También hay que hablar con los malos

También hay que hablar con los malos

POR CHRIS DODD
(D) Con.,  pre-candidato presidencial

En la década de los 80, viajé muchas veces a Nicaragua, donde me reuní con el presidente Daniel Ortega. En el pico de la guerra fría, fui objeto de críticas en ciertos lugares por reunirme con un líder que tenía vínculos con los soviéticos. Sin embargo, mi objetivo no era hacerme amigo del presidente sandinista, sino presionarlo para que renunciara a la violencia como herramienta política y le permitiera al pueblo de Nicaragua elegir a su próximo líder.

A pesar de la oposición de la administración Reagan, el Congreso votó por restringir el financiamiento de Estados Unidos a las fuerzas rebeldes Contra y más adelante, Ortega decidió ir a elecciones. En 1990, Violeta Chamorro ganó y Ortega respetó el resultado electoral traspasando el poder. Como resultado, hoy Nicaragua tiene una democracia imperfecta, pero de todas formas, una democracia.

En el debate presidencial Demócrata reciente de CNN/YouTube, a todos nos preguntaron si, como presidente, nos reuniríamos con los líderes de Siria, Cuba, Venezuela, Irán y Corea del Norte, sin imponer condiciones. Con la seguridad de Estado Unidos en juego, era una posibilidad para que nosotros demostráramos cómo podría utilizarse la diplomacia para ayudar a EEUU a liderar el escenario global en el siglo XXI.

Pero en lugar de utilizar esta oportunidad para mostrarle al país a  sus diplomáticos de  buena fe, dos candidatos -los senadores Barack Obama y Hillary Clinton- optaron por debatir y hacer declaraciones irresponsables.

Realmente, hubo pocas discrepancias en el escenario sobre los fracasos diplomáticos de la administración Bush.

En seis años, Bush y Dick Cheney han debilitado a EEUU al negarse a reunirse con representantes de ciertos países, sin tomar en cuenta su importancia para la seguridad y los intereses de EEUU.

Sin embargo, no se nos preguntó si como presidentes trataríamos de corregir el curso fallido de Bush-Cheney.

¿Por qué no? En lugar de preguntar esto, nos preguntaron cómo utilizaríamos nuestra experiencia y juicio para trazar un nuevo camino.

Es famosa la cita de John F. Kennedy de que nunca negociáramos por miedo, pero que nunca temiéramos negociar. Esto es algo que su rival Richard Nixon comprendió cuando fue a China y se reunión con Mao Zedong. Reagan también lo entendió, al llamar a la Unión Soviética “Imperio del Mal” en una ocasión, y después se reunió con Mijaíl Gorbachov. Esa fue una generación que nos dio el “Plan Marshall”, la OTAN, acuerdos para el control de armamentos y la ONU -instituciones que ayudaron a garantizar 60 años de paz y seguridad relativas.

Nuestros líderes crearon sistemas y estructuras para el mundo de la posguerra porque los problemas del mundo no podrían haberse abordado sin la cooperación internacional y el liderazgo de EUU.

Esta arquitectura internacional fortaleció el liderazgo global de EEUU y realzó la seguridad de EEUU.

La administración actual, por otra parte, está apartándose de esas instituciones y tratando la diplomacia como si se tratara de  un regalo para nuestros enemigos.

Pero con el debido respeto a los senadores Clinton y Obama, en este aspecto no solo están equivocados al convertirlo en un debate político; también lo están en la sustancia.

El concepto de que EEUU debe tratar a estos cinco países de igual manera es una ingenuidad en el mejor de los casos; y en el peor,  una irresponsabilidad.

Reunirse con Mamoud Amadineyad, de Irán, sería un error; ningún líder que niegue que el Holocausto se produjo y que pida insistentemente la destrucción de Israel debe ser recompensado con una reunión frente a frente con un presidente de EEUU, aunque en una administración Dodd esto no impediría que otros diplomáticos estadounidenses se reunieran con funcionarios iraníes de alto nivel.

En contraste con irán, yo estaría abierto a reunirme con otros líderes difíciles. En verdad, ya me reuní con Fidel Castro y Hugo Chávez como senador de EEUU por el comité de relaciones internacionales. También me he reunido con Bashar el Assad, porque relacionarse con él era -y es- interés de EEUU.

Lo que no es del interés de EEUU es dejar que las acciones de los malos actores se lleguen a supurar.

Con todas sus fallas, Siria debe desempeñar un papel de importancia en la estabilización de Irak, y un papel constructivo para  lograr una solución entre los dos estados, para Israel y los palestinos.

También Siria puede aumentar la seguridad de Israel mediante presiones a Hamas y Hezbollah, mientras  cesa de interferir en la vida política interna del Líbano.

De igual manera, al relacionarse con Chávez en Venezuela, contra quien de alguna manera estamos perdiendo la guerra de relaciones públicas, podemos restablecer el liderazgo de EEUU en nuestro propio hemisferio y encender una luz sobre la importancia de defender las instituciones y prácticas democráticas en su país. Y mientras que a nadie le gusta Kim Jong-il, si logramos “desnuclearizar” la península de Corea relacionándonos, debemos hacerlo.

El liderazgo responsable establece  relaciones con el mundo. No provoca innecesariamente a las potencias nucleares declarándose a favor de acciones militares específicas, como hizo recientemente el senador Barack Obama.

El próximo presidente tiene que entender que la diplomacia es esencial pare reparar las fracturadas relaciones mundiales de nuestro país.

Él o ella tiene que reconocer que la opción entre mimar líderes tiránicos o lanzarse a la guerra contra ellos es una opción falsa cuando ya EEUU no actúa solo. Cuando EEUU sea de nuevo una voz moral fuerte, importante, en el mundo serán los terroristas y los tiranos lo que se verán asilados, no Estados Unidos.

Y si mis colegas dejaran de tratar de anotarse puntos en los medios, por un momento, para reconocer lo anterior, probablemente comprenderían que ese es un punto en el que todos estamos de acuerdo.

VERSION IVAN PEREZ CARRION

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