Hoy 
¿Qué necesita un país para ser competitivo dentro de los actuales esquemas comercial y económico?
Probablemente la pregunta tenga incontables respuestas, todas factibles, provenientes de diversas prismas porque, quiérase que no, la competitividad es un concepto que oscila entre lo tangible y lo intangible en un mar de sutilezas.
Desde todo punto de vista, ser competitivo es tener las habilidades y calidad necesarias para lograr una porción rentable del mercado de demanda de bienes y servicios en el que se participa con otros proveedores, pero la competitividad no se forja exclusivamente en el mercado, sino que se debe llegar a éste armado de la misma.
La República Dominicana, por ejemplo, tiene ventajas comparativas que le permitirían sacarle provecho al DR-CAFTA. Distancia del mercado, ubicación geográfica, clima, costo de la mano de obra, liderazgo en algunos renglones y así por el estilo.
Sin embargo, esas ventajas comparativas se ven mermadas por los altos costos de la energía eléctrica, un régimen tributario que penaliza preferentemente el consumo, un sistema judicial que deja mucho que desear, debilidad en el combate de la corrupción, pésimos servicios públicos, mano de obra pobremente calificada, alto costo de los financiamientos y otras tantas cosas.
Para ser competitivos hay que vencer estos obstáculos y dificultades internas y completar el resto en el mercado de demanda con buenas políticas de marketing.
Así, el producto local, aquí o en cualquier otro mercado en que se compita con otros, tendría que preservar ventajas comparativas iguales o mayores que los competidores para que pueda resistir la competencia.
Nuestro país ha hecho muchas adecuaciones técnicas y jurídicas para poder calificar en el esquema de apertura definido como DR-CAFTA, pero le falta vencer muchas sutilezas que parecerían totalmente desvinculadas de los asuntos de intercambio comercial libre.
Necesitamos mejorar servicios vitales, reducir el costo de la energía, del transporte, hacer más accesibles los financiamientos para producción, modificar el régimen fiscal, mostrar mayor interés por combatir la corrupción, presentar mejor imagen internacional y profundizar ciertas garantías jurídicas.
Motocicletas
La frecuencia de accidentes de tránsito en que se ven involucradas motocicletas es un elemento de gran preocupación.
Un buen termómetro para medir la magnitud de este problema son los registros que lleva el hospital Darío Contreras sobre el particular.
Aparte de tener una participación mayoritaria en tragedias, los motociclistas parecen seres privilegiados, exonerados de cumplir las leyes.
Una buena proporción de motociclistas carece de licencia, sus vehículos carecen de seguros, muchos no tienen matrículas ni constancia de procedencia y propiedad.
Los esfuerzos por reordenar el tránsito tienen que incluir decisiones que permitan una mejor regulación del uso de motocicletas.
