Sugerencias al alcalde del DN y otros

Sugerencias al alcalde del DN y otros

Hace unos años escribí sobre el intrincado enmarañamiento y embarullado aspecto físico del tendido eléctrico en nuestra ciudad capital y otras ciudades del interior, sin que las compañías responsables se ocupen de regular y ordenar este antiestético espectáculo, que no solo afea la ciudad, sino que denigra a sus responsables, si estos dieran la cara.
Afortunadamente en la ciudad Colonial, por una iniciativa de una organización internacional, se ha procedido a soterrar los cables y a eliminar postes que por su edad, representan un peligro ante su eminente fin de su tiempo útil. Sin embargo, como ha sido costumbre en nuestros funcionarios; se adoquinaron las calles y se construyeron las aceras, todo lo cual significa, que tanto los adoquines como el cemento de las aceras, serán removidos para realizar el tendido de los nuevos cables y los transformadores.

Nuestra ciudad ha sido afortunada de que no haya acontecido un trágico accidente por el nivel de los cables, que en algunos lugares, como es el caso frente a la Universidad Católica en la avenida Bolívar, algunos de ellos están por debajo de la altura de una persona normal, no obstante este evidente peligro, las autoridades universitarias no han pedido que esta contingencia sea subsanada por la seguridad de los estudiantes y los transeúntes.

La Comisión de Ornato del Ayuntamiento, al parecer no se ha percatado del sinnúmero de árboles secos y torcidos que existen en nuestras calles, los cuales constituyen una amenaza para todos los ciudadanos, vehículos y viviendas. Ahora bien, hay vecinos que cuando le plantan un árbol en la vereda de su vivienda y por razones de incultura, piensan que deben evitar dicha acción y proceden a descortezar el tronco para que la sabia no circule y así causar la muerte del árbol. Un ejemplo palmario se puede observar en la calle Rosa Duarte, entre las calles Moisés García y Rodríguez Objío, en donde una enorme planta secada por descortezamiento, se yergue amenazante para el tendido eléctrico, las viviendas y por supuesto vehículos y pasantes, si la misma en razón del grado de pudrimiento, se viene abajo. En esas condiciones de peligro hay muchas plantas secas en la ciudad.

Es una falta de profesionalidad de los que siembran los árboles en la ciudad, no ponerles pies de amigo para que las mismas crezcan erectas y no se tuerzan hacia el pavimento de rodamiento, ya que debido a la inclinación de árboles que no fueron tratados correctamente al momento de su siembra, se constituyen en un peligro para los vehículos de gran altura, como autobuses y camiones, que dejan parte de sus estructuras al impactar un árbol torcido.

Los ayuntamientos de las ciudades deberían tener Unidades de Vigilancia Permanente que resuelvan estos problemas causados muchas veces, por personas desaprensivas que usufructúan bienes comunitarios, como son las tapas registros, medidores y otros objetos metálicos, los cuales venden a “metaleras”, verdaderos acopiadores de bienes públicos, quienes se encuentran protegidos por políticos o militares. La verdad es que no ha habido una firme voluntad de las autoridades para detener estas raterías, ya que se sabe cuáles son las metaleras que se dedican a comprar las tapas producto de fechorías de vándalos inconscientes de la tragedia que pueden ocasionarle a un ciudadano ajeno al peligro.

Las Unidades de Vigilancia Permanente deben utilizar vehículos que puedan ser identificados fácilmente, los cuales deben llevar marcados los teléfonos de emergencia, para que puedan asistir a circunstancias que ellos no hayan podido detectar. De ese modo, las ciudades serían cuidadas por guardianes voluntarios, sin costo alguno para el erario.

Debemos señalar que esta proposición no tiene nada de innovadora, ya que en tiempos atrás, existían los “Peones Camineros” que se ocupaban de bachear, limpiar cunetas y eliminar árboles que impidieran el libre tránsito, en el trayecto que se les había delimitado. Es tiempo que nuestra ciudad tenga un aspecto ordenado y de sutil belleza, eliminando las marañas de cables eléctricos, de teléfonos y de cables. Estas empresas deberían ser multadas y obligadas a subsanar sus negligencias, lo cual contribuiría a erradicar los inevitables accidentes que surgen de la ineficacia colectiva de las compañías responsables.

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