En estos días de fiesta navideña los tapones en el tránsito ocurren a cualquier hora y en muchas calles y avenidas, más que ningún otro año. Esto nos presenta la oportunidad de estudiar cuáles son los sitios conflictivos y posibilidades de solución, el problema no es de fácil solución pues en definitiva se trata de hacer circular por una vía por la que antes circulaban un determinado número de vehículos, seis o más veces esa cantidad.
El Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre(s, sic), INTRANT, está dirigido por una funcionaria, cuya fama y experiencia la preceden, la Ing. Claudia Francesca de los Santos, quien seguramente está haciendo sus mejores esfuerzos para mejorar, en lo posible, las distintas vertientes de la Ley, “papa caliente” que le han puesto en las manos. El problema deriva de la sustitución de casas unifamiliares por torres multifamiliares habiendo quedado la infraestructura vial, de abastecimiento y eléctrica prácticamente iguales, especialmente las dos primeras en cuanto a calles interiores. Obviamente se requiere de una coordinación de INTRANT con las instituciones que otorgan permisos de construcción.
Hacer pasar muchos más vehículos en una hora por la misma vía física implica mejorar la eficiencia, lo que a su vez conlleva resolver problemas físicos y de conducta humana. A ambos grupos es difícil de meterle mano porque las soluciones son complicadas, complejas, en algunos casos, dolorosas y costosas.
Asimismo, si se observa el discurrir de las avenidas y calles de Santo Domingo tendremos que llegar a la conclusión que no ha seguido un patrón macro ordenado, ni las mismas regulaciones se han aplicado a unas calles u otras, sino más bien es una agregación de urbanizaciones construidas por particulares que no guardan la continuidad de la visión del todo. La construcción de viaductos, “elevados”, túneles es una forma de integrarlas y conseguir un rápido desplazamiento a través de la ciudad.
Es probable que personal técnico de INTRANT sepa cuáles son los puntos neurálgicos y tengan algunas soluciones para hacer fluir mejor el tráfico, en todo caso, aprovechar los atascamientos que ocurren para estudiarlos presenta una oportunidad única, por ejemplo, podrían conseguir helicópteros y montar en cada uno un fotógrafo y un ingeniero para que tomen las fotos necesarias, a fin de confeccionar mosaicos informales del gran Santo Domingo a diferentes horas. En ellos se observarían los puntos claves más significativos. Lo ideal es que esa experiencia condujera a un centro de control de tráfico terrestre: cámaras en las esquinas que lleven la imagen a un salón de donde se impartirían instrucciones a los agentes o más modernamente a los semáforos.
Por otro lado, es necesario llegar a un acuerdo con los sindicatos de choferes para que contribuyan a mejorar el flujo. Siempre he creído que el canibalismo existente entre los sindicatos solo sirve para hacerles perder dinero: más consumo de combustible, más reparaciones a los vehículos y menos salud de sus afiliados. Los sindicatos llegarían a entendimientos con los que ganarían mucho más, consecuentemente serían aliados del tráfico ordenado.
La educación vial a los ciudadanos en general es también importante. Recuerdo que hace muchos años, el país trajo mediante acuerdo de cooperación con el Reino de España, un pequeño grupo de agentes de tránsito que se ocuparon de entrenar a los dominicanos. Uno de ellos se quedó en el país por largo tiempo y se movía en vehículo policial con altoparlantes dando instrucciones a los que conducían mal. Quizá este modelo no sea aplicable hoy, pero otros podrían diseñarse, contando especialmente con las opiniones de los agentes más experimentados. Las multas son una forma de modificar la conducta pero la Ley prevé montos que crearían un problema social pues no me imagino cómo un chofer, que a lo mejor gana unos 15,000 a 20,000 pesos mensuales, pueda pagar un sueldo mínimo de contravención y sobrevivir, en consecuencia, la prudencia es recomendable.
En Ciudad Trujillo, con mucho menos habitantes y vehículos, no era permitido estacionarse en paralelo, ni en las esquinas y las direcciones de las vías señaladas se respetaban, además no existían ni el “motoconcho”, ni los “deliveries”, con razón el tráfico de vehículos era más fluido.