También llegarás a viejo

También llegarás a viejo

¡Coja su rumbo, abuelo! Dicen frecuentemente, con marcada ironía, muchos jóvenes pretenciosos de llevarse el mundo por delante.

Y sin embargo, por un proceso inevitable, el que hoy es joven mañana llegará a viejo. Y, desde luego, tendrá que soportar esos mismos dardos.

Caminamos, día por día, hacia la tumba; no en sentido contrario, de la cuna.

Este suceder se enmarca dentro del proceso biológico al que ningún ser humano escapa.

El joven que hoy denosta a los que considera viejos inútiles porque han llegado a los sesenta años o más, o no piensa que en el transcurrir de unos pocos años llegará a esa edad y sufrirá el impacto demoledor si se implanta como norma el desprecio a las personas de edad avanzada.

Esos jóvenes piensan, con estrecho criterio, solamente en su vida presente. Nada les importa; hasta llegan a ser tan desaprensivos que no tienen en cuenta si lastiman a sus propios padres, o a las personas que puedan estar ligadas a él familiar o afectivamente.

Su idea fija y evidentemente egoísta radica en exaltar sus años jóvenes, como patente de capacidad para desempeñar los puntos claves que ellos dicen imperan con fuerza única en la sociedad dominicana.

En esto -aparte de la limitada capacidad mental para exaltarse a sí mismos con propósito de reptar violentando generaciones- hay otro ingrediente, quizás más peligrosos, que responde a consignas preestablecidas para lograr una separación más radical entre generaciones imponiendo sus ideologías en el convulsionado mundo que vivimos.

Fácil es, dentro de su alocada fantasía, que los jóvenes la emprendan contra los que llegan a sesenta años y más, y éstos en una reacción lógica, apresten sus arreos guerreros y, a su vez, marchen decididos a eliminar el peligro que los jóvenes les plantean.

Sería, para éstos jóvenes disgregadores sociales, la culminación de su sueño de maravillas, para establecer una profunda fisura social de tal magnitud que no exista cohesión social posible para la armonía y la paz dentro del desenvolvimiento de cualquier sociedad. Este método disgregatorio es utilizado para impulsar a los jóvenes a la vanguardia de los movimientos guerrilleros que actualmente se registran en muchos países del mundo.

Por osmosis tragicómica, de Africa se nutre el grupo de propugnadores de eliminar a los que llegan a los sesenta años y más. Es como un grito tardío del esclavo que pobló esta tierra de América y que tan sufrido fue por el despiadado trato del conquistador. Como un desquite acumulado en el resentimiento para que en esta isla que se llamó La Española en los años del Descubrimiento, se enfrenten sus habitantes en el odio, no de castas, sino de edades.

Los hombres jóvenes tienen mucho campo donde desarrollar sus inquietudes y tienen mucho que aprender de los hombres de edad avanzada. Por eso deben de respetarlos, solamente por eso.

El hombre no puede dar saltos imprevistos. Se requiere una previa preparación de años para llegar a los estamentos más altos de la representatividad colectiva.

¡Recuérdate hombre joven, que si hostilizas a los de edad avanzada, estás cavando tu amargura para cuando traspases la mitad de tu existencia!

Y ¡por el amor de Dios! no le digas abuelo, irónicamente, a una persona de edad avanzada cuando te dirijas a ella. Este llamamiento implica una falta de absoluto respeto a tu propia identidad.

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