La revista médica Jama publica ayer martes (27/06/23) un estudio sobre personas trans y suicidio en Dinamarca, primer país en legislar a favor del matrimonio homosexual (1989).
El contexto es el siguiente. En 1973 la Asociación Americana de Psiquiatría retiró la homosexualidad de su lista de trastornos, a lo que siguió una ola de contagio hacia otras asociaciones profesionales: psicólogos, enfermeras, médicos, maestros, y otras profesiones. Luego siguieron iglesias, y Dinamarca fue el primer país en legislar a favor del matrimonio homosexual. A pesar de esto, los estudios comenzaron a mostrar una desproporción de enfermedades físicas y mentales en personas con atracción por su mismo sexo, y especialmente en personas trans. Esto provocó una respuesta política que tranquilizó el ambiente: ¡el exceso de enfermedades se debe a la homofobia! Es decir, se enferman más por un ‘estrés de minorías’ que sufren los homosexuales, en la casa, en la escuela, y en los medios de comunicación.
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Como respuesta se produjo la lucha contra la homofobia: matrimonio igualitario; saturar la educación primaria con mensajes positivos sobre la homosexualidad; hormonas para personas trans; cirugías de reasignación sexual, y saturar los medios de comunicación con mensajes positivos sobre la agenda LGBTIQ+. Dinamarca se encuentra a la cabeza de Europa en esta agenda contra la homofobia, con la buena esperanza de reducir esta brecha sanitaria la minoría trans y homosexual. En otras palabras, ¿qué ha pasado en Dinamarca con las personas trans después de 34 años de lucha contra la homofobia?
Es un estudio de todo el país, de cohorte retrospectivo, con 6,657,456 personas mayores de 15 años, viviendo en Dinamarca, entre 1980 y 2021. Se identificaron datos de hospitalización y de defunción, por sus causas, en todo el periodo, con los siguientes resultados: “Las tasas estandarizadas de intentos de suicidio por 100,000 años-persona fueron 498 para personas transgénero frente a 71 para personas no transgénero. Las tasas estandarizadas de mortalidad por suicidio por 100,000 años-persona fueron de 75 para personas transgénero frente a 21 para personas no transgénero. Las tasas estandarizadas de mortalidad no relacionada con el suicidio por 100, 000 años-persona fueron 2380 para personas transgénero frente a 1310 para personas no transgénero, y las tasas de mortalidad por todas las causas estandarizadas por 100 000 años-persona fueron 2559 para personas transgénero frente a 1331 para personas no transgénero”.
El estudio concluye diciendo: “A pesar de las tasas decrecientes de intentos de suicidio y mortalidad durante los 42 años cubiertos, las tasas de incidencia se mantuvieron significativamente elevadas en períodos calendario recientes hasta 2021 inclusive para intentos de suicidio, mortalidad por suicidio, mortalidad no relacionada con el suicidio y mortalidad por todas las causas”. En resumen: más intentos de suicidio, más muertes por suicidio, y más muertes por todas las causas.
Esto significa el final de un ensayo, con el resultado claro de que el exceso de suicidios y enfermedades no se debe a la homofobia, sino a causas intrínsecas de la condición.