Sussy… ¡cómo te recuerdo!: siempre jovial, selectiva en tu forma de vestir, de una seriedad intachable, y finos modales. Tantos recuerdos me llegaron a la mente en ese momento en que te vi, serena y elegante, preparada para ser llevada al sepulcro.
Lloré, mientras montaba Guardia de honor, recordando aquella noche de un fuerte aguacero cuando a las 2:00 de la madrugada buscábamos en Naco aquella discoteca para cubrir su apertura, luego de un gran recorrido en nuestras acostumbradas noches sociales, tú para tu columna Visto & Oído, yo para las páginas de este matutino donde estuviste durante los últimos 30 años; recuerdo que me dejaste en el periódico y al día siguiente, a las 8:00 de la mañana me llamaste: Rosario, encontré la discoteca. ¡Qué perseverancia!
En medio del llanto, por un momento se apartó de mí la tristeza y me sentí satisfecha al verte ataviada ¿Viva la moda? con ese traje en encaje francés -un salmón- mangas largas, falda en chiffón, el collar y pendientes de perlas cultivadas que te daban este toque delicado que por años te caracterizó. Las uñas arregladas y pintadas a tono. ¡Vaya!, hasta al borde de la tumba, bien puesta.
Me dejaste un legado que para mí ha sido el más importante: Honestidad en el trabajo profesional y Rosario, nunca vendas tu pluma. Le respondía: Sussy, somos de la vieja guardia y cargaremos siempre el mismo fusil
Te quiero