Tapas y contratapas

Tapas y contratapas

La vida es como el brocal de un pozo; tan pronto te asomas al borde sientes los arcanos de la tierra perforada y del agua invisible. ¿Qué traerá el cántaro que sube en la cuerda haciendo crujir la polea? ¿Habrá un líquido limpio que podamos beber? ¿Tendrá lodo, microbios dañinos, renacuajos repugnantes? También los pozos retienen olores telúricos que invaden la nariz; guardan ecos de las voces de personas que antes que tú han asomado la cabeza. Ningún hombre inaugura la vida, la poesía o la literatura. Muchos otros han bebido en esos pozos y contado sus experiencias felices, dolorosas, agridulces.

La historia de los demás es, en buena medida, historia nuestra; y lo mismo la poesía y la literatura de todos los tiempos. En realidad, los hombres somos “animales herederos”. Por cada cosa nueva que estrenamos, hay veinte que “recibimos usadas” ya por varias generaciones. En la Feria del Libro me entretuve en mirar las atractivas cubiertas de colores de los libros expuestos en los “stands”. Un librero se acercó y preguntó ¿Qué género prefiere? ¿Historia, novela, poesía, ensayo? –Me gustaría encontrar el “género cajón de sastre”, que contenga historia, poesía, novela y testimonio. –Esa clase de libros no existe; no los busque en esta Feria del Libro. –

Libro es un conjunto de páginas impresas, unidas en un sólo paquete, protegido por una tapa y una contratapa, contesté al librero por seguir la conversación. –Si usted abre la tapa y lo que lee es interesante, y lo sigue leyendo, entonces no importará que sea historia, novela o poesía. Es imposible que dentro de un libro no se aborden temas que remitan a la vida humana. Por tanto, necesariamente surgirá alguna historia, se narrarán sucesos, se explicarán problemas, brotarán visiones poéticas.

–Los grandes maestros de la gastronomía ordenan sus minutas por géneros separados, al modo aristotélico: entradas o entremeses, ensaladas, carnes, mariscos, postres. Si bien se mira, todo es comida; la tapa y la contratapa del menú encierran una lista de platos fuertes y alimentos ligeros. Esos libros “que no existen” podrían ofrecernos la carta completa de las opciones intelectuales que la vida concede. Escogeríamos así el “trozo de libro” que deseamos leer cada día. (4/29/2013).

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