Tarea del investigador forense

Tarea del investigador forense

SERGIO SARITA VALDEZ
De solemne, provocativo y conmovedor pudiéramos catalogar el reto al que a diario tiene que enfrentar el experto medico-forense cuando se obliga a despejar incógnitas, mediante la formulación de hipótesis, las cuales van siendo descartadas o confirmadas en la medida en que los hallazgos concretos van desnudando la gran verdad para al final exponerla en todas sus dimensiones libre de cubiertas, sombras y ataduras.

Hemos sostenido reiteradamente el criterio de que los muertos hablan y que es necesario prestarles la debida atención puesto que no hablan por hablar sino porque tienen algo importante que contarnos. La narrativa cadavérica no la hace el muerto para entretener al vivo sino para alertarle de una manera tal que no repita los mismos errores que en su caso se dieron. A fin de ilustrar con realismo auténtico lo arriba enunciado paso a contarles una de las tantas experiencias a la que a diario y justo rayando las siete de mañana nos vemos expuestos en la morgue del Instituto Nacional de Patología Forense.

Esta vez se trataba del caso de la muerte repentina de un jovencito de escasos 17 años de rostro sano y virgen libre aún de las cicatrices que con el paso del tiempo nos va premiando la vida a medida que envejecemos. Llamaba poderosamente la atención la presencia de abundante líquido espumoso que cubría la boca, fosas nasales y parte del resto de la cara. Para el médico familiarizado con este tipo de cuadro patológico lo primero que asoma a su mente es el diagnóstico de edema agudo pulmonar. Sin embargo, ha de tener en cuenta que una crisis epiléptica podría darnos un aspecto parecido aunque esta última se acompaña usualmente de un relajamiento de los esfínteres, mordedura de la lengua y de engrosamiento de las encías si el occiso ha recibido durante mucho tiempo el medicamento conocido entre nosotros como epamin o dilantina.

El acumulo de agua en los pulmones es el resultado de un considerable número de padecimientos entre los que cabe citar la falla aguda del ventrículo izquierdo del corazón debido a un infarto, el envenenamiento con órgano-fosforados, la intoxicación aguda por cocaína, una hemorragia o tumor cerebral y otras causas menores tanto locales como sistémicas. Solamente mediante la realización de una autopsia completa lograríamos despejar las incógnitas y arribar a un diagnóstico certero de la causa básica del fallecimiento.

El corazón estaba aumentado de tamaño de manera irregular. Había un engrosamiento de la pared superior que separa las dos cavidades ventriculares cardíacas. A ello se agregaba una dilatación de la aurícula izquierda y de la válvula mitral. Había un estrechamiento del lecho del ventrículo izquierdo y del trayecto de salida hacia la aorta. El músculo cardíaco del tabique interventricular izquierdo hacía una especie de apelotonamiento cercano a la inserción del anillo de la válvula aórtica.

El estudio microscópico evidenció la presencia de una interesante anomalía en la disposición de las fibras cardíacas las cuales en vez de estar dirigidas paralelamente cual madeja de cabello, como sería lo usual, mostraban una orientación en remolino, anguladas y erráticas. También mostraba una superficie fibrosa, blanco nacarada en el endocardio del ventrículo izquierdo ubicado en la contraparte de la valva izquierda de la válvula mitral.

Estos encuentros anatomopatológicos condujeron a la identificación de una enfermedad llamada Cardiomiopatía hipertrófica, entidad debida a la mutación de una familia de genes que codifican las proteínas del miocardio. Ellos han sido localizados en el cromosoma 14. En los Estados Unidos la alteración genética se ve en uno de cada quinientas personas. El diagnóstico de la enfermedad puede hacerlo el cardiólogo por medio de un ecocardiograma que muestra engrosamiento asimétrico del ventrículo izquierdo con una reducción de cámara cardiaca izquierda.

Concluida nuestra tarea diagnóstica procedimos a reunirnos con el padre de la victima a quien le expusimos los resultados de la necropsia y le hicimos las recomendaciones de lugar con el propósito de que los otros hermanitos del fenecido sean beneficiados con un chequeo y manejo oportuno. Aquella conversación contribuyó a aclarar dudas y a despejar tormentas innecesarias. A través del experticio forense el difunto ayuda a la familia a evitar otra muerte súbita e inesperada.

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