Sugiere evitar daños a las playas

Sugiere evitar daños a las playas

POR FERNANDO QUIROZ
El mal manejo de los recursos naturales en el país ha provocado un gran deterioro de las costas y en muchas ocasiones la muerte de los arrecifes, advirtió Rubén Torres,  doctor en biología marina por la Universidad de Miami y encargado de la División de Conservación del Acuario Nacional. El experto citó casos como los de Puerto Plata, Juan Dolio y Guayacanes.

Estas son “zonas turísticas por excelencia” que a su juicio dan testimonio del peligro que entraña un uso no sostenible no sólo para el medio ambiente, sino también para el ser humano.

Las consideraciones del doctor Torres constan en el ensayo  “Costas dominicanas: uso sostenible o muerte”, escrito en la edición julio-agosto de la revista Global, órgano de la Fundación Global Democracia y Desarrollo (FUNGLODE), que lidera el presidente Leonel Fernández. La publicación es dirigida por el sociólogo Carlos Dore Cabral. 

Recordó que el destino turístico por excelencia era Puerto Plata en los años setenta y ochenta, décadas en las cuales se observó un cambio de una oferta turística basada grandemente en los aspectos culturales de la historia a otra de disfrute casi exclusivo de la costa o playa. 

Luego, agregó, se registró el desarrollo y posterior deterioro de la zona de Juan Dolio y Guayacanes, en donde actualmente, y a causa de la muerte del arrecife que una vez protegía esta costa, sus playas han perdido gran parte de la arena una vez abundante.

DETERIORO ESTE

En la zona Este, dijo Torres, se florece y desarrolla a unos niveles nunca vistos el país, pero señaló que de acuerdo a estudios puntuales y a mediano plazo indican un deterioro alarmante de los arrecifes de esta área.

Preven una pérdida sustancial de las playas arenosas como el caso de Juan Dolio y Guayacanes.

ADVIERTE BAHÍA

Toda la situación descrita por Torres hace, según él señala, que los próximos desarrollos se dirijan al único rincón costero intacto, la zona suroeste, como el nuevo gran destino turístico, sin aprender de la situación anterior.

Tampoco, agregó, sin observar declaraciones tan importantes como las de la UNESCO, que reconoce la zona de Bahía de las Águilas como reserva de la biosfera.

Torres también es director de la Fundación Reef Check, miembro de la Fundación Pro-investigación y Conservación de los Recursos Marinos (MAMMA) y consultor ambiental registrado en la Subsecretaría de Gestión Ambiental. 

ESPECIE MARINAS

Los ecosistemas costeros y marinos de la isla La Hispaniola, que comparten República Dominicana y Haití, son el hábitat de más de 1,500 especies marinas distribuidas a lo largo de 1,668 kilómetros  de costas hasta islas adyacentes.

Cuenta con 141 lagunas costeras, 19 estuarios, 17 regiones arrecifales, más de 20 áreas con ecosistemas de manglares, 192 playas de arena y 25 áreas de dunas.

LO ECONONÓNICO

Cita Torres que en términos económicos, el programa ambiental de las Naciones Unidas estima que el valor agregado de los servicios provisto por arrecifes de coral está entre US$100,000 y US$600,000 por kilómetro cuadrado por año.

En tanto, que el costo de su manejo sostenible a través de la protección de áreas es de sólo 775 dólares por kilómetro cuadrado por año.

En servicios específicos, el costo de instalación de un rompeolas artificial se estima en 10 millones de dólares el kilómetro cuadrado, y el costo de la restauración de playas se ha calculado en US$125,000 por año.

DESIQUILIBRIO

Con este desiquilibrio en el ecosistema, subrayó Torres,  viene la reducción de alimentos, la erosión de las playas, las inundaciones, pérdida de estética del ambiente, “y con esto perdemos la capacidad de ofrecer servicios intrínsecos de una isla tropical, de destino turístico, de país”.

USO SOSTENIBLE?

Las costas dominicanas, planteó Torres, están consideradas por millones de visitantes como las más hermosas de la región.

“El turismo de nuestro país, en gran parte, depende de costas limpias, aguas cristalinas y arenas blancas, condiciones que son tomadas en cuenta por los turistas al elegir su destino”, añadió.

Pero insistió en que el uso de los recursos para satisfacer la demanda ha causado un deterioro abrupto de los ecosistemas costeros y marinos, hasta el punto de usar y desechar las hábiles para el desarrollo hasta agotarlas, queriendo aprovechar ahora espacios una vez más preservados para el bienestar del futuro como isla.

Esto se conoce comúnmente, planteó, como uso o manejo no sostenible de los recursos naturales. Ve que esa tendencia de desarrollo no sostenible tiene impactos fácilmente observables para cualquier ciudadano o visitante.

Citó entre esos impactos:

-Descargas de aguas tratadas o no provenientes del alcantarillado o campos de golf.

-Descargas desperdicios sólidos por las escorrentías.

-Destrucción de habitat para el desarrollo costero.

-Cambios de circulación de aguas por intervenciones poco estudiadas.

-Salinización de aguas subterráneas por exceso de extracción  para consumo humano.

-Remoción de la vegetación costera y sumergida para el paisajismo.

-Modificación de las dunas para la realización de actividades deportivas.

-Extracción  de arena de playas vírgenes.

-Sobrepesca para cumplir con una demanda siempre creciente de mariscos.

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