También ocurren cosas buenas

<P>También ocurren cosas buenas</P>

En el presente año el dengue hemorrágico y la gripe han inscrito abundantes actas de defunción en nuestros registros sanitarios. La leptospirosis y la hidrofobia hicieron amagos en el mismo sentido. Y podríamos colocar en el casillero de las epidemias los accidentes de tránsito, que durante el presente año también han provocado mucho luto en la familia dominicana.

Nuestro sistema sanitario exhibió en este período debilidades imperdonables. Con el dengue hubo falta de previsión y reacción tardía ante lo que parecía una rutina de la endemia. Así,  tres cepas distintas de la  enfermedad se regaron  en  la geografía nacional y provocaron demanda de asistencia que sobrepasó la capacidad de los hospitales. La previsión fue más mediática que real y esto se tradujo en muerte. En cuanto a la gripe A nos manejamos bien.

Pero también han ocurrido cosas positivas. En 2009 no se han registrado muertes por  ocho enfermedades prevenibles por vacunas, que en años anteriores generaron luto. Un manejo adecuado y oportuno de la prevención y la inmunización evitó que difteria, tos ferina, sarampión, rubéola, enfermedad febril eruptiva, meningitis HIB y meningitis tuberculosa inscribieran actas de defunción en los registros sanitarios. No todo ha sido negativo y deberíamos multiplicar este desempeño exitoso.

Preocupante ascenso

Un informe rendido en la cuadragésima sexta sesión de la Comisión Interamericana Para el Control del Abuso de las Drogas (CICAD), organismo de la OEA, sitúa a la República Dominicana entre los grandes consumidores de heroína, droga considerada entre las más adictivas, caras y peligrosas. Es un lamentable ascenso,  pues de puente internacional hemos pasado  a mercado de consumo. El febril activismo interno del negocio de drogas denota la pujanza de nuestro  mercado de consumo.

Este diagnóstico de CICAD nos permite deducir que  en la medida en que crece nuestra demanda interna de drogas tan caras como la heroína, será más difícil establecer controles y disuasivos. Este crecimiento implica que cada vez más gente es reclutada para tareas de trasiego y operación de “puntos”, y también para ajustes de cuentas. Y cada vez tendremos más personas atrofiadas por los efectos de esta sustancia. Desmontar ese ascenso es el gran reto.

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