Superávit y desfondamiento

Superávit y desfondamiento

En este y próximo años, las autoridades del gobierno enarbolan como bandera de triunfo en la ejecución de la política económica el cómputo de un superavit en balanza corriente sucesivamente de cerca de 900 y 1,000 millones de dólares, pero callan que esta disponibilidad de divisas obedece a la maniobra simultánea de recorte del valor mercantil importado de bienes y servicios y de retraso del pago de intereses y dividendos, y, además, que tales excedentes en definitiva sirven para financiar la gran fuga de capitales

Las autoridades gubernamentales esconden también que el achicamiento del balance comercial y monto neto de las reservas internacionales tan sólo se utilizan para fondear los giros de dividendos, los pagos de intereses y los expatriamientos de capitales, a costa de yugular las actividades productivas y podar las demandas consuntivas e inversoras, con tendencia a que la economí nacional pase de la fase de recesión a la depresión y no la fase de recuperación en el ciclo económico de los negocios.

La estampida fatal de de dólares del país al extranjero, en forma de expatriación de ganancias, cancelación de deudas y atesoramiento en divisas, bloquea la transferencia neta positiva de capitales, en tanto dispara hacia arriba el tipo cambiario de pesos por dólar o euro, a pesar de las frecuentes medidas de intervención estatal de emisión de mayor cantidad de certificados de participación, realzas de las tasas de interés, multiplicación de contratos de nuevos préstamos para saldar pasivos atrasados, venta de dólares y, por supuesto, prolongación de las suspensiones del servicio de energía eléctrica en vista a comprar menos combustibles derivados del petróleo y, en efecto, contraer el valor de las importaciones.

El saldo negativo de esta política monetaria de bajada del valor del peso frente al dólar y de subida del índice de precios al consumo se confirma por la ausencia de impacto real positivo en el valor de las exportaciones y constancia de sucesos de efectos negativos en la gestión de la moneda nacional. Si bien es cierto que la diferencia entre apreciación de casi 127,8% del dólar delante del peso y suba cercana a 35,0% de la tasa de inflación ha modificado la tasa cambiaria real, relación entre precios de mercancías extranjeras y precios de mercancías nativas, a favor de estas últimas, no menos cierto es que tal política ha implicado a la vez una política deflacionista de emisión brutal de títulos de participación, cuya paga de intereses y redención de valor revienta las finanzas de la banca central por faltante de fondos para saldar sus compromisos, aunque cuente con la ventaja de la sierra de la suba del índice de precios para mochar los valores reales de los pasivos.

Para tener una idea de la limitada influencia de la devaluación en el valor exportado, nada más hay que observar que en los primeros nueve meses de este año el valor de las exportaciones nacionales declara un acrecentamiento de 3,9%, gracias primordialmente al salto de los precios internacionales de los minerales; pues en caso de restar esta partida, el valor exportado apunta entonces un decaimiento de 0,13%. Por igual, el comportamiento del valor de las exportaciones zonafranqueras describe una curva declinante a medida que pasan los meses, aún cuando se produce un fuerte brinco de la demanda en el mercado norteamericano. Solamente el ingreso en dólares de la planta turística anota un sustancial incremento, fruto del aumento del número de visitantes atraídos por la apreciación del euro con respecto al dólar y de la depreciación del peso con relación al dólar. En consecuencia, las reiteradas declaraciones gubernamentales sobre el boom exportador no se corresponden con la evolución real de cada sector o rama, representada por datos oficiales, ello sin contar que la baja gravitación del valor del sector exportador de bienes y servicios en la producción brutaga descarta la posiblidad de que pueda jugar un papel motor de las actividades económicas productivas.

No hay que olvidar también que las evoluciones de la tasa de productividad de Estados Unidos por encima de la de República Dominicana y de la tasa de inflación dominicana por arriba de la americana resultan inevitablemente en apreciación del dólar frente al peso y mayor incompetitividad del sistema productivo dominicano con respecto al americano. Por ejemplo, en Estados Unidos se espera que el PBI crezca 4,5% en este año, después de alcanzar 2,3% en 2002, mientras la tasa de inflación decaiga de 2,3% a 1,7% de 2003 a 2004.

En cuanto a la condicionalidad del FMI de imponer al gobierno central la exigencia de generación de un superavit primario ingresos menos gastos, exceptuando intereses , para rerolver inmediatamente los acuciantes problemas de los atrasos y vencimientos de repagos de deudas, según los afanes lucrativos de los organismos y bancos multinacionales, hay que indicar que esta manipulación presupuestal no aporta los voluminosos recursos líquidos necesarios para la cancelación de los pasivos, por más cuadres, recuadres y requetecuadres de ingresos y egresos fiscales. Esta aseveración se valida si se toma en consideración estos datos alarmantes de preludio del default: pago de intereses por 7,2% del PBI para 2004, distribuido en 3,0% a prestamistas extranjeros, 3,7% a tenedores de de certificados y 0,5% a bancos comerciales nativos; además de la paga de 9,9% por amortización de capitales, financiación de deficit de caja y liquidación de compromisos comerciales, repartida en 3,5% a instituciones financieras extranjeroa, 5,4% a las EDE y EGE y 1,0% a proveedores y contratistas criollos. En total, ambas listas de obligaciones chuparían la friolera del 17,1% del PBI, el 94,5% de los ingresos internos, y el 81,4% del presupuesto de gastos gubernamentales.

En estas circunstancias, por más cargos de impuestos, más cortes del gasto público, más recortes de las reservas internacionales netas, más ventas de activos estatales y más recontratas de empréstitos que lleven a cabo las autoridades de la administración central y la banca central no hay manera de tapar el inmenso cráter abierto por el repago de los intereses y los principales de los débitos y el financiamiento del deficit cuasi fiscal y el faltante del flujo de caja y, por tanto, cuadrar las cuentas del fisco con un deficit manejable según los mandamientos del FMI. En efecto, nadie ni nada le depinta al gobierno y banco centrales la proclama del default, sobre todo en esta coyuntura de recesión económica, expresada como crisis bancaria y fiscal, a menos que el pueblo no se muera de hambre el puebo y los movimientos sociales reivindiquen sus derechos a través de protestas, consagrados por la Constitución. .

[b]CRISIS DE LA BANCA COMERCIAL[/b]

La política fondomonetarista de promover la creación de superavit en el balance corriente en las cuentas exteriores y excedente primario en las cuentas interiores, a fines de que el Estado dominicano cumpla con sus obligaciones financieras con los acreedores internacionales, significa un recorte de la demanda interior mediante la restricción del crédito a empresarios y gobierno, pero esta caída simultánea de la demanda de inversión y consumación y suba paralela de la desocupación y desalarización laborales arrastran a la mayoría de las capas empresariales y la minoría de lasclases trabajadoras primero al rechazo de los préstamos, luego al atraso y finalmente al impago de las cuotas de préstamo convenidas por contrato.

En una fase del ciclo económico en que la tijera del filo de la suba de la tasa de interés activa real y del otro filo de la baja de la tasa de crecimiento del producto recorta la tasa de ganancia corporativa, la banca está abocada irremediablemente a amontonar las provisiones de lugar como fórmula de cobertura de las diferentes categorias de la cartera en mora. Sólo las fracciones empresariales que descuentan apreciables márgenes de ganancias de los precios de venta de mercancías disponen de capacidad de repago del servicio de deuda o, en defecto, prefieren financiar sus inversions en capitales fijos, circulantes y variables con fondos propios, tal y como ocurre con incontables compañías exportadoras que registran actualmente altas tasas de rentabilidad, en virtud de la dedevalorización de la moneda nacional con relación a las monedas internacionales.

En esta coyuntura de crisis monetaria, en términos de dinero peso dominicano. la banca comercial observa una declinación marginal del número y monto de los préstamos acompañada de una inclinación vertical de los depósitos, en particular de los depósitos a plazo, cuyo resultado no es otro que la producción de pérdidas operativas por el ascenso de los costes de los depósitos y descenso de los rendimientos de los préstamos.

Mientras que en dinero dólar americano, la situación de la banca tiende a empeorar a causa de que los activos y pasivos se recomputan al ritmo de la apreciación del dólar frente al peso. Por el lado de los activos porque la recuperación de los capitales e intereses se haga cada día más difícil, sobre todo en el caso de la clientela empresarial endeudada en dólares pero que vende en pesos o afectada por las recientes vaguadas que destruyeron plantaciones agrarias y paralizaron las actividades comerciales rurales en ciertas zonas del país. Y por el lado de los pasivos porque la retirada de depósitos se acelera con los abruptos brincos del tipo de cambio, dando lugar al despplazamiento de fondos del país al extranjero.

Ante el arribo inminente del ojo del ciclón finananciero del default, las autoridades monertarias y gubernamentales en vez de adoptar las medidas de seguridad nacional y de auxilio de los probables damnificados optan por incumplir las estipulaciones de la ley financiera y bancaria o, lo que es igual, deciden flexibilizar el cumplimiento de las normas, tal y como ocurre con la aceptación de valuaciones de las activos bancarios según el valor contable, no el valor mercantil, las sobrevaluaciones de los activos físicos en un período de devaluación al galope de dichos recursos, la continuidad de la clasificación positiva de clientes con grado inferior o negativo de calificación, la concesión de crecientes redescuentos, y la facilitación del reciclaje de los capitales dinerario bancarios no evacuadoa a empresarios, gobiernos, consumidores y rentistas, por medio del canje de estos recursos por certificados de participación.

Sin embargo, esta forma de gestión del dinero nacional y el crédito interno no hace más que ahondar la crisis de la banca y las finanzas nacionales, expresada del 1 de enero al 31 de obtubre del corriente año 2003 en una devaluación del peso con relación al dólar, de 17,56 a 40,00 pesos por 1,00 dólar, o sea de 94,3% a 97,5% y, también, una inflación de casi 32,0%. Según un corte contable realizado por técnicos del Banco Central al 31 de octubre de este año, los bancos comerciales, en especial Banínter, Bancrédito y Mercantil, habían recibido un financiamiento interno por la astronómica suma de 90 mil 799 millones de pesos, repartida en adelantos y redescuentos: 12 mil 223 millones y «aportes para el fondo de liquidez»: 78 mil 576 millones. De este total, dicho instituto emisor tenía registrado una esterilización de 58 mil 875 millones de pesos en calidad de certificados emitidos a tipos de interés de 24,0%, 28,0% y 36,0% y, en defecto, una monetización neta de 32 mil 708 millones, cuya gran parte no perdería seguramente la ocasión de intercambiarse por dólares o euros.

Esta inflamación de la emisión monetaria con pagos de elevados renidimientos repercute en un ataque frontal a la posición de valor del peso con relación al dólar o euro, en razón de que la banca central carece por un lado de reservas internacionales netas mínimas para respaldar el peso y por otro de fondos líquidos suficientes para honrar sus obligaciones financieras, dado el insostenible defícit cuasi fiscal contabilizado en 21 mil 209 millones de pesos para 2004.

Para colmo de males, en este momento de debacle de la moneda, la banca y las finanzas nacionales, el Banco Central vende títulos de tesorería a la banca comercial a tasas de interés pasivas de 36,0% para absorber la sobre liquidez de las monedas privadas, en lugar de acometer la doble operación de obligar a los bancos a que cumplan con el requerimiento del encaje legal del 20% de los depósitos en dólares y la función de préstamo de dinero en pesos. De aquí que uno no pueda menos que sonreir cuando oye a ciertos voceros de los bancos comerciales anunciar el buen estado de los balances contables en situación de exceso de liquidez monetaria, pues tenía entendido que el negocio de la banca es prestar dinero con beneficio y no adquirir papeles desvalorizados por el serrucho de la inflación de precios y la incapacidad de pago del Banco Central.

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