Maestras normales y sufragistas, las «constructoras de la ciudadanía dominicana» de las primeras cuatro décadas del siglo XX, son un referente necesario y vigente que permite recolocar temas aún pendientes en el país.
Ellas, mientras agenciaban derechos civiles y políticos para legarnos la ciudadanía, enarbolaban sus voces para que la República Dominicana, en todos sus confines, fuera abierta una escuela, espacio que consideraban tan trascendental para la «ilustración» de más mujeres y niñas, como lo hacían sufragistas coetáneas en toda Iberoamérica, y también con una mirada especial hacia la niñez y juventud de los territorios rurales.
Como muestra de sus acciones por un sistema educativo más inclusivo, afortunadamente, en la revista Fémina, se encuentra un editorial para esa «historia no contada» firmado por la ama de casa y periodista Consuelo Montalvo de Frías, y que aparece en la portada del primero de noviembre de 1927.
Con el título «Una necesidad imperiosa», Montalvo de Frías crítica el plan educativo de aquel entonces: «Todos saben que no puede haber producido donde no hay productores. El pueblo dominicano no es un buen productor por falta de educación adecuada.
El pueblo dominicano es inteligente; apto para asimilar cualquier enseñanza, pero se encuentra en una gran dificultad para su completo desarrollo: su sistema educativo que produce el burócrata por necesidad, o lo que es peor, cabeza sin brazos, o brazos sin cabezas».
Si bien, tras la vuelta de la soberanía nacional en 1924, se implementaba un programa de alfabetización; para Montalvo de Frías «la enseñanza obligatoria que destruye el analfabetismo no llena el programa que necesita el pueblo dominicano en su educación para el desarrollo: conjuntamente con la cultura intelectual debe comenzar la cultura manual. Los artes y oficios deben comenzar en la primera edad».
La postura de la sufragista Consuelo Montalvo de Frías no solo es referencial y demostrativa de la amplia causa feminista. Se trata de una argumentación pionera por una educación más inclusiva, centrada en las escuelas de artes y oficios como una manera de que la instrucción no fuera exclusiva para la aristocracia, sino extensiva para el pueblo dominicano, así como para impulsar la producción agrícola, fundamentalmente, y propiciar la independencia económica de quienes siembran la tierra y empezaban a poblar las fábricas.
Consuelo Montalvo de Frías critica el plan educativo de entonces
El pueblo de RD no es buen productor por falta educación adecuada, dice
La postura de la sufragista es una argumentación pionera