Supersticiones y ritos acompañan Año Nuevo

Supersticiones y ritos acompañan Año Nuevo

Redacción Internacional, (EFE).- El paso a un año nuevo es el momento en que florecen en todas las culturas las supersticiones y los ritos para atraer la suerte y conjurar la fatalidad.

“Es el mito del eterno retorno, de la esperanza en un nuevo comienzo, la gente piensa que mañana todo será posible, cuando lo único que ocurre en la medianoche del 31 de diciembre es el paso de un minuto en el reloj”, comentó a Efe Chester Gillis, profesor del Departamento de Teología de la Universidad de Georgetown.

De forma menos prosaica, la francesa Sophie Lounguine escribe en un libro dedicado a tradiciones y costumbres de fin de año que “cada país, cada pueblo, cada religión tiene sus ritos para alejar la mala suerte y atraer la fortuna… unos ritos tras los cuales se esconde un único deseo- que el año nuevo sea mejor que el anterior». Esos ritos van desde llevar prendas de distintos colores para atraer diversas bonanzas, comer determinados platos, o colocar en los lugares más diversos símbolos de la fortuna.

Pero en todo el globo, sigue diciendo Lounguine, hay un ritual común- se limpia con esmero, y a veces con sustancias particulares (incienso, limón, bambú) la casa y el cuerpo, se lleva ropa nueva y se intercambian buenos deseos.

Otra parte de los ritos gira en torno al deseo de dejar atrás los malos momentos del año acabado y romper con las malas costumbres.

Así en las oficinas de Brasil o Argentina se tiran por la ventana los papeles viejos, y en Italia se hace lo mismo en las casas con enseres y hasta con muebles.

En algunas páginas de “magia blanca” de Internet se aconseja escribir las cosas malas que han pasado en el año acabado en un papel y luego quemarlo para que no se repitan.

Y es que el Año Nuevo no es sólo un momento en que florece la esperanza, sino también, “los miedos concretos o difusos a lo que puede ocurrir”, según una prédica para el Nuevo Milenio de la Iglesia protestante de la Resurrección de Bayreuth (Alemania).

Aún lamentando las supersticiones, el sermón recalca que “no se puede ridiculizar este fenómeno… que refleja un miedo real de la gente”, un temor comprensible “si se ven los resúmenes de fin de año de los medios de comunicación».

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