Una radiografía al vecino país Haití, donde habitan alrededor de 11.4 millones de personas, vislumbra un pronóstico con una grave situación de estancamiento en su sistema político, social y económico, con altos niveles de violencia fomentados por las pandillas o como se les llama en Haití gangas, lo que provoca una oleada de violaciones, secuestros, asesinatos, hambruna, corrupción e impunidad.

Datos históricos registran que desde principios de la década de 1900 ha habido al menos tres grandes intervenciones militares en Haití dirigidas por Estados Unidos y las Naciones Unidas.

Pero todo indica que la historia se repite. Esta vez le toca a Kenia, un país de la costa este africana del océano Índico encabezará una fuerza multinacional que llegará a Haití el próximo mes de noviembre, tal y como lo estableció el Consejo de Seguridad de la ONU, una petición que llega un año después de que fuera pedida por el propio Gobierno haitiano y respaldada de inmediato por el secretario general António Guterres.

Ante ese convulsionado panorama, conversamos con Edwin Paraison, excónsul de Haití en República Dominicana y presidente de la fundación Zile, quien señala que la cooperación internacional en el vecino país caribeño ha sido un fracaso. “Es urgente llamar la atención de la comunidad internacional porque se tiene que cambiar el modelo de cooperación”.

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La presencia de Kenia en Haití

El escenario, según Paraison, con la llegada de las tropas kenianas a Haití no puede ser alentador, porque este país no puede ser un modelo para Haití”. Hemos tenido experiencias durante la presencia de la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH por sus siglas en francés), de la propagación del cólera”.

En ese contexto hay dos temas vinculados a la salud que preocupa a las autoridades sanitarias de Haití. Es que Kenia tiene estadísticas muy elevadas del ébola y de VIH. “Kenia es un país aliado de Estados Unidos, pero entre Haití y Kenia no hay representación diplomática”.

El acuerdo de Montana

Es un comité de transición de dos años que se firmó el 30 de agosto de 2021 con el apoyo de organizaciones políticas y sociales en un intento por buscar una solución a la profunda crisis a todos los niveles y fortalecer las instituciones de cara a la celebración de elecciones cuando finalice este plazo.

Lo que se propone con este acuerdo es que la transición sea lo más cercano posible a la Constitución de Haití.

A su entender, cuando el Estado funciona con los lineamientos democráticos el ejecutivo cohabita con el poder administrativo que juega ese papel de control. “Entonces Montana lo que ha previsto es la creación de otra instancia, fruto del mismo consenso que va a jugar el papel de contraloría de vigilancia sobre las acciones del Ejecutivo con un presidente y un primer ministro.

La solución a la crisis interna de Haití

El Acuerdo Montana debe ser el intermediario para que la comunidad internacional pueda plantear el tipo de colaboración que podría enviarse para que Haití empiece a caminar hacia un Estado democrático.

Es categórico al afirmar que en este acuerdo está la solución a la inestabilidad social y política del vecino país.