Tan buenos que somos

Tan buenos que somos

Las crisis bancarias no se presentan de manera súbita; son enfermedades que se incuban tanto tiempo como la irresponsabilidad de banqueros y autoridades lo permiten.

Si la autoridad supervisa en serio el comportamiento de cada institución  se determina la relación entre depósitos y préstamos, la calidad de la cartera de préstamos y  permite ver que las autoridades del banco hacen un manejo adecuado de los dineros que depositan clientes y ahorristas.

La autoridad tiene responsabilidad porque el dinero que manejan los bancos es propiedad de cientos o miles de personas que confían en que sus ahorros son administrados con propiedad.

Si los banqueros dejan de cumplir con sus obligaciones y la autoridad mira hacia el otro lado, la crisis estallará en cualquier momento.

No importa que los nigromantes que hacen gárgaras con los números  presenten las situaciones conforme a sus deseos, puesto que un día, de manera consciente o inconsciente alguien pincha el globo.

En ese momento si todos los depositantes se presentan a buscar su dinero el banco no dispone del efectivo porque tiene que prestar una parte de los depósitos para obtener beneficios que reparte con sus depositantes, para decirlo de manera simple.

Así las cosas,  las autoridades adelantan dinero a los bancos para hacer frente a las crisis, hasta montos que sean recuperables. Por supuesto, ello requiere de un manejo adecuado de parte de la banca que acude ante la autoridad, a resolver problemas de efectivo para cualquier contingencia o crisis.

Realmente somos mejores para criticar, para denostar, para ningunear y descalificar que para reconocer las buenas acciones.

Quizá es falta de generosidad, o puede que sea envidia, pequeñez mental.

En ocasiones se trata de complejos porque entendemos que lo bueno viene de fuera, que sólo lo que se crea en el extranjero es lo bueno, lo que sirve.

Cuando se presentó la crisis en Estados Unidos, el presidente Barack Obama y los guruses  de la economía mundial inyectaron miles de millones de dólares al sector financiero para evitar el colapso bancario universal, debido a las relaciones entre una y otra economía.

El presidente Luiz Inácio Lula Da Silva hizo esta reflexión: esos eran quienes nos calificaban para préstamos y mire el desorden que tienen en sus economías.

Dada la tradicional mezquindad y estrechez de miras de tanto tunante pontificador aplaudieron las medidas de Estados Unidos, Europa y Asia pero no recordaron que esa intervención, realizada por el presidente Hipólito Mejía, impidió el colapso de la economía nacional.

El buen capitán es el que busca el remedio adecuado para cada situación y lo hace actuando y pensando cómo beneficiar a la mayoría, cómo actuando con justicia sus decisiones son equilibradas.

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