Sully Saneaux – A la ONU sí le toca resolver en Irak

Sully Saneaux – A la ONU sí le toca resolver en Irak

Sorpresivamente, el jefe de la resistencia más activa a la presencia norteamericana en el Irak, Moktada al-Sadr, acaba de anunciar su respaldo al gobierno que interinamente debe dirigir ese país durante los próximos 7 u 8 meses. Es algo inesperado porque hasta ahora, el volátil jefe de milicias se había negado a aceptar otra cosa que no fuera la retirada de las tropas extranjeras que ocupan el país.

En realidad, ese movimiento es parte de todo un conjunto, en el que cada parte involucrada ha cedido algo o está en vías de hacerlo. Así, esta aceptación de un hecho, que lógicamente debe conducir a la recuperación de la soberanía iraquí, ha venido acompañada de la aprobación de una importante resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, que satisface medianamente a todo el mundo.

Lo más importante, sin embargo, es la ratificación que hace los Estados Unidos en su reconocimiento de que efectivamente es la ONU y no la administración norteamericana, quien deberá tener la última palabra en lo que se refiere al asunto Irak. El primer gesto consistió en dejar en manos del representante del secretario general de la ONU, Lakhdar Brahimi, la formación de ese nuevo gobierno de transición. El segundo paso consiste en regresar a la organización internacional, a buscar la ayuda que en su momento rechazaron.

La tarea iraquí ha resultado ardua para los norteamericanos, no solamente porque sus tropas se han encontrado con una resistencia que los ideólogos de la actual Casa Blanca no consideraron en su momento, sino porque tampoco los aliados se la han puesto tan fácil. Es que no es cosa sencilla satisfacer al mismo tiempo a una administración norteamericana como la actual y a las propias opiniones públicas. Los desastrosos resultados de las elecciones municipales británicas para el partido laborista de Tony Blair son buena ilustraciónY.

Sobre todo franceses y alemanes, pero también los rusos, aprobaron la última resolución del Consejo de Seguridad, pero con reservas que obligan a Washington a seguir negociando. La posición de principios de Chirac, acerca del retorno de la soberanía a los iraquíes, ejerciéndose la misma sobre las tropas extranjeras, es solo eso, una posición que en medio de la negociación puede perder el apellido «principios», porque no es verdad que los norteamericanos van a permitir que sus tropas se sometan al comando de más nadie que sus propios generales. Luego queda la otra parte, la participación de la OTAN. Si bien esa puede resultar más difícil, tampoco es un obstáculo insuperable ya que la Casa Blanca, cada vez más consciente de que no puede pedir imposibles y a la par necesita que le «den una mano», seguirá flexibilizando su planteamiento y finalmente se conformará con que la OTAN contribuya a la formación del nuevo ejército iraquí, lo que no es en absoluto diferente a los usos y costumbres de la organización atlántica.

En todo este cuadro sin embargo, llaman la atención los términos de la resolución recién aprobada, en el sentido de que las tropas extranjeras presentes en Irak, ya no estarán allí más como tropas ocupantes, sino como fuerza de apoyo para la seguridad y estabilidad de Irak y «para garantizar la seguridad de la presencia de la ONU en Irak». La formulación es interesante, porque como se sabe, esas resoluciones obligan a sus miembros a cumplirlas y hacerlas cumplir y en consecuencia, efectivamente abre las puertas para que otros países respalden la presencia americano-británica en Irak. Por lo menos esa fue la condición impuesta por países como Turquía o la India, una decisión del Consejo de Seguridad, cuando Estados Unidos se acercó en su momento solicitándoles que se integraran al ejército ocupante.

La realidad del terreno, sin embargo, seguirá aconsejando prudencia. Así, uno de los países más consistentemente aliados de los Estados Unidos en este tipo de acciones, Holanda, acaba de anunciar que su compromiso en el Irak termina el 30 de marzo del 2005 y que sólo lo prolongaría «por diez días más si necesario».

Hay una parte política importante que seguirá sirviendo de soporte a quienes se resisten a acompañar a los norteamericanos en Irak. Por lo menos hasta diciembre del 2005, cualquier autoridad establecida en Irak será provisional. En efecto, según el cronograma aprobado en la resolución del Consejo de Seguridad, el 30 de junio tomará posesión un gobierno interino, que debe sentar las bases para convocar a elecciones para el 31 de diciembre del 2004 Ay a más tardar el 31 de enero del 2005@. En esa fecha, se elegirá una Asamblea tradicional nacional, cuya misión será la de formar un gobierno de transición ((otro!), que tendrá como misión elaborar una constitución sobre la cual se elegirá a un gobierno permanente para el 31 de diciembre del 2005 ((Uf!).

Es un proceso complejo, digno de la ONU y de las circunstancias que han creado esta situación, donde hay demasiados intereses en juego. Es además, para ese proceso que el mentado al-Sadr (el de las milicias) quiere tener Asu tenedor disponible@, porque a diferencia de al-Sistani, el más respetado jefe religioso chiita del Irak, quien no parece abrigar apetencias políticas, el primero sí está en eso.

Debe quedar claro, no obstante, que pese a todas sus reservas en cuanto a participar directamente, tanto Francia como Alemania, probablemente apoyarán una presencia prolongada de los norteamericanos e ingleses en Irak, como garantía de que la corriente desencadenada por la intervención unilateral en ese país, «no se salga de su cauce».

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