Suicidio asistido

Suicidio asistido

Brittany Maynard, estadounidense de 29 años, decidió suicidarse el 1ro. de noviembre del 2014, con apoyo médico y frente a su familia, luego de que le diagnosticaron un cáncer terminal con unos seis meses de supervivencia. Declaró al mundo que quería “morir con dignidad”.

Nuestro país, plagado de dirigentes políticos y funcionarios corruptos e inescrupulosos; sumido en una deuda externa asfixiante; delincuencia rampante con socios policiales y judiciales; medioambiente, salud y educación en crisis permanentes (recuérdese que el 4% ha sido convertido en negocio de ingenieros y comerciantes) y carencia de luz, agua y viviendas para la mayoría de la población, podría ser diagnosticado también como enfermo terminal de cáncer, como se hizo con la joven Brittany, quien, no obstante su diagnóstico y pronóstico, lucía física y mentalmente saludable frente a las cámaras de televisión y me dio la impresión (junto a otros espectadores) de que seis meses de supervivencia con diagnóstico tan terrible podría tratarse de una exageración y, peor aún, de un error diagnóstico.

Cuando vi a Brittany justificando con elegancia su suicidio, no tenía, como ahora, ninguna razón para cuestionar diagnósticos y pronósticos, pero sí estuve, como ahora, totalmente seguro de que ella no tenía ninguna esperanza; se la habían matado los científicos y las estadísticas y ella no quería verse sufrir junto a los suyos, el deterioro humillante y desgarrador de la mayoría de los enfermos terminales.

Aquí estamos llenos de “científicos” expertos en pronósticos políticos y sociales que viven matando la esperanza de los dominicanos, proclamando que sólo hay un inevitable camino para seguir, pero olvidan que muchos han vencido al cáncer y que nunca es tarde para desafiarlo.

 

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