Supersticiones

Supersticiones

La conducta supersticiosa humana es un tipo de aprendizaje no planeado, que se realiza por medio del refuerzo accidental, y la misma ocurre cuando, por ejemplo, si llevamos puesta una joya particular o tenemos una pata de conejo cuando somos tocados por la buena suerte, podemos llegar a creer que estos factores fortuitos produjeron el reforzamiento positivo. Incluso, podríamos desarrollar elaboradas explicaciones cognoscitivas que rodearon a los reforzamientos ocurridos de manera accidental o esporádica.

Siempre que hacemos algo que es seguido muy de cerca por un hecho fortuito que consideramos dichoso, tendemos a repetir la acción, aunque, lógicamente, la buena suerte tenida no haya sido producto directamente de lo que hicimos previamente.

Las supersticiones, no fundamentadas o asentadas de forma irracional en el hombre, pueden estar basadas en la fe, o relacionadas con el pensamiento mágico. El practicante cree que el futuro, o que ciertas acciones voluntarias o involuntarias pueden ser influidos por alguna de sus creencias o tienen una significación trascendental en su vida.

 Por lo que, una superstición es el resultado de la forma prejuiciosa de juzgar la información que tiene nuestro cerebro. Un prejuicio cognitivo, o “sesgo cognitivo”, es una distorsión cognitiva en el modo en el que los humanos percibimos la realidad. Algunos de estos procesos han sido verificados empíricamente en el campo de la psicología, otros están siendo considerados como categorías generales de prejuicios. La superstición no coincide con la ciencia ni aplica el método científico; de manera que las seudociencias pueden considerarse supersticiones.

Entendemos entonces, que la superstición es atribuirle a prácticas legítimas un valor erróneo, la Fe desmedida o valoración excesiva respecto de una cosa o a una práctica que puede conducir a la idolatría y a distintas formas de adivinación y de magia.

Cuando se escuchan predicciones negativas se generan más conductas supersticiosas que cuando son positivas.

La “suerte”, entendida como una fuerza que pueda afectar el destino, no existe. El cristiano sabe que depende de la Providencia divina y que es responsable por su libre albedrío.

Se puede decir entonces, que la superstición es producto de ignorancia o de un vacío espiritual.

No se debe confundir tradición con superstición. Las tradiciones serían supersticiosas solo si se les atribuyen poderes mágicos.

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