También amo el periodismo decente

También amo el periodismo decente

ALTAGRACIA PAULINO
El pasado domingo la colega Sara Pérez escribió un formidable trabajo que me fascinó por la forma en que termina. Ella dice: «Yo pienso que quienes eligen este oficio deben aspirar a ser águilas de las montañas», no «gallinas de patio». Agrega: «También creo que el signo de los y las periodistas debe ser una estrella en la frente, no un plumero de tumbar polvos en la mano»

Cuando el oficio del periodista se realiza impulsado por la vocación de servicio, sobre todo por la de servir a los demás, las palabras fluyen y las ideas se elevan mediante su uso y se convierten en un arma poderosa, tal vez la única con que cuenta el que trabaja en este oficio.

Desde los 13 años descubrí mi vocación periodística. En primero de secundaria escribía para el periódico de la Unión de Estudiantes Revolucionarios -UER- en el liceo Ercilia Pepín de San Francisco de Macorís. Luego escribí para todos los periódicos de los grupos en los que milité, y siendo estudiante de economía en el INTEC dirigí junto a mi buena amiga Mary Ann Ruiz Vallejo un periódico interno en el que el humor y las críticas certeras a las cosas que pasaban eran expresadas en MARAPATO, así se llamó, eran las iniciales de los nombres y apellidos mío y de mi amiga.

Cuando nació Ultima Hora en el año 1972, un pariente me presentó al entonces jefe de Redacción del vespertino, a Gregorio García Castro. Le narré lo que ocurría en el hospital de San Francisco de Macorís y el me invitó a que hiciera un reportaje del centro regional de salud. Visité todas las salas, tomé fotos, entrevisté pacientes y una semana después fue un reportaje en las páginas centrales y la noticia de primera de ese día.

Goyito me enseño a comunicar las ideas con palabras, fue Ultima Hora mi primera escuela y desde entonces me convertí en «embarradora de cuartillas», puedo decir que muy exitosa porque más de la mitad de mi vida la he dedicado al ejercicio del periodismo serio.

Agradezco a toda una generación de los más calificados periodistas de este país con los que he compartido las salas de redacciones, haciendo reporterismo por más de 20 años sin tener que doblarme ante nadie ni escribir por encargo de nadie, ni nada que no sea la verdad.

Creo que lo más vergonzante para alguien que se respete es escribir por encargo, cuando por unos pocos pesos usted tiene que aventurarse a decir cosas de las que no sabe, y a la bajeza de descalificar a alguien que ni siquiera conoce es una aberración y carece de ética.

Precisamente el trabajo de Sara Pérez retrata a muchos, por fortuna no a todos ni a todas; creo que como dijo alguien, «nadie que se dedique al oficio de periodista con la dignidad que reclama es malo», y agrego yo que el malo nace de cualquier mujer en el mundo, el oficio de malo no se aprende, se ejercita y en cada grupo humano existen los tumba polvos, los chantajistas, los calieses, los arribistas, los oportunistas y los sin criterios.

Los buenos pasan a la historia, porque son motivados por el espíritu de servir esos como muchos que nunca han dado su brazo a torcer, esos que defienden el derecho a expresarse, y sobre todo los verticales que siguen trabajando y trazando el camino de la entereza, aunque nadie lo crea, todavía de esos quedan.

Creo que todavía nadie ha podido quitarme la estrella de la frente, tal vez la muerte porque amo esta profesión, porque de ella he vivido con dignidad y porque mis hijos ya profesionales, los levanté con mi trabajo en Ultima Hora, Radio Mil, El Sol, Radio Merengue, Radio Landia en Santiago, El Nuevo Diario, TV 13, como jefe de Redacción del Noticiero Tele Vida, de la Iglesia Católica, y los 10 años que trabajé en Teleantillas haciendo el Reporte al Consumidor entre 1986-1996.

Creo que desde las distintas posiciones que he ocupado en los medios he ganado mucho. Mi historia personal es rica y como comunicadora me ha tocado ser parte de la historia de este país, pues crecí con los acontecimientos mas emblemáticos de los 70 y me tocó estar en el escenario de las luchas de este pueblo incluyendo ser cronista de las crisis del PRD, en el año 1985, del juntazo del 86 y de la crisis política del 94.

Ya tendremos tiempo para seguir contando…

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