Surgen villas miseria en isleta de autopista

Surgen villas miseria en isleta de autopista

POR ANTONIO GIL
PIEDRA BLANCA, Bonao.—
Villas miseria están naciendo en la prolongada isleta central de la autopista Duarte, en un tramo de varios kilómetros entre La Cumbre y esta población. Hace seis años, poco después de concluida la ampliación de la autopista, una parte de este parque central fue ocupado por familias haitianas que abandonaron los bateyes del ingenio Haina luego que las actividades de producción azucarera cesaron.

Los ocupantes de estas áreas arboladas, sin embargo, las abandonaron poco después por presiones de las autoridades, pero han retornado y ahora ocupan más terreno.

Cuando fue concluida la ampliación de la autopista Duarte, poco después de iniciada la pasada administración del presidente Leonel Fernández en 1996, estas isletas centrales de la autopista, que habían quedado expuestas y sin árboles por las obras de ingeniería, fueron reforestadas dentro del programa Quisqueya Verde. Este plan de reforestación fue creado e impulsado por esa primera administración de Fernández y estuvo bajo la dirección del entonces vicepresidente Jaime David Fernández Mirabal, pero cesó cuando fue creada la secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales en agosto del 2000.

Los primeros ocupantes de los terrenos se cuidaron mucho de pasar inadvertidos y utilizaron los árboles que se habían sembrado allí, luego que crecieron un poco, para camuflar sus construcciones. Pero el número de personas que ahora los ocupa sobrepasa la capacidad del terreno, han eliminado gran parte de los árboles y las casuchas están llegando al borde mismo de la carretera y quedan totalmente expuestas a la vista de los que transitan por allí.

En el tramo de la vía, que está más próximo al cuartel policial de La Cumbre, las casuchas quedan como si fueran un muestrario en un escaparate en un establecimiento comercial. En esa parte de la carretera, hay un gran promontorio entre las dos rutas de la autopista. Se trata de una pequeña colina que queda frente a la vista de los automóviles justo en una curva antes de llegar a La Cumbre, cuando se transita de Santiago a Santo Domingo.

Los vehículos pasan al pie de esa colina y las casuchas se aprecian construidas en desorden sin guardar linderos ni áreas para transitar vehículos o aceras. La tierra roja, expuesta al eliminar los árboles y la vegetación baja, rueda cuando llueve sobre los sistemas de canales de desagüe de la autopista, taponándolos y formando diques, y el agua entintada de rojo corre por sobre el pavimento negro y se esparce cuando la pisan los automóviles.

Las viviendas están construidas con paredes de planchuelas de hierro oxidadas, sin pintar, aparentemente extraídas de envases metálicos de 55 galones de los que son comúnmente utilizados para envasar productos de importación o de exportación. También tienen pedazos de madera en mal estado y casi todas los pisos son de tierra.

Como la colina es muy inclinada en su vertiente suroeste, que es la que queda frente a la autopista en la ruta noroeste sureste, para poder construir las viviendas se han hecho terrazas, como enormes escalones, sobre los cuales se colocan las viviendas.

Pero como en los bordes estos escalones no tienen vegetación, cuando hay fuertes lluvias la tierra, que es arcilla roja expansiva, se diluye y rueda, y las terrazas se deforman con el riesgo de que las viviendas sean arrastradas sobre la carretera.

Unos kilómetros más adelante se pueden ver algunas otras edificaciones, unas de ellas de concreto. Estas se perciben más claramente desde el lado norte de la colina que queda frente a la ruta de la autopista entre Santo Domingo y Santiago.

A este deterioro de la vía se está sumando las viviendas que se construyen a lo largo de la autopista en las inmediaciones de Villa Altagracia en violación de la ley que establece una franja exenta de construcciones a la orilla de las carreteras.

Niños, hombres y mujeres que descienden de esta colina en la parte central de la autopista, por donde pasan automóviles y camiones cargados a gran velocidad, deben cruzar en medio del tráfico fragoroso de día y de noche. No tienen otra manera de llegar o salir de sus casas que no sea exponiendo sus vidas. Sobre todo los niños, cuando van a las escuelas distantes a varios kilómetros, tienen que caminar largos trechos sobre la vía en el carril de estacionamiento o escape, con el consiguiente riesgo. Una parte del trayecto que deben hacer está justo en curvas y colinas, puntos en los cuales pueden quedar fuera de la vista de los conductores, con gran riesgo de ser atropellados. Con frecuencia se puede ver a mujeres cargando niños en brazos que descienden de la colina rojiza y resbaladiza para cruzar la carretera y tratar de conseguir asiento en alguno de los autobuses de pasajeros que pasa por allí a una velocidad considerable.

La autopista Duarte se comenzó a construir desde mediados de la década de 1950. Gran parte de su trazado siguió el de la vieja carretera Duarte construida en 1922, pero en muchos tramos fue modificado, sobre todo en el Cibao, donde a partir de La Vega se diseñó más al sur y desechó el paso por la ciudad de Bonao.

Estuvo en construcción hasta la primera administración de Joaquín Balaguer de 1966 a 1978. El propio Balaguer inició su ampliación al concluir su período de doce años, pero las obras se paralizaron un tiempo, hasta que finalmente en la administración del presidente Salvador Jorge Blanco, entre 1982 y 1986, únicamente se hicieron ampliaciones en algunos tramos, aunque se repavimentó casi en su totalidad.

Al volver al gobierno en 1986, el presidente Balaguer retomó el proyecto de ampliación y se construyó con los ocho carriles en que ahora están divididas las dos rutas que fueron, también, totalmente separadas. La obra fue concluida en los primeros años de la pasada administración del presidente Leonel Fernández de 1996 al 2000.

La deuda acumulada por el gobierno por la construcción de la vía fue considerada alta por Fernández en aquella oportunidad, quien decidió entonces entregar los terrenos del aeropuerto de Herrera a la empresa constructora para saldar esos compromisos. Esa deuda todavía no se ha pagado porque el aeropuerto de Herrera no se ha podido clausurar, ya que el aeródromo sustituto en El Higüero, Santo Domingo Norte, se retrasó en su construcción hasta la administración del presidente Hipólito Mejía, entre el 2000 y el 2004, y finalmente ha presentado numerosas dificultades, incluyendo algunas de tipo ambiental.

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