¿Suicidio?

¿Suicidio?

Etiológicamente, no se puede hablar de suicidio, sin que haya una razón que lo justifique y es precisamente, sobre ese aspecto, que tienen que explicar los que aseguran que el profesor Narciso González se suicidó.

Los que afirman que fue un suicidio, no han dado una sola razón que fundamente su teoría, por lo que, sin ánimo de molestar, las mismas se puede considerar como vagas e insustanciales que, además, parecen surgir de fuentes ambiguas que a todas luces demuestran un conflicto de valores y un dilema político, que son citados como explicación y hasta como justificación; sin embargo, para los criminólogos siempre hay una razón, y es precisamente lo que nos hace pensar que los que aseveran que el profesor Narciso González se suicidó, deben decir y explicar desde el punto de vista técnico y científico, cuales son esas razones para sustentar tal afirmación.

Se dice con frecuencia que las personas que entran en un estado depresivo se convierten en potenciales suicidas, sin embargo, las estadísticas en la materia demuestran otra cosa. ¿Por que? Lo primero es que no son conclusiones científicas y lo segundo es que, entre un estado depresivo y una sólida formación académica y cultural, hay un choque por espacio, por lo que se ha demostrado que el suicidio es más común en personas de escasa formación, por lo tanto, esta es otra razón por la que afirmo y sostengo que el Prof. Narciso González no pudo caer en depresión acrónica que le indujera a matarse así mismo; esta conclusión es precisamente por la formación intelectual del desaparecido, lo que quiero decir es que entre la depresión y la formación siempre o en la mayoría de las veces va a prevalecer el nivel académico y cultural de la persona.

El suicida actúa par antonomasia, aunque procesa los datos, los ejecuta instintivamente, produce un movimiento rítmico hacia la zona previamente elegida, así sea, una inyección, un vaso con veneno, una soga para el cuello, o un caminar más rápido de lo normal o cuando decidió lanzarse desde alto de un edificio o de un puente, este comportamiento es consecuencia de un estado de parcial inhibición, de ahí que actúa de manera instintiva, lo que puede suceder en cualquier persona, pero mucho menos en la de mayor capacidad.

Observemos que los animales, aunque sufren como nosotros, no tienen pasiones y son normalmente instintivos, cruzan una calle, comen sin saber, pero especialmente el perro suele hacer lo contrario, ¿A qué se debe? A la educación que recibe, es decir, un perro educado tiene mayor posibilidad para evitar los problemas que otro que no tenga la misma preparación, de ahí que no se puede pensar que el Prof. Narciso González se suicidara tan simple como tratan de afirmar los defensores de tal aberración.

Lo que aseguran que el Prof. Narciso González se suicidó aparentan sufrir de una especie de termo-cefalea y producen un vacío secuencial, propio de un interés que dicta mucho de una conclusión acabada. ¿Por qué pensamos así? Sencillamente lo hacemos en el análisis que del suicidio hacen los defensores, como veréis, ellos no tocan la salida del hogar pero mucho menos las horas transcurridas hasta que, como afirman algunos, fue visto en una esquina. ¿Qué tiene de importancia esta parte del proceso? Para los criminólogos Make Maguire, Rod Morga y Robert Reiner, las personas que han pensado suicidarse previo al hecho manifiestan una escala de conducta atípica, que se refleja a veces en su gestomanía, en palabras, aislamiento, silencio y hasta caen un estado de sumisión aparente; por lo tanto, esto sería una razón para el suicidio, pero quién puede asegurar que ese día el Prof. Narciso González pudo haber estado afectado por esos síntomas. ¿Lo sabe la familia, los amigos? Es un aspecto muy importante a tomar en cuenta, por lo tanto, resulta riesgoso y aventurarero dar por cierto un hecho sin conocer el comportamiento previo de la persona, especialmente cuando no hay un solo elemento que sirva para comprobarlo.

La intención justifica el suicidio, la falta de ésta lo pone en duda, es preciso entonces, preguntarle a los que afirman que el Prof. Narciso González se suicidó, que demuestren, primero: que éste despreciaba su vida, segundo: que quería morir, y tercero que tenía la intención de matarse así mismo. Estas conclusiones las defenderé hasta que los profetas del suicidio me demuestren que estoy equivocado.

Sobre este caso es preferible hablar; callar perturbaría eternamente a la sociedad, hagamos un aporte sincero ahora, no esperemos que la saliva nos caiga en la cara, porque muchas cosas de las que se dicen ahora nos recuerdan otras que se dijeron cuando mataron a Orlando.

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