Taiwán vibra entre lo viejo y lo moderno

Taiwán vibra entre lo viejo y lo moderno

Con alrededor de dos millones y medio de habitantes, en toda la isla suman 24 millones, Taipei sorprende por sus armoniosos jardines, el apacible discurrir de su gente, una que otra nota de color dada por monasterios, la limpieza de sus calles y  la gran cantidad de motocicletas (pasolas)

POR JACQUELINE VENTURA
TAIWAN.- Situada en el centro de una cadena de islas en el Océano Pacífico, su capital Taipei ofrece al visitante verdes montañas, modernidad absoluta, vertiginosa vida cultural apegada a sus raíces más ancestrales, y una actividad comercial en constante movimiento y  progreso.

Alcanzado su desarrollo económico en los años 50 a través de la industria de mano de obra intensiva, Taiwán sobresale hoy  en el campo de la tecnología por la fabricación de productos de marcas reconocidas, comercializadas en todo el mundo.

De caras al siglo 21, las autoridades se han focalizado en desarrollar su rico trasfondo cultural a través de lo que han denominado la industria de la creatividad artística, con el objetivo de darla a conocer al mundo. Este plan abarca las áreas de cine, editorial, artes visuales, dibujos animados, diseño, representación y arte público.

Con alrededor de dos millones y medio de habitantes, en toda la isla suman 24 millones, Taipei sorprende por sus armoniosos jardines, el apacible discurrir de su gente, una que otra nota de color dada por monasterios budistas y taoístas de típica arquitectura china, en la que prevalecen techos de pagoda, figuras humanas y legendarios animales cargados de la simbología oriental; la limpieza de sus calles y  la gran cantidad de motocicletas (pasolas) que circulan por ellas, siendo este el medio de transporte más usado por la mayoría de sus ciudadanos activos (sólo existe un cuatro % de desempleo), sin importar su nivel social.

Por toda la ciudad se aprecian calles llenas de restaurantes que ofertan, además de platos taiwaneses, comida típicamente china y japonesa. Y para los que gustan de la comida internacional, aquí existe una variada oferta de restaurantes de cocina importada, así como tiendas de ropa y zapaterías. Pero lo más curioso es la proliferación de pequeños spas que dan servicios a unos precios verdaderamente irrisorios, hasta bien entrada la noche. En ellos se pueden observar a hombres y mujeres de las más variadas edades disfrutar de los beneficios de los masajes, no por snobismo, sino por salud, por sumas que van de 10 a 25 dólares.

Tapei es una metrópoli segura. Y es que a decir de nuestros guías, existen tres razones fundamentales para esto: la ley es implacable con el que delinque; por idiosincrasia a la gente no le interesa lo del otro.

Habitada por personas educadas, gentiles y correctas en el trato al visitante, Tapei posee el mercado nocturno de Shilin, un lugar legendario que late al ritmo frenético de las compras “a bajos precios” de productos Made in Taiwán y China. Una verdadera locura de ofertas que van desde zapatos, accesorios para el pelo, carteras, maletas, pijamas, ropa deportiva, manteles, cojines, abrigos, t-shirts y adornos para el hogar, todo de ¡a mucho y  a excelentes precios!. Si  está pensando que aquí sólo van turistas, se equivoca. Este mercado, diariamente es frecuentado por taiwaneses, en su mayoría jóvenes vestidos con indumentarias y corte de pelo occidentalizados. Si puede, evite ir en días de fin de semana. El mar de gente que se congrega aquí hace casi imposible que uno se centre para encontrar lo que busca.

Para los orientales el té es lo que el vino para los españoles, o la “fría” para los dominicanos, salvando la distancia histórico cultural. Visitar una casa de té, y en este caso la Wangs’  Tea, es adentrase en una cultura exquisita donde se sirve la infusión ceremonialmente y se vende en todas las variedades, incluyendo el fermentado al gusto occidental, el té oolong de las montañas,  preferido de los expertos degustadores chinos y el preciado té verde, tan valorado en la cosmética de hoy día en Occidente, por sus propiedades antioxidantes.

En los alrededores del Museo Nacional del  Palacio, en las afueras de la ciudad, existe una casa de té muy particular, denominada Tin Yu Shuan, se escucha el viento sobre los bosques, desde casas acristaladas que se alquilan para la ocasión y cuyos ideogramas significan  “casas para escuchar la lluvia”.

Taipei 101, el gigante en el centro de la ciudad En los primeros pisos del Taipei 101 coexisten tiendas de marcas de renombre mundial como Chanel, Prada, Vuiton, Dior, Dolce Gabanna, Mikimoto…, también posee buenos restaurantes, librerías y tiendas de tecnología.

El centro de negocios está conformado por altas y modernas edificaciones, pero una de ellas merece particular atención, es el conocidísimo edificio Taipei 101, una mole de cemento y cristal  cuyo nombre se sustenta en la cantidad de pisos que posee. Sus 508 metros de altura son alcanzables gracias al ascensor más rápido del mundo, donde un sistema  aviónico mantiene la presión en la cabina, a la par que una imagen en pantalla informa a los ocupantes de la situación puntual en que se encuentra durante todo el trayecto.

 Los 60 kilómetros por hora a los que asciende apenas son perceptibles. Transcurre sólo medio minuto para alcanzar el piso 89, donde se ubica el observatorio. Una vista de 360 grados de la ciudad, a semejante altura, es un espectáculo más que una observación, de las dimensiones y la urbanística de la ciudad.

 Este edificio está construido a prueba de terremotos, gracias a la ingeniería moderna en tecnología de punta, una bola de acero de ochocientas toneladas, colgada del piso noventa, de movimientos controlados por amortiguadores, compensa el desequilibrio que pudiera provocar cualquier temblor de tierra, por intenso que sea.

En los primeros pisos del Taipei 101 coexisten tiendas de marcas de renombre mundial. Chanel, Prada, Vuiton, Dior, Dolce Gabanna, Mikimoto, entre otras, están reservadas para la clase de mayor poder adquisitivo; también posee buenos restaurantes, librerías y tiendas de tecnología.

Pero, para las compras de artículos tecnológicos recomendamos desplazarse hasta la plaza ubicada en la estación principal del Metro, donde será oportuno visitar el establecimiento “Nova”, en la que jóvenes con chaleco amarillo asisten en idioma inglés a los extranjeros desubicados en los tres pisos repletos de cuantos productos imaginables e inimaginables, de última generación, existen en este rubro de tanta  trascendencia en la economía taiwanesa.

Atrévase a regatear, está permitido tanto en tiendas como en mercados. Así encontrará verdaderas oportunidades, de las que podrá presumir por su bajo precio. Ojo, siempre contraste precios entre un establecimiento y otro. A veces la diferencia del valor de la mercancía puede ser bastante significativa.

El monumento a Chiang Kai- shek
Otra visita obligada es la plaza conmemorativa a  Chiang Kai–shek, en el centro gubernamental. La inmensidad del espacio y la arquitectura típicamente china  impresionan. Al fondo está el monumento a Chian y, a ambos lados se levantan dos edificaciones, de color rojo, en la que una es el  teatro nacional y la otra una sala de conciertos.

Esta plaza es, cada 15 de enero, el escenario donde se celebra el año lunar chino con el denominado Festival del Farol Chino, reuniendo las más variadas y curiosas formas de este popular artículo de iluminación en la cultura asiática. También es la plataforma donde se celebran las ceremonias oficiales de Estado y donde, además, los gremios y ciudadanos alzan la voz en busca de reivindicaciones sociales.

Por demás, no hay que perderse una obra de teatro y una presentación de danzas, ya que éstas encierran toda la tradición de la cultura oriental, en la que la sincronía, agilidad en el movimiento, belleza y simbolismo del vestuario conforman una rica  e inolvidable experiencia.

Por el interior de Taiwán
 Desplazarse al interior en el modernísimo y recién inaugurado tren bala también vale la pena. Este transporte ferroviario, de color blanco y naranja, conecta  el norte con el sur de la isla, en una ruta que ha acortado a menos de la mitad el trayecto.

Este es el medio ideal para llegar hasta Tainán, la segunda ciudad y la denominada capital cultural, donde se pueden apreciar dos fuertes,  Zeelandia  y Provintia, herencia de los pobladores holandeses y alemanes, allá por el siglo XVII, y cuyos cañones amedrentaban a los buques españoles que intentaban penetrar a la ciudad en busca de poder y fortuna.

Estos mismos cañones fueron utilizados por el valiente  Koxinga, leal a la dinastía Ming, para expulsar a lo holandeses y fundar el primer gobierno insular.

Hay que visitar también el primer templo escuela confucionista, cuya construcción data de 1665. Habiendo pasado por varias renovaciones, está estructurado por caminos, jardines y  una casa central donde se pueden leer los exvotos que cada gobernante de Taiwán hace en honor al filósofo, los mismos son de carácter meramente moral.

En sus jardines se reúnen los jóvenes para hacer música y los ancianos se solazan.

La patrona del pueblo es Matsu, protectora de pescadores y navegantes y protagonista de una romería marinera que atrae a nativos y visitantes.

 La gastronomía de Tainán es muy preciada. Basada en pescado y mariscos es característica una sopa de bola de pescado, de textura gelatinosa, pero de sabor muy agradable. Elaboran también unos pequeños sarcófagos de harina rellenos de una especie de crema pastelera realizada a base de maíz y pescado que hacen de la visita un acontecimiento verdaderamente entrañable.

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