Tambores del destino

Tambores del destino

La revolución francesa tuvo también eco en Haití, y el ansia de emancipación se multiplicó rápidamente entre la población negra, mayoritariamente esclavos, y la “gente de color” libre. Surgieron líderes como Toussaint-Louverture, Dessalines y Henri Christophe, quienes, además de luchar contra los franceses se enfrentaron entre sí en la lucha por el poder. La novela histórica “Los Tambores del Destino”, de Peter Bourne, se desarrolla en Haití, donde Christophe se coronó como Henri I. Dentro de la trama se menciona unificar la isla, tomándola sin disparar un tiro.

En la primera Constitución haitiana de 1801, obra de Toussaint, artículo primero, expresa: “Santo Domingo en toda su extensión y Samaná, Tortuga, Gonave, las Cayemites, Isla de Vaca, Saona y otras islas adyacentes, forman el territorio de una sola colonia, que forma parte del Imperio francés”.

En la Constitución de 1987: “Haïti est une République, indivisible”. “Su verdad” solapada sigue siendo que la isla es “una e indivisible”.

Michel Martelly, Presidente electo de Haití le manifestó a Nuria Piera que “Haití y República Dominicana deben fusionarse y convertirse en un solo país para frenar la masiva migración ilegal” y que las autoridades dominicanas deben “abrir la frontera para que los haitianos entren libres a territorio nacional”.

Más claras no pueden ser las intenciones de nuestros vecinos. Con indignación vemos que potencias como Estados Unidos, Canada y Francia, entre otras, tienen ese mismo soterrado proyecto  aberrante, que debe ser rechazado de plano por todo dominicano consciente.

Esa idea de tomar “sin asalto” nuestro país está a la vuelta de la esquina. Las estadísticas dicen que hay un millón de haitianos en nuestro país. Sostenemos, sin temor a equivocarnos, que ya tenemos dos millones. Observemos la industria de la construcción y contemos cuántos dominicanos trabajan en ella. No existe un sereno en Piantini, Fernández o Evaristo Morales que no sea haitiano. No hay un frutero que no sea haitiano. El ejército haitiano ya ha entrado desarmado y ha tomado posiciones. Los vientres de las haitianas disparan al mundo todos los días sus vástagos en territorio nacional para engrosar las filas de su ejército pasivo-por el momento-esperando su oportunidad.

Creemos que nuestro pueblo y gobierno han sido sumamente receptivos y solidarios después del sismo que los azotó. No se nos puede acusar de xenófobos ni de indolentes. Hemos ayudado más allá de nuestras posibilidades. Quienes se han hecho los desentendidos fueron los países desarrollados que se comprometieron a ayudar y no han cumplido.

Pero, una cosa es ser solidario y otra es permitir que nos lesionen nuestra soberanía.

Nuestro destino es la vecindad y la mancomunidad de esfuerzos. Solo eso.

Sean bienvenidos los tambores de nuestros hermanos cuando solo nos toquen el sonido de su folklor y su arte.

Hagamos planes de desarrollo conjuntamente. Trabajemos juntos, pero vivamos aparte. Amén.

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