir algunos “cambios subversivos” en los próximos seis años?

 

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