La posibilidad de ver los enfrentamientos entre los mejores equipos y jugadores con más frecuencia era el principal atractivo que vendía la Superliga.
La Superliga Europea, 48 horas después de su pitazo inicial, era ya un auténtico naufragio.
La sentencia de muerte la dictó Andrea Agnelli, presidente de la Juventus, uno de los equipos fundadores, cuando dijo este miércoles: «La Superliga no procederá».
Agnelli daba por finiquitado así un proyecto que salió a la luz el pasado domingo, cuando 12 de los clubes más poderosos del fútbol mundial -Arsenal, Tottenham Hotspur, Chelsea, Manchester City, Manchester United, Liverpool, Real Madrid, FC Barcelona, Atlético de Madrid, Inter de Milán, AC Milán y Juventus- anunciaron la creación de una Superliga Europea.
El proyecto consistía en poner en marcha una competición donde 15 clubes fundadores disputarían un torneo continental anual, en el que ellos tendrían un cupo fijo y se permitiría la participación de cinco clubes más.
Pero todo estalló. Hinchas, jugadores, entrenadores e incluso políticos y hasta miembros de la realeza británica rechazaron la idea de una liga «elitista» y que, según los críticos, solo buscaba el beneficio económico.
Aleksander Čeferin, presidente de la UEFA, el órgano rector del fútbol en Europa, disparó: los 12 clubes «habían escupido en la cara del fútbol» y anunció serias sanciones contra el empeño separatista.
Los aficionados británicos salieron a las calles, en medio de la pandemia por el covid-19, para exigirles a sus clubes que no «fueran avaros», porque era claro que «el fútbol es de los hinchas«.
Y pronto comenzó el goteo de deserciones. En la mañana del miércoles ya eran nueve de 12 los clubes que habían decidido dejar el proyecto ante las reacciones que el anuncio había causado.
«Lo que querían instalar los clubes era un modelo de franquicias, que es exitoso en EE.UU., pero en Europa se maneja de otra manera», le dice a BBC Mundo Luis Fernando Restrepo, comentarista deportivo de la cadena Direct TV, que cubre la Liga Premier.
Los detractores de la Superliga le critican que el propósito es únicamente el de enriquecerse con una competición que jugarían solo los más grandes, por lo que generaría mucho dinero por ejemplo a través de grandes contratos televisivos.
«Los hinchas lograron torcer la decisión de los dueños de los clubes bajo una premisa: el fútbol es competencia; esa es la base del juego», agrega Restrepo.
Pero, ¿cuáles fueron las claves para que la Superliga, que los clubes denominaron como «un tren imparable», terminara descarrilando solo dos días después de su creación?
1. La resistencia inglesa
El fútbol moderno nació en un pub de Londres en 1863. Además, fue en la isla británica donde se formó en su esencia para después convertirse en un fenómeno global.
Y fue precisamente en Reino Unido donde se registró la mayor resistencia ante la idea de la Superliga. Apenas se dio a conocer el comunicado de los clubes fundadores, uno de los primeros en reaccionar no fue otro que el primer ministro Boris Johnson.
2. La férrea defensa de la UEFA
Apenas se conoció la creación de esta Superliga Europea, la UEFA sacó todas las armas para luchar contra su implementación.
Una de las principales razones detrás de la creación de la Superliga era buscar mejores réditos económicos que los que actualmente otorga la Champions League, el mayor torneo continental de clubes, que es organizado por la UEFA.
3. La ausencia de otros grandes
Aunque queda claro que el golpe mortal a la Superliga vino de la salida en masa de los seis clubes ingleses, lo cierto es que el proyecto ya había recibido rechazos importantes que no le daban un buen augurio.
Una de las ideas primordiales de la Superliga era jugar con 15 equipos fundadores. Pero apenas 12 firmaron el acuerdo de salida.
Entre los que no estaban en la lista había un gigante que era fundamental para las ambiciones del torneo: el FC Bayern de Múnich.