Sugieren precaución
con radiaciones no ionizantes

<p>Sugieren precaución <br/>con radiaciones no ionizantes</p>

POR MARIEN ARISTY C.
Aunque en la República Dominicana no es un asunto que se debate con frecuencia, los investigadores de países como España, Alemania, Australia Perú o Chile siguen muy de cerca los posibles efectos que podría generar la exposición constante a las radiaciones no ionizantes, que son las que producen las líneas de energía eléctrica, los celulares, las torres de telefonía móvil, los radares, los dispositivos antirrobos y las estaciones de radio y televisión, entre otros.

Conscientes de que las exposiciones a alto nivel son un riesgo para la salud, en la actualidad  los científicos están preocupados por poder determinar si las exposiciones de bajo nivel por un período muy largo también pueden causar efectos adversos para la salud.

Es en ese punto, precisamente, donde están las posiciones más encontradas: mientras algunos descartan de plano la posibilidad, otros advierten que hay que hacer investigaciones más profundas en torno al tema.

Mientras éstas se realizan, muchos científicos afirman que es de rigor aplicar el principio de la precaución. Uno de ellos es Andrei Tchernitchin, académico del Laboratorio de Endocrinología Experimental y Patología Ambiental del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.

«El desarrollo del cáncer por exposición a radiaciones electromagnéticas es un efecto diferido, es decir, se desarrolla después de un período de latencia que puede durar muchos años. En el caso de los teléfonos celulares y de las centrales de retransmisión, la información es insuficiente por su limitado tiempo de uso. Aún así, debiera aplicarse el principio precautorio».

Respecto a al peligro, Tchernitchin es de los que entiende que todos los tipos de exposición son dañinas. «Existe evidencia experimental de efectos biológicos asociados a la exposición a radiaciones electromagnéticas. Algunos de estos efectos, descritos en trabajos experimentales y en estudios epidemiológicos, han sido interpretados como evidencia de que exposiciones prolongadas a campos electromagnéticos de baja intensidad son potencialmente nocivas».

Pasando a la controversia, sostiene  que hay surgido a causa de la  alta variabilidad en la población bajo estudio. «Se trata de un caso paradigmático, por cuanto existe desacuerdo en la comunidad científica acerca de los efectos en la salud de los distintos grados de exposición a la radiación. Además, hay temor y desconocimiento en la ciudadanía, que se manifiesta en el rechazo que provocan las instalaciones de antenas y torres».

En cuanto a los efectos de la contaminación electromagnética, el experto sostiene que podría provocar esclerosis lateral amiotrófica, Alzheimer, dermatitis, enfermedades alérgicas, asma bronquial, aumento de incidencias de abortos, alteraciones neuroconductuales, cardíacas y endocrinas, entre otras. Además establece que hay relación con la exposición acumulativa a este tipo de contaminación.

LO QUE DICE LA OMS
La Organización Mundial de la Salud  afirma en su página web que las radiaciones a corto plazo no causan ningún efecto. «No se pone en cuestión que por encima de determinados umbrales los campos electromagnéticos puedan desencadenar efectos biológicos. Según experimentos realizados con voluntarios sanos, la exposición a corto plazo a los niveles presentes en el medio ambiente o en el hogar no producen ningún efecto perjudicial manifiesto».

Posteriormente, la OMS reconoce que existe una controversia en torno a los bajos niveles de exposición. «La exposición a niveles más altos, que podrían ser perjudiciales, está limitada por directrices nacionales e internacionales. La controversia que se plantea actualmente se centra en si bajos niveles de exposición a largo plazo pueden o no provocar respuestas biológicas e influir en el bienestar de las personas».

De cualquier manera, y a pesar de la controversia, la OMS descarta temporalmente el peligro. «A pesar de que algunas personas piensan que se necesitan más investigaciones, los conocimientos científicos en este campo son ahora más amplios que los correspondientes a la mayoría de los productos químicos. Basándose en una revisión profunda de las publicaciones científicas, la OMS concluyó que los resultados existentes no confirman que la exposición a campos electromagnéticos de baja intensidad produzca ninguna consecuencia para la salud».

Aunque no se confirme, la OMS establece que hay que observar rigurosamente las normas de seguridad nacionales e internacionales existentes. «Estas normas, basadas en los conocimientos actuales, se han diseñado para proteger a todas las personas de la población, con un factor de seguridad elevado».

Para algunos países las normas ya no son suficientes. Italia, por ejemplo, cuenta con una ley sobre protección de las exposiciones a campos electromagnéticos, que se aplica a los tendidos eléctricos y a las instalaciones radioeléctricas, incluidas las de telefonía móvil, los radares y las instalaciones de radiodifusión.

Gracias a esta ley Italia obliga a las empresas a poner en las antenas una etiqueta informativa bien visible en la que se informe cuál es la tensión producida, los valores de exposición previstos en su autorización, los límites de exposición y las distancias de seguridad.

AQUÍ NO PASA NADA
Uno de los científicos que está seguro de que las radiaciones no son dañinas es el físico y divulgador Manuel Toharia, quien afirmó «hablar de peligro en el tema de los campos electromagnéticos no tiene sentido, ya que no existe ningún estudio científico que lo demuestre», dijo durante un seminario que se realizó en la Universidad de Cantabria hace dos años.

El año pasado, el presidente de la International Comisión on Non-Ionizing Radiation Protection (ICNIRP), Paolo Vecchia, decía durante un seminario realizado en Lima, Perú, que las emisiones de radiofrecuencia no pueden ser consideradas como un carcinógeno establecido.

La telefonía a juicio
Uno de los puntos que más preocupación genera en España es la gran proliferación de las antenas de telefonía móvil y los efectos que pueden causar los transformadores eléctricos. La situación ha sido tomada tan a pecho que ha provocado protestas en la mayoría de las comunidades.

Pero en España también se ha logrado lo que pocos pensaban posible: una empresa eléctrica, Iberdrola, fue condenada en el año 2005 por haber contaminado con emisiones electromagnéticas a una familia que sufrió serios trastornos físicos durante nueve años a causa de un transformador que estaba ubicado en el sótano.

Esta condena abrió un nuevo debate acerca de la contaminación electromagnética producida por los campos electromagnéticos de baja frecuencia derivados de transformadores, subestaciones y líneas eléctricas.

«La proliferación descontrolada y caótica de estas infraestructuras eléctricas, especialmente de transformadores en el interior de los edificios han hecho que cada vez más se esté expuesto de una manera residencial y continua a estas emisiones electromagnéticas», dice Ecologistas en acción.

Otro aspecto que se discutió mucho a partir de esa sentencia, pionera en España, tiene que ver con la telefonía móvil puesto que se estableció que el aparato emitía exactamente la misma radiación electromagnética que la que lanzan a la atmósfera las antenas de telefonía móvil instaladas en las azoteas de los edificios.

Con esto, dijeron los medios españoles, se viene a corroborar lo que muchos científicos advierten desde hace tiempo: que los campos electromagnéticos producidos por las antenas de telefonía móvil (aunque también por transformadores y cables de alta tensión) pueden causar graves alteraciones en el organismo. Y más ahora que los operadores están invadiendo ciudades y pueblos de antenas de repetición.

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