Susana Morillo
Sacerdotisa de la crónica social dominicana

<STRONG>Susana Morillo</STRONG><BR>Sacerdotisa de la crónica social dominicana

POR FÁTIMA ÁLVAREZ
Al igual que las vestales romanas, la sacerdotisa de la prensa dominicana ha sabido cumplir con sus mejores responsabilidades: mantener encendido por decenios el fuego sagrado del conocimiento, la gracia y el bien estar.

Susana Morillo escogió el seudónimo de Vesta cuando la pasión por la literatura aún no devenía en periodismo, cuando sus sueños giraban en torno a la poesía y la música, cuando tocaba en la pianola de su hogar, en el San Pedro de sus recuerdos, con sus piececillos que apenas rozaban las teclas, sin presagiar el destino que le esperaba dentro de los medios de comunicación.

Poseedora de la memoria colectiva de la prensa social dominicana, Susana llegó a ella en la segunda etapa del periódico Listín Diario, cuando todavía hablar de la sección de sociales era un proyecto en ciernes, sin demasiados adeptos.

A sus 89 años, Vesta sigue teniendo la virginidad necesaria para el asombro, la lámpara perennemente encendida, para dar luz a los que hasta ella llegan. Capaz de robarse la atención de todos, Susana se convierte en centro de interés en cualquier lugar a donde llegue.

Ella es una alegre combinación de elementos: coquetería femenina, cultura y memoria prodigiosa. Con un alto sentido de la autoestima, doña Susana se niega a envejecer. “Yo he mejorado con los años. Las canas me asientan muy bien. Voy a cumplir noventa años, y no me he hecho ni una cirugía estética ni nada, y sigo igualita….”., dice con picardía mientras retoca su pelo.

Aunque en la mitología el servicio de las vestales duraba treinta años, el de Susana Morillo, Susanita para muchos, llega ya a los 44 años de ejercicio, ¡como el primer guandul! “Yo estaba con una amiga en el restaurante Lina, ubicado donde después estuvo El Cantábrico, cuando llegó Baby Ricart, entonces uno de los dueños del Listín Diario, y él fue hasta mi mesa a saludar y se quedó hablando, entonces me dijo que el Listín iba a volver a reabrir y que posiblemente me iban a dar una oportunidad de trabajar allí. “Pero muchacho, tú estás loco, yo nunca en mi vida he sido periodista”, dijo Susana mientras dejaba sonar una alegre carcajada.

La muerte de su padre y la asunción de nuevas responsabilidades económicas llevaron a Susana Morillo a aceptar la propuesta laboral de don Baby Ricart. “Fui a hacer un curso de repaso al Instituto Gregg, cuando doña Sarah, la esposa de Rafael Herrera, me dice que él quería verme. Digo ¿cómo? Para mi fue un susto, una taquicardia”.

En ese entonces las sociales eran hechas por Diodoro Danilo Vicioso, pero para esa nueva etapa del Listín Diario entra doña Susana, convirtiéndose en la primera mujer que escribe sobre temas sociales en el país.

Cultísima desde niña, la llegada de Susana Morillo a la prensa social le hizo conocer nuevos escenarios, le abrió los ojos a otros mundos,  y la mantuvo vinculada a lo más granado de la sociedad dominicana.

“Me metí en el periodismo ¡y de que manera!, cuatro páginas diarias tenía que llenar. Me cansé de pedir una secretaria, pero no había nadie que quisiera aguantar eso, ni siquiera Miguel Franjul, a quien pusieron y apenas duró una semana, dijo que no aguantaba aquello.”

“Escribí durante años yo sola. En el  primer año renuncié cuatro veces, pero me decían que todo iba a cambiar y me quedaba, después fueron cambiando.”

Graduada de taquígrafa y mecanógrafa bilingüe, Susana aprendió además el portugués, gracias a sus estudios de bachillerato que realizó en su natal San Pedro de Macorís cuando ya era una joven casada.

Eternamente coqueta, Susana Morillo no olvida sus infaltables gafas de sol ni retocar sus labios carmesí. “Tírame la foto de este lado, no me acerques tanto la cámara para no salir vieja”. Toda una maestra en acción que sabe lo que quiere y a donde va.

Para doña Susana no hay medias tintas, dice lo que piensa de forma directa y sin ofender, pero tampoco con apañamientos. En 44 años reseñando la crónica social debió haberse ganado una que otra desavenencia, pero ella ni las recuerda. Va por la vida vestida de traje largo, dispuesta a convertirla en una perenne fiesta donde su gozo se refleja en convivir apegada a sus criterios, sin importar el que dirán, pero sin dañar a los demás.

Católica de viejo cuño, Susana Morillo asiste diariamente a misa con la misma destreza con que se calza sus tacos y sale en compañía de alguna amiga, a cumplir con decenas de compromisos sociales que tiene cada día.

Pocas personalidades son tan esperadas en los encuentros sociales como Susana Morillo. Cuenta que en una ocasión la embajada de Estados Unidos, para asistir a un evento en casa del Embajador Hertell, exigía dejar el vehículo a varias cuadras de la residencia.

Debido a que no puede caminar en exceso, se desmontó directamente en los jardines de la casa diplomática. “Por aquí sólo los VIP”, dijo un miembro de la seguridad de la Embajada. “Yo soy VIP”, dijo Susana con la barbilla levemente levantada, como si de una miembro de la realeza británica se tratara. Acto seguido apareció el señor Hertell quien, caballeroso, la condujo de su brazo a los salones, mientras le pedía hacerse una foto con ella. Esa es Susana Morillo.

Doña Susana asegura que la carrera de periodismo no le ha otorgado grandes ganancias, pero la pasión que la ha inspirado la compensa generosamente. “Estuve 21 años en el Listín Diario y llevo 23 en el Hoy. Cuarenta y cuatro años de servicio en los que me envolvió la carrera a tal punto que olvidé la mía, que era pianista”.

Profesora durante varios años de la Escuela Elemental de Música Elila Mena, doña Susana recuerda algunos de sus alumnos. “Yo era un éxito allí”, dice sin falsa modestia.

Susana Morillo

Su madre no quería que fuera escritora 

Su mayor satisfacción es el cariño con que la gente la recibe en todas partes. 

Los recuerdos de Susana Morillo saltan, como niño juguetón, de su natal San Pedro de Macorís, a Cuba, donde pasó un tiempo, para retornar a República Dominicana. “Recuerdo que a los dos años yo vivía en Cuba y una noche nos levantaron a mi hermana  y a  mí para que bajáramos a la primera planta porque papá había cazado un caimán. Me recuerdo a mí misma en batita de dormir mirando asombrada el cocodrilo”, dice mientras sonríe.

Su perrito Fru Fru, la primera vez que vio un circo y otras tantas historias forman parte del anecdotario personal en Cuba. “Mi papá, Miguel Angel Morillo Burgos, después de haber perdido el trabajo como administrador de línea, tras la llegada de los americanos, consiguió empleo en un ingenio en Cuba, entonces nos fuimos a vivir para allá. Mi papá fue el primer Embajador General de la República”, recuerda con orgullo. “Un hombre buen mozo ése, de aquí, de la capital”.

Su madre, Asia de Sosa, fue una reina de belleza en San Pedro de Macorís. “La mujer más bella de su tiempo”. Su única hermana, Yolanda Morillo de Acosta y Lara, reside en Uruguay, donde contrajo nupcias con un nacional de ese país.

Susana Morillo está de vuelta de todo. Se ríe de sí misma y cuenta sus historias sin maquillaje, ni delirios de grandeza. “Recuerdo que mi hermana y yo nos metíamos en la cocina para aprender a cocinar con mamá, quien nos sacaba diciéndonos: “Váyanse de aquí. Lo de ustedes es piano y maquinilla”, haciendo alusión a que sólo el estudio las haría superarse. “Mi hermana Yolanda se casó con un millonario… ¡y yo me quedé en piano y maquinilla!”.

La autora de la columna “Lo que he visto y oído” del periódico Hoy, ha sido galardonada en muchas ocasiones por sus aportes a la crónica social. Aunque ha recibido de manos del Presidente de la República la Orden de Duarte, Sánchez y Mella en el grado de Caballero, eso no es suficiente para sentirse superior.

“Como no me creo merecedora de nada, cualquiera de las distinciones que me han hecho tiene mucho significado, porque lo que valoro es que la gente me aprecia. Creo haberme ganado el cariño, ya que lo único que he hecho es el bien a todos los que he tratado”, dice sin reparos.

La pasión por escribir la despertó muy temprano. Cuentos y poesía eran sus géneros predilectos. Su primera lectura no estuvo vinculada a cuentecitos de Walt Disney ni nada parecido: Alejandro Dumas fue su mentor.

La labor de escritora no era muy bien vista entonces, por lo que su madre aprovechó un viaje al exterior de Susanita y quemó todos sus cuadernos en la esperanza de que ella olvidara esa pasión. “Mi hermano me dijo que mamá lo había quemado todo porque no quería que yo fuera escritora, porque éstas sufrían mucho. No encontré jamás ni un cuento ni una novela. Casi me muero”.

Pero Susana era una chica de muchos ases bajo la manga. La ópera, con sus rigolettos, y la pintura, empezaron a ocupar el lugar de la literatura, que dejó oculta en su ser como una pequeña mecha que Baby Ricart encendió el día que le propuso hacerse cargo de las sociales del Listín Diario y que reconfirmó con su entrada al periódico Hoy, tras la petición de José Luis Corripio y donde lleva ya 23 años.

Aunque reconoce que en la vida de casada no fue muy feliz, el fruto de su relación con Héctor Báez dio como resultado a su único hijo, el reconocido fotógrafo del mismo nombre, quien ahora vigila con mimo y celo por su pintoresca madre.

Con gracia, recuerda su luna de miel en Long Beach y ríe a carcajadas para luego decir: “La luna de miel cuando se acaba es de hiel”.

“¿Mi mayor satisfacción? Ver el cariño con que la gente me recibe en todas partes.” Así, sin más reparos se despide, después de habernos mostrado sus álbumes del recuerdo. Memorias que atesora con el valor que merecen, pero que puede dejar en cualquier momento para vivir lo que más le gusta: el presente. Susana Morillo no vive de recuerdos. Sus responsabilidades y compromisos sociales no dan espacio para ello. De seguro, esta noche algún vehículo la llevará al mejor evento social al que deberá estar invitada. Esa es Susana Morillo. 

A corazón abierto 

Una comida: las ensaladas verdes, porque tienen todos los nutrientes. 

Música: clásica

Escritora: Isabel Allende

Un libro: Los Miserables

Un olor: rosas

Un color: amarillo y naranja

Un día de la semana: el sábado, porque descansa

Una hora del día: 5:00 a. m., disfruta la salida del sol

Admira: a  Dios sobre todas las cosas y al presidente colombiano Alvaro Uribe, porque ha sido reelegido, lo que indica que es bueno, y a Tony Blair

A quién le teme: cuando pequeña a las hormigas. De adulta a la crítica malsana

Una película: Canción Inolvidable, basada en la vida de Chopín

Actor y actriz: Greta Garbo y  Clark Gable

Deporte: tenis y natación

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