La tercera obra de Luis López Nieves
El texto de la solapa de La verdadera muerte de Juan Ponce de León, apenas si difiere en pequeños datos bio-bibliográficos de las dos obras anteriores de López Nieves, y de la última titulada El corazón de Voltaire.
Hay un detalle significativo en el cual no reparé cuando reseñé la primera obra, Seva. En la contraportada, el autor se presenta como niño prodigio, trotamundo, doctor en literatura comparada de NYU (la famosa en wai iu), creador de una maestría en creatividad literaria y traductor.
Este último detalle me interesa. Lástima que ninguna de las solapas traiga los títulos de las obras literarias que López Nieves ha traducido. En esto se reconoce al traductor. En las obras traducidas se conoce la teoría con la cual se traduce. Aunque dicha teoría se deduce de la del lenguaje, que en López Nieves es un instrumento mentiroso, lo interesante hubiese sido verla explicada por el autor. Para preguntarle, ¿con qué teoría de la traducción traduces?
La teoría del lenguaje de López Nieves es inseparable, por lógica, de su teoría de la traducción como traición, en razón de su teoría del lenguaje expuesta en Seva. Como lo ha planteado Henri Meschonnic, en larga brega teórica y práctica del traducir, en Un golpe bíblico en la filosofía (Buenos Aires: Lilmod, 2007: 22): una traducción muestra en primer término su representación del lenguaje y de la cosa, antes de mostrar lo que se considera que ha traducido.
Otro detalle importante y que olvidé es el de la significación de las portadas. Estas redoblan, semióticamente, el contenido que ya está en las obras. Una representación de lo real histórico (En Seva, detalle del cuadro 12 de mayo de 1898, de Carmen Vásquez); en Escribir para Rafa, lo artístico-realista con el ideograma kitsch de un conocido mosaico romano que muestra un escriba con estilete y tablilla de arcilla.
En La verdadera muerte de Juan Ponce de León existe reduplicación artístico-realista con ideograma kitsch y participación mágica por acercamiento (dos figuras mayores de la publicidad y el mercadeo (Umberto Eco en La estructura ausente. Barcelona: Lumen, 1973: 300). La portada del libro es un ardid: finge que el retrato corresponde al personaje histórico Ponce de León, cuando en realidad es uno de los tantos rostros de los magnates que figuran en El entierro del Conde de Orgaz, lienzo del Greco pintado entre 1586 y 1588. Quien no repara en el crédito, o no está entrenado en el desciframiento del cuadro, corre el riesgo de autoengaño.
Finalmente, El corazón de Voltaire reproduce, como ideograma kitsch, el retrato del gran filósofo y escritor de la Ilustración, sin dar el crédito en la página que corresponde y que acaso sea un retoque del grabado del siglo XVIII que está en el Museo Carnavalet, de ¬París.
La escritura de los tres últimos libros de López Nieves experimenta una calidad creciente, aunque los vicios masivos señalados en Escribir para Rafa están presentes en esta tercera obra y estragan con menor acentuación su ritmo-sentido.
El posesivo sus no siempre va en plural cuando el poseedor está en singular o plural. La lógica, la semántica del discurso y la cultura del sujeto deciden cuándo el posesivo va en plural o en singular. Ejemplos: seis jinetes que saltaron de sus monturas (24). Cada jinete posee solamente una montura; Los vecinos salían de las entrañas de sus casas (27). Cada vecino solo posee una casa. Sus sepulcros serán sus hogares para siempre (31). Cada muerto solo posee un sepulcro y un hogar definitivo.
La nana respondió que habían llegado a sus casas (44). Las nueve madres de leche solo poseían una casa cada una. Sino del cariño con que dedicaron sus vidas a protegerlo (65). Cada custodio es poseer de una sola vida. Los hombres no se cansaban de mirar sus propios rostros en el espejo. (79). Juntos o por separado, cada hombre poseía solamente un rostro. Y saltaron de sus camas (90). Un hombre no puede dormir al mismo tiempoen dos camas. Se asomaban [las mujeres y los niños a medio vestir] a las puertas de sus casas. (92) Estos poseían solamente una vivienda.
La confusión entre el pronombre personal le y el lo aplicado a animales, conceptos y objetos pervive (véase 14, 17, 21, 25, 28, 29, 36-39, 43, 44, 60, 65, 69, 73, 79, 80, 82, 92, 104, 107, 108, 111. 114 y 117). En cambio, los gerundios incorrectos, debido a su utilización como adjetivos calificativos, disminuyeron significativamente.
Pero esta disminución no quiere decir que el autor tenga conciencia del problema: insistió doña Isabel, mordiendo la uña de su dedo índice (42); pero [los marineros españoles] bajaron de la nave [ ] mostrando un grande espejo. (79); seis meses trabajando en una organización (117); y estando en dicha Guatemala recibí noticias (120); el viento como caricia divina refrescando mi cuerpo (121); Y llegando a esta costa de noche el maligno Pierre Botielle (123).
La tercera obra del autor muestra la misma teoría del lenguaje insuficiente en que se funda: La frente arrugada, que sobresalía por encima de las uñas limpias, decía mucho más que sus palabras. (31). Existen pocos anglicismos (66 y 105): la especulación, en vez de la conjetura; 114 el alglo-latinismo La Hispaniola en vez de la Española); galicismos, dos, si no yerro (61 a lápiz en vez de con lápiz, 108 los grabados a colores, en vez de con colores.
Dos problemas graves de uso léxico: Lo sentó a su diestra en la mesa y les ordenó comer en vez de a la mesa, (28) y Lo siento, Excelencia (23) por Lo lamento, Excelencia.
Fuera de estos tropiezos graves y poco elegantes que afean el ritmo-sentido de la obra y muestran la falta de dominio cabal del idioma, los hechos-temas-únicos de los cinco cuentos que componen el libro poseen uno de los rasgos distintivos del género y que, en el relato, puede flexibilizarse: la acción indetenible.
López Nieves posee gracia para contar. Su erudición, a lo largo de las cuatro obras, no peca de pedantería, sino que se constituye en una ventaja comparativa con respecto a otros narradores ralos que distribuyen a tientas y locas concesiones y facilismos a quien lee, en vez de retarle.
En síntesis
Una calidad creciente
El corazón de Voltaire reproduce, como ideograma kitsch, el retrato del gran filósofo y escritor de la Ilustración, sin dar el crédito en la página que corresponde y que acaso sea un retoque del grabado del siglo XVIII que está en el Museo Carnavalet, de París.La escritura de los tres últimos libros de López Nieves experimenta una calidad creciente, aunque los vicios masivos señalados en Escribir para Rafa están presentes en esta tercera obra y estragan con menor acentuación su ritmo-sentido.