Tarantino presenta fábula radiante de Hollywood

Tarantino presenta fábula radiante de Hollywood

This image released by Sony Pictures shows, from left, Leonardo DiCaprio, Brad Pitt and Al Pacino in Quentin Tarantino's "Once Upon a Time in Hollywood." (Andrew Cooper/Sony-Columbia Pictures via AP)

Quentin Tarantino ha venido recordando desde hace tiempo qué hace al cine tan maravilloso. O, al menos, qué cree él que lo hace maravilloso.
Ha hecho un doble-largometraje a la antigua (“Death Proof” y “Grindhouse”), ha resucitado el formato de pantalla ancha Ultra Panavision de 70mm (“The Hateful Eight”) y, en general, ha sido visto como el evangelista preeminente de las llamadas películas de “clase B” por una generación. El poder y la emoción de las cintas de explotación, que ha patrocinado con seriedad, es capaz de vencer todos los males -o al menos la esclavitud- (“Django Unchained”) y a los nazis (“Inglourious Basterds”).
Pero “Once Upon a Time … in Hollywood”, ubicada en Los Ángeles en 1969, es la oda más afectuosa y conmovedora que Tarantino haya hecho a la industria. Es una fábula relajada y atontada de Hollywood que se regocija en los simples placeres del cine y la colorida espiral del lote trasero de la fábrica de sueños. Algunos placeres son nostálgicos, y otros -como conducir por Sunset Boulevard o tomar martinis en Musso & Frank – son eternos.
Aquí, el amor por las películas es contagioso. En una de las mejores escenas, Margot Robbie, como Sharon Tate, explica en la taquilla de un cine que aparece en la cinta en cartelera, “The Wrecking Crew”, recién estrenada, “¡Yo soy la torpe!”. Y adentro ríe con deleite al verse a sí misma en la pantalla, imitando con energía los movimientos de artes marciales de su personaje.

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