Tarea para las fuerzas juveniles en efervescencia

Tarea para las fuerzas juveniles en efervescencia

Las lecciones vividas y aprendidas por las generaciones que desde 1960 despertaron de sus miedos a la dictadura, se convirtieron en el  agente motor de las transformaciones cívicas que, en ese entonces, comenzaron a gestarse con la culminación de los actos de 1961 y la  decapitación de la dictadura.

Los hechos de los pasados 50 y tantos años tropezaron con  generaciones afectadas de varios sacudimientos, que en su momento fueron determinantes para el proceso  histórico nacional, como fue la revolución de abril de 1965, las elecciones de 1978 y de 1994, los banqueros presos desde el 2002 hasta llegar ahora a la explosión cívica de la juventud en los pasados dos años.

 Los movimientos callejeros juveniles han surtido sus efectos en la comunidad, que se ha identificado con los mismos, desde la oposición a la cementera en Los Haitises hasta el 4% para Educación, llenando el vacío de un sector que pensaba más en su futuro económico que en sus deberes cívicos, que latentes, se habían acomodado a vivir en una sociedad del disfrute hedonista de la humanidad.

 Lo ocurrido, para enfrentar las pretensiones  de quienes  intentaron herir las entrañas de Los Haitises con una cementera, y la solidez de cómo se llevó a cabo la obtención del 4% para educación, revela que solo la juventud, por no tener compromisos con las estructuras vigentes del poder,  era la única que podía llevarlo a cabo. Más luego, en los pasados cuatro meses y días, en multitudinarias manifestaciones se ha  exigido castigos a los responsables  de los actos de corrupción de los pasados ocho años y mostrar su repudio a la reforma fiscal.

 Lo penoso sería que esa fuerza juvenil, espontánea  en un primer momento, se manche cuando los intereses políticos y empresariales metan su mano, como sin duda lo hicieron y han hecho en apoyar los anteriores movimientos.  Ahora, con las protestas en contra de la reforma fiscal y demanda de juicio a los corruptos de la pasada década, se nota un tufillo de mayor beligerancia de grupos que su tradición es pescar en río revuelto.

Ese movimiento juvenil, conducido como un caballo con anteojeras con una visión tubular, no percibe que estamos sumergidos en otro  problema de mayor envergadura y de más peligro,  que si bien podría tardar una o dos generaciones en estallar, ya estamos en los umbrales por la masiva presencia cada día más notable de la inmigración ilegal haitiana,  que ya Verón en Higüey, se ha convertido  en el Departamento del Este número 11 de Haití.

Mas ahora, con el despertar de las generaciones de jóvenes que están manifestando su amor por el país, por lo que deben incluir en su agenda de reclamos cívicos de adecentamiento de la vida política,  la situación inmigratoria ilegal que   quizás crean que no les compete a ellos pero sí lo será en un futuro cercano.

 Los sucesos de las últimas semanas, escenificados por grupos de haitianos  en la capital y en Dajabón, obligan a pensar seriamente que la juventud vuelva ser la abanderada  en otra causa de defender a la  Patria y pensar seriamente que algo está armando el trust de cerebros de Haití para hacerle la vida imposible al gobierno de Medina que ha venido actuando correctamente en sus   cinco meses de gestión para enderezar muchas cosas torcidas o descuidadas, como era la defensa de la soberanía.

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