En el mundo animal encontramos una serie de seres vivos que ante amenazas reales contra ellos terminan con su vida valiéndose de distintos procedimientos que van desde la autoexplosión hasta avalanchas hacia rocas y precipicios. Esta actitud ha sido objeto de estudios científicos que tratan de describir y justificar ese tipo de comportamiento, siempre considerando que se trata de criaturas que no poseen la capacidad de razonamiento que tiene el ser humano.

Ver la actitud antes descrita en ciertos animales, es relativamente tolerable, sin embargo, no así en personas humanas. Es en esa dirección que resulta incomprensible contemplar cómo algunos integrantes de un sector importante a lo interno del Partido de la Liberación Dominicana, consciente o inconscientemente, pretenden llevar a los seguidores de esa corriente política a un inevitable suicidio político colectivo.

Amén de las comisiones de muy alto nivel, representantes de las dos corrientes hegemónicas del PLD que han estado accionando en favor del restablecimiento de la disciplina partidaria, aún persiste un remanente que se niega a deponer las armas en esta innecesaria batalla fratricida.

Es convocar a un suicidio político colectivo en el PLD oponerse a la reelección de Danilo Medina en esta coyuntura política. Lo es para toda la organización al poner en riesgo una segura victoria electoral con el presidente de la República encabezando la boleta. Lo es para los legisladores que tendrían que ir a un proceso interno a competir por candidaturas que a juzgar por encuestas actuales, les sería muy difícil alcanzar.

Otto von Bismarck, el histórico canciller alemán, sentenció que la política es el arte de lo posible. Es altamente conocido que lo «posible» para el PLD de hoy es apoyar la reelección del presidente Danilo Medina, y por el otro lado insistir en un «imposible» es abrir la puerta al caos, arriesgando no solo el Poder Ejecutivo, sino también gran parte del Legislativo y los municipios.